La m¨²sica de Locura Artificial sorprende y abre puertas al futuro
El pianista Marco Mezquida inaugura el S¨®nar junto con un dispositivo virtual desarrollado en un laboratorio de la UPC
Desde hace algunos a?os el S¨®nar est¨¢ yendo mucho m¨¢s all¨¢ de la simple presentaci¨®n de espect¨¢culos musicales o audiovisuales ahondando en la investigaci¨®n que rodea esas elaboraciones a menudo m¨¢s complejas de lo que pueden parecer a cualquier profano tecnol¨®gico. Este a?o han abierto las puertas a la inteligencia artificial con tres proyectos innovadores realizados en colaboraci¨®n con la Universitat Polit¨¦cnica de Catalunya (UPC). Uno de ellos inaugur¨® con todos los fastos y honores la recuperaci¨®n pospand¨¦mica del certamen.
La sala mediana del Auditori barcelon¨¦s se abarrot¨® con un p¨²blico de mediana edad en el que se mezclaba mucha curiosidad y algo de inter¨¦s musical con un cierto morbo, seguro, y, ?por qu¨¦ no?, bastantes ganas de dejarse ver, ahora que ya se puede, en un ambiente de lo m¨¢s cool.
El reto de la inauguraci¨®n, las inauguraciones del S¨®nar siempre presentan alg¨²n reto, era hacer realidad uno de los sue?os m¨¢s antiguos de la humanidad: conseguir la ¨ªntima simbiosis entre el hombre y la m¨¢quina, en esta ocasi¨®n con la m¨²sica como herramienta y excusa. Marco Mezquida, el m¨²sico m¨¢s ubicuo de nuestro panorama y m¨¢s all¨¢, se atrevi¨® a medir sus fuerzas con una nueva m¨¢quina diab¨®lica que hac¨ªa su presentaci¨®n p¨²blica. Un dispositivo virtual todav¨ªa sin un nombre oficial que sus creadores en la intimidad conocen como Locura Artificial, por algo ser¨¢. Una locura que ha sido totalmente desarrollada en los laboratorios de la UPC durante estos ¨²ltimos meses.
El artefacto nada visible, ya que se sit¨²a en el interior de un ordenador y solo una pantalla fija e inm¨®vil delata su presencia, trabaja con inteligencia artificial y ha sido entrenado para reconocer y comprender la m¨²sica que interpreta Mezquida y, a partir de ella, actuar como otro m¨²sico creando una s¨ªntesis musical adaptada a lo que acaba de escuchar y se la devuelve al pianista que, a su vez, reacciona con nuevas interpretaciones, cre¨¢ndose una interacci¨®n muy similar a la que pudieran tener dos improvisadores sobre el escenario.
En realidad la idea como tal no es nueva, la novedad radica en la utilizaci¨®n de la inteligencia artificial, y entronca con los experimentos electro-ac¨²sticos de mediados del pasado siglo, pero aqu¨ª no es necesaria la presencia de otros m¨²sicos manipulando la parcela electr¨®nica o utilizar una previamente grabada. Lo que a?ade un factor sorpresa sumamente atractivo.
Durante algo m¨¢s de una hora Mezquida fue derrochando su conocido buen hacer pian¨ªstico mientras la m¨¢quina parec¨ªa hacer lo que le daba la gana sin ning¨²n patr¨®n que pudiera orientar al espectador. Comenz¨® t¨ªmida, dej¨¢ndose apabullar por el piano, pero poco a poco fue ganando confianza hasta alcanzar momentos de una intensidad sofocante seguidos, sin soluci¨®n de continuidad, por otros excesivamente planos. A la Locura Artificial parecieron gustarle m¨¢s los tiempos agitados que los pianos y se puso un tanto borde, con sonidos bastante feos, cada vez que Mezquida rascaba directamente las cuerdas de su instrumento.
Para ser una primera experiencia el resultado fue magn¨ªfico. A la sorpresa inicial, que ya fue importante, se sumaron inmediatamente las infinitas puertas que se iban abriendo a cada paso. Aunque a¨²n tiene mucho camino por recorrer, la Locura Artificial sorprendi¨®, convenci¨® e incluso lleg¨® a seducir. Al final salimos del Auditori no solo felices, sino ansiosos por vivir nuevas experiencias similares, tal vez con otros instrumentos o incluso con grupos m¨¢s numerosos.
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