Simone Biles desde Catalu?a
Hace ya muchas d¨¦cadas que los discursos sobre las virtudes del cuidado y la vulnerabilidad han ido conquistando la hegemon¨ªa en ¨¢mbitos como la universidad, los medios de comunicaci¨®n o el arte
Sab¨ªamos que en los Juegos Ol¨ªmpicos encontramos la continuaci¨®n de la guerra por otros medios, pero es la primera vez que la protagonista es la guerra cultural. Aunque las viejas rivalidades nacionales siguen regal¨¢ndonos an¨¦cdotas, la herida que definir¨¢ los Juegos de Tokyo no es el corte entre civilizaciones, sino un tajo de Occidente consigo mismo. Hablo, claro est¨¢, de la renuncia de Simone Biles a competir en determinadas pruebas aduciendo problemas de salud mental, que hace una pareja ideal con la contrafotograf¨ªa de Djokovic rompiendo la raqueta tras perder como si fuera un ni?o enfurecido. Son los dos memes perfectos para que los magmas que corren por debajo de todos los debates que tenemos hoy en d¨ªa estallen como un volc¨¢n. El progresismo woke se abalanza sobre Biels mientras los neocons encuentran en Djokovic la ¨²ltima esperanza.
La gracia del caso Biles es que pone la guinda que una tendencia hist¨®rica reclamaba. Hace ya muchas d¨¦cadas que los discursos sobre las virtudes del cuidado y la vulnerabilidad han ido conquistando la hegemon¨ªa en ¨¢mbitos como la universidad, los medios de comunicaci¨®n o el arte. Pero la competici¨®n deportiva resist¨ªa como el pueblecito de Asterix. Es una cuesti¨®n de l¨®gica intr¨ªnseca: el deporte funciona como el reservorio de los ideales cl¨¢sicos de esfuerzo, competici¨®n y autoexigencia, que son defendidos como pr¨¢cticas virtuosas con consecuencias positivas en todos los aspectos de la vida y la sociedad. Lo novedoso es que una atleta adapte parte del vocabulario fabricado desde lugares con un largo historial de cr¨ªtica de este clacisimo moral: seguro que las virtudes del deporte hab¨ªa tenido sentido en un pasado remoto, nos dice la izquierda woke pero lo que necesita el mundo contempor¨¢neo es moderar las pulsiones competitivas, en ning¨²n caso ensalzarlas.
La tesis neoconservadora es diametralmente opuesta: los problemas de la humanidad en los ¨²ltimos a?os no vendr¨ªan de un exceso de estr¨¦s, sino de un exceso de relajaci¨®n. Desde esta perspectiva, el ascenso de Occidente s¨®lo fue posible porque la alianza entre meritocracia y racionalismo cient¨ªfico despert¨® el mundo del sue?o conformista medieval, cuya l¨®gica, por cierto, se dar¨ªa la mano con la de los anticapitalistas actuales. Animados por una pulsi¨®n clasiqu¨ªsima y deportiv¨ªsima de mejorar, los hombres de un lugar del mundo se dieron cuenta de que el igualitarismo que les hab¨ªa vendido el clero sin duda los igualaba, pero por abajo. Desde entonces, todos los avances de la humanidad se habr¨ªan producido gracias a la presi¨®n cultural por querer jugar al juego hasta el final.
Evidentemente, el debate es tan viejo como la humanidad e irresoluble desde la teor¨ªa. Los humanos nos beneficiamos tanto de la competici¨®n como del cuidado, y s¨®lo los giros imprevisibles de la historia premian o castigan una forma u otra de conjugar nuestras contradicciones. Es perfectamente posible que un cambio de valores hacia una cultura que ponga la empat¨ªa y la vulnerabilidad en el centro produzca una sociedad m¨¢s estable y cohesionada, incluso m¨¢s creativa, ideal para afrontar retos del siglo XXI. Es igual de imaginable que el futuro pertenezca a aquellos que actualicen el modelo conservador con formas de organizaci¨®n social hipercompetitivas, como propone, por ejemplo, el Partido Comunista chino. Lo ¨²nico que nos dice el ajetreo alrededor de Biles y Djokovic es que en Occidente hay un disenso muy cargado sobre algo que anta?o hab¨ªa puesto de acuerdo a todo el mundo.
?Hay que explicar por qu¨¦ desde Catalu?a nos interesa tanto esta guerra cultural? El independentismo ha intentado surfear todos los presupuestos de los movimientos sociales woke , incorporando sus contenidos (feminismo, ecologismo, digitalizaci¨®n), pero, por encima de todo, su forma: la pol¨ªtica como arte de acumular empat¨ªa desde la exhibici¨®n de vulnerabilidad. La hegemon¨ªa en la sala de m¨¢quinas no solo ha sido siempre esta, sino que ha vuelto a emerger victoriosa electoralmente tras fracasar en sus objetivos, y sigue siendo la ¨²nica filosof¨ªa pol¨ªtica disponible. Como la mayor¨ªa de los que quieren apropiarse de Biles, desde Catalu?a se extraen conclusiones de su discurso, pero nadie se pregunta c¨®mo cambia el sentido de las ideas de la atleta cuando estas se expresan desde un historial de sacrificios y victorias tan tremendos como el suyo.
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