Pablo Casado y la confusi¨®n
Lo que busca ahora mismo el l¨ªder del Partido Popular es el barullo, detr¨¢s del que esconder su inconsistencia, y la alianza con Vox a la que ¨¦l mismo se ha abocado
No voy entrar en el debate recurrente sobre la inmersi¨®n ling¨¹¨ªstica que se ha vuelto a abrir ahora con motivo de la decisi¨®n del Tribunal Supremo de avalar la obligaci¨®n de que un 25 por ciento de las clases en Catalu?a se den en castellano. Doctores tiene la Iglesia. En su momento, la inmersi¨®n tuvo un apoyo casi un¨¢nime en el parlamento catal¨¢n. Ha funcionado razonablemente. Ha sido escasamente contestada hasta que irrumpi¨® en escena Ciudadanos. Y, en cualquier caso, el castellano ha seguido creciendo en Catalu?a y el catal¨¢n, sin embargo, ha seguido en regresi¨®n, por causas diversas, que poco tienen que ver con la ley y m¨¢s, por por ejemplo, con la natalidad que es un tema del que raramente se habla.
Pero de lo quiero tratar aqu¨ª es de la insolente reacci¨®n de Pedro Casado que es todo un compendio del alcance del actual presidente del PP. No s¨¦ que es peor en pol¨ªtica, la frivolidad o la incompetencia, pero la suma de las dos es un poema. Casado es aparentemente el l¨ªder del principal partido de la oposici¨®n, por tanto, susceptible de alcanzar alg¨²n d¨ªa el gobierno del Estado. Y, sin embargo, cada vez que se siente en apuros ¡ªy ahora lo est¨¢¡ª reacciona con la bronca coma m¨¢ximo horizonte program¨¢tico, lo que conduce inexorablemente a la irresponsabilidad.
?C¨®mo se le puede ocurrir ante esta sentencia apelar al gobierno a que aplique un 155 educativo?
?C¨®mo se le puede ocurrir ante una sentencia a la que espera todav¨ªa un largo recorrido, apelar al gobierno a que aplique un 155 educativo? Han pasado tan s¨®lo cuatro a?os de la aplicaci¨®n del art¨ªculo 155 de la Constituci¨®n para tumbar al gobierno catal¨¢n, en un ejercicio de autoritarismo, que ven¨ªa a disimular la incompetencia del gobierno Rajoy, que tuvo cinco a?os para afrontar pol¨ªticamente la cuesti¨®n y se columpi¨® en la inacci¨®n, y que provoc¨® una dura y dolorosa pol¨ªtica y social. Es un icono de lo que nunca tendr¨ªa que volver a ocurrir. Si el concepto de estadista tiene alguna significaci¨®n, los dirigentes de ambas partes tendr¨ªan que asumir que no deber¨ªa repetirse nunca. Pero Casado va y juega fr¨ªvolamente con ello. Y as¨ª hace un favor a los sectores m¨¢s intransigentes del independentismo, que reciben un regalo que les permite levantar bandera ante una nueva agresi¨®n, en un momento, en que el agotamiento de la ciudadan¨ªa y las querellas internas en el bloque soberanista apuntan claramente hac¨ªa una nueva etapa con una significativa apertura del campo de juego.
Pero a Casado poco le importa porque lo que busca ahora mismo es el barullo, detr¨¢s del que esconder su inconsistencia, y la alianza con Vox a la que ¨¦l mismo se ha abocado. De hecho, despu¨¦s de un tiempo marcando distancias ya se han vuelto a encontrar en el discurso y en la calle. Esta es la realidad de la derecha espa?ola. Incitando a la confrontaci¨®n y negando reconocimiento a los dem¨¢s, Casado ha reforzado a la extrema derecha hasta quedar obligado a apoyarse en ella. De modo, que el balance del presidente del PP, en el momento en que se apresta a entrar en pista para el despegue hacia la Moncloa, es la consagraci¨®n de la confusi¨®n entre poder pol¨ªtico y poder judicial como modo de hacer pol¨ªtica y el blanqueo de Vox, que ahora si est¨¢ ya perfectamente decidido a aprovechar su posici¨®n para cobrarse cualquier apoyo con cargos en el gobierno, como ya est¨¢ intentando en Andaluc¨ªa.
Me pregunto d¨®nde est¨¢n los liberales del PP que guardan silencio. O no los hay o se han incorporado a la confusi¨®n
Se trata de dos contribuciones graves a la degradaci¨®n del sistema pol¨ªtico. Llevando a los tribunales las decisiones del gobierno que no le gustan o capitalizando groseramente las resoluciones de los juzgados, rompe el principio elemental de cualquier democracia: la justicia no es el lugar donde dirimir las querellas pol¨ªticas, porque por esta v¨ªa s¨®lo se llega a la confusi¨®n de poderes. Y coqueteando y reconociendo como socio potencial a un partido negacionista ¡ªcapaz de impedir una declaraci¨®n del Congreso contra la violencia machista¡ª se rompe la obligaci¨®n de los partidos democr¨¢ticos de colaborar como sea para evitar que un partido neofascista alcance el poder. Y as¨ª ya sabemos lo que nos espera: un ruido incesante de aqu¨ª al final de legislatura, jugando con la confusi¨®n entre la pol¨ªtica y los tribunales y buscando enardecer Catalu?a para sacar r¨¦dito de ello. Hay quien dice que es una deriva natural del liberalismo. Me resisto a creerlo. Por eso me atrevo a preguntar d¨®nde est¨¢n los liberales del PP que guardan clamoroso silencio. O no los hay o se han incorporado a la confusi¨®n.
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