El poder del poder
Cuando la pol¨ªtica acusa sordera es imposible encontrar un aud¨ªfono que la pal¨ªe. Seguramente, porque no hay m¨¢s sordo que el que no quiere o¨ªr. Ya no digamos escuchar
La resistencia a abandonar la burbuja en la que cualquier partido pol¨ªtico se instala voluntaria y obligatoriamente se debe tambi¨¦n a la falsa idea de fortaleza. En cambio, abrirse, dialogar, ceder y corregir suena a debilidad amplificada por la denuncia de la oposici¨®n correspondiente. Y no son tiempos para hacer ver que flaquean ni piernas ni principios. Al contrario. Que se lo pregunten si no a Pablo Casado, pen¨²ltimo ejemplo, que para salir jaleado del ba?o de multitudes que quiso darle el partido en su turn¨¦ por Espa?a con compa?¨ªas de hoy dudosa reputaci¨®n, y haci¨¦ndole creer que su momento est¨¢ al caer, lanz¨® un ¨®rdago a Pedro S¨¢nchez a causa de la justicia en el trasero de la Uni¨®n Europea.
Quiz¨¢s influido por el ambiente que rezumaba la plaza de toros de Valencia, el l¨ªder popular quiso salir a hombros con las dos orejas y el rabo del presidente a quien considera o un mal diestro o un p¨¦simo morlaco. Y el temor a Vox que le resuella en el cogote le llev¨® a decir: ¡°Traeremos a Puigdemont aunque tengamos que viajar al ¨²ltimo pa¨ªs de Europa para exigir respeto a nuestra justicia¡±. Respeto que no demostr¨® el tribunal de apelaci¨®n de Sassari, Italia, Europa. Al d¨ªa siguiente dej¨® en suspenso la entrega del expresident hasta que hable la justicia comunitaria. Tanto sobre su inmunidad como sobre la cuesti¨®n prejudicial remitida a la instancia continental por el magistrado Pablo Llarena que sigue acumulando reveses.
Que cada uno de los tres poderes democr¨¢ticos intente manosear a cualquiera de los otros dos es habitual. Unos con mayores posibilidades que otros. Al fin y al cabo, tienen sus dependencias a causa de v¨ªnculos imprescindibles para mantener fuerte al sistema pero que deber¨ªan acabar all¨ª donde se marcan los l¨ªmites respectivos. A partir de esta l¨ªnea es donde el poder debe detener al poder, como defendi¨® Montesquieu.
Alguien dijo recientemente que el problema principal que nos acecha es que el calendario gregoriano ha cedido ante el calendario electoral. Y esta premisa que intenta justificar muchos de los dislates que circulan esconde la incapacidad de la pol¨ªtica de hacer pedagog¨ªa.
El l¨ªder de la oposici¨®n podr¨ªa convenir en su autodefensa que Pedro S¨¢nchez dijo algo parecido. Es cierto. Fue hace dos a?os cuando en plena campa?a electoral se pregunt¨® a modo de respuesta: ¡°?De qui¨¦n depende la Fiscal¨ªa? ?Pues ya est¨¢!¡±. Lo dec¨ªa tambi¨¦n por Puigdemont para asegurar que pod¨ªa mover los hilos para traerle de vuelta como se hab¨ªa comprometido en un debate anterior. Pero despu¨¦s fue m¨¢s all¨¢ nombrando fiscal general del Estado a Dolores Delgado, su anterior ministra de Justicia, sobre quien la derecha hace recaer la rebaja de tensi¨®n judicial del proc¨¦s a pesar de que los independentistas arguyen lo contrario y siguen esgrimiendo la represi¨®n como consigna.
En esta permanente escalada verbal a la que la pol¨ªtica nos tiene acostumbrados con constantes miradas retrospectivas, la izquierda y el secesionismo podr¨ªan traer a colaci¨®n la famosa reuni¨®n de Jorge Fern¨¢ndez D¨ªaz con el entonces jefe de la Oficina Antifraude de Catalunya, Daniel de Alfonso, cuando en un conato de conspiraci¨®n para desprestigiar a destacados soberanistas el ministro del Interior del Gobierno de Rajoy solt¨®: ¡°Esto la Fiscal¨ªa te lo afina. Hacemos una gesti¨®n¡±. Y de all¨ª a filtrarlo a los medios amigos todo ser¨ªa coser y cantar. El m¨¦todo estaba dando resultados, el eslab¨®n perdido de un periodismo c¨®mplice lo facilitaba. Y as¨ª se fue fraguando una parte del relato que persiste y que contraataca recordando que la ley de Transitorietat jur¨ªdica i fundacional de la Rep¨²blica aprobada por el Parlament los fat¨ªdicos 6 y 7 de setiembre de 2017, en su art¨ªculo 66 apartado 4 otorgaba al presidente o a la presidenta de la Generalitat la potestad de nombrar directamente al presidente o presidenta del Tribunal Supremo Catal¨¢n, m¨¢ximo ¨®rgano judicial del estado no nato. Y aunque fuera de manera provisional hasta la redacci¨®n de la ley correspondiente se entendi¨® como una voluntad de querer controlar la justicia desde el minuto cero. Ilusi¨®n que tampoco fue.
Para que esta letan¨ªa vaya llegando a su fin, tambi¨¦n es menester que los agentes afectados eleven su voz, recuerden los l¨ªmites, ejerzan su responsabilidad individual y no se dejen seducir por los cantos de sirena ni empujar por las perversas fuerzas motrices de sus leg¨ªtimas aspiraciones de poder. Y m¨¢s all¨¢ de las notificaciones de las asociaciones ideol¨®gicas que les representan, pierdan la prudencia mal entendida y expongan criterios con la libertad que ampara el sistema y la solvencia que aporta la carrera. De lo contrario, la ciudadan¨ªa deduce que quien calla, otorga.
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