Alm¨ªbar, el caballo superviviente del desahucio de Mollet cuidado por los trabajadores de Incas¨°l
La Administraci¨®n busca ahora un hogar adecuado para este equino de 25 a?os
Alm¨ªbar no es ni peque?o, ni peludo, ni blando. De hecho, no es ni un burro. Eso s¨ª, la met¨¢fora con el asno de Juan Ram¨®n Jim¨¦nez se cumple a rajatabla en los espejos azabache que tiene por ojos y la ternura que despierta el viejo caballo al seguir por todo el castillo de Mogoda a los trabajadores del Institut Catal¨¤ del S¨°l (Incas¨°l) encargados de cuidar el inmueble. Y ahora tambi¨¦n a ¨¦l, hasta que la Administraci¨®n le encuentre un hogar adecuado.
El Incas¨°l est¨¢ preparado para ejercer de principal casero p¨²blico de Catalu?a, vigilar planes urban¨ªsticos o facilitar el aterrizaje empresarial en pol¨ªgonos industriales. Pero no para cuidar animales. Desde junio pasado, sin embargo, es el depositario de un equino de 25 a?os y de nombre Alm¨ªbar. Fue encontrado durante un desahucio de un terreno r¨²stico en Can Vila, en Mollet, dentro del parque de la sierra de Galliners. El abogado encargado de la diligencia llam¨® al instituto para pedir instrucciones. ¡°Los bienes materiales pasan a Patrimonio de la Generalitat pero en ning¨²n sitio dice qu¨¦ hacer con un animal¡±, explica Carles Moliner, jefe de gabinete de la entidad.
Lo primero fue llevarlo a un sitio m¨¢s seguro que el poste donde estaba atado, a la intemperie, junto a una barraca y un huerto que su ocupante visitaba los fines de semana. Toni P¨¦rez, el mayordomo del castillo y Jos¨¦ Luis S¨¢nchez, jefe de mantenimiento, fueron a por el animal. ¡°El due?o nos ense?¨® el carn¨¦ del caballo y nos cont¨® que hab¨ªa hecho la romer¨ªa del Roc¨ªo¡±, recuerda S¨¢nchez mientras le da pienso en un balde de metal. Le ataron y, caminando por todo el lateral de la C-17, le llevaron a su nuevo hogar temporal.
¡°No ten¨ªamos ni idea qu¨¦ hacer con un caballo. Una compa?era que sab¨ªa del tema nos ayud¨® mientras ven¨ªa el veterinario¡±, prosigue S¨¢nchez. ¡°No estaba mal alimentado, pero s¨ª hubo que arreglarle los cascos, los dientes y vacunarle¡±, agrega. Lo primero fue comprarle un ronzal de verdad, no el hecho con cuerdas y nudos con que le encontraron. Ahora tienen su bloque de sal, un dispensador autom¨¢tico de agua y 4,3 hect¨¢reas para pasear.
Su hogar, de momento, son las caballerizas que utilizaba el marqu¨¦s de Comillas (propietario del Castillo antes de pasar a manos de la Generalitat en los a?os 80) cuando veraneaba. Alm¨ªbar se siente en casa: ve una puerta abierta y no duda en asomarse. Se deja querer y observa como si supiera que se est¨¢ hablando de ¨¦l. Los a?os se le notan ¡ªla vida media de un caballo ronda los 30 a?os¡ª pero su altura y su porte delatan un pasado esplendoroso en la traves¨ªa por Do?ana.
Ambos trabajadores tienen el coraz¨®n partido. Quieren al equino pero saben que no se puede quedar en el castillo. Un juez determin¨® que el Incas¨°l es depositario del caballo y pasar¨¢ a ser su propietario cuando, ante la ausencia del due?o, se supere en gasto de manutenci¨®n lo que valdr¨ªa. Algo que posiblemente ocurrir¨¢ pronto. No se ha hecho una tasaci¨®n del animal, pero la entidad ya gasta unos 80 euros al mes para cuidarle, incluido un seguro de responsabilidad civil. ¡°Ya acab¨® con todos los higos, las peras y los n¨ªsperos¡±, comenta P¨¦rez.
A Alm¨ªbar le gusta la compa?¨ªa. Entra al edificio y mira con curiosidad a los paletas que comen en uno de los salones. Por estos d¨ªas el ritmo en el castillo es trepidante, pues se trabaja para convertirlo en un centro de eventos acad¨¦micos y sede de grupos de investigaci¨®n de urbanismo, y medio ambiente. El caballo posa para las fotos. Y se acerca para que sus cuidadores le acaricien la crin y el lomo, tan arqueado que a duras penas soportar¨ªa ser montado por un ni?o.
¡±El destino ideal ser¨ªa una h¨ªpica que tenga un proyecto social y acorde con la edad del caballo¡±, explica Merc¨¨ Conesa, directora de la entidad. El Instituto, igualmente, tendr¨¢ que seguir respondiendo por la manutenci¨®n de Alm¨ªbar. Jos¨¦ Luis y Toni cambian de gesto cuando se les recuerda que llegar¨¢ el d¨ªa del adi¨®s. Lo ¨²nico que esperan es que a donde vaya le den mucho amor. Hasta el d¨ªa que, como Platero, la barriga se le hinche como el mundo y las patas r¨ªgidas se eleven al cielo.
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