Los pajareros de la Rambla de Barcelona: ¡°La misi¨®n es evitar que derrumben los quioscos¡±
Los empresarios consiguen paralizar el desahucio de sus paradas y ganan tiempo a la espera de una decisi¨®n judicial
El tiempo se acaba para los antiguos pajareros de la Rambla de Barcelona que desde 2009 venden helados, recuerdos tur¨ªsticos y turrones en los mismos quioscos donde a?os atr¨¢s ofrecieron p¨¢jaros, peces, escorpiones, reptiles y -en d¨¦cadas predemocr¨¢ticas- hasta tit¨ªs. El Ayuntamiento de Barcelona les comunic¨® el pasado verano que antes de fin de a?o ten¨ªan que abandonar sus paradas. Los diferentes recursos a la decisi¨®n, interpuestos por los pajareros, consiguieron ara?ar unas semanas la expulsi¨®n pero el Ayuntamiento lanz¨® un ultim¨¢tum: el 28 de febrero deb¨ªan entregar las llaves de los 11 quioscos ya que se hab¨ªa acabado la concesi¨®n municipal iniciada en 1971. Los pajareros niegan que el acuerdo finalizase en diciembre de 2021 y aseguran que, como m¨ªnimo, la concesi¨®n era por 99 a?os. Adem¨¢s, denuncian que las continuas remodelaciones a las que se vieron sometidos paralizaron ese contador y, por tanto, presumen que la concesi¨®n de sus paradas se extinguir¨ªa mucho m¨¢s all¨¢ de 2070.
El Ayuntamiento estaba dispuesto a iniciar este martes el desahucio administrativo de las paradas, pero los pajareros estaban preparados para resistir y no ponerlo f¨¢cil. La semana pasada consiguieron recoger firmas y presentar, ante del Parlament de Catalu?a, una iniciativa legislativa popular para intentar declarar el ¡°Mercado de los P¨¢jaros de la Rambla de Barcelona como Patrimonio Cultural Inmaterial de Catalu?a¡± y eso que no queda ni rastro de la venta de animales.
En tiempo casi de descuento han conseguido que el Juzgado Contencioso Administrativo n¨²mero 1 de Barcelona paralice unos d¨ªas el desahucio antes que una repentina demolici¨®n impida una marcha atr¨¢s en el retorno de una concesi¨®n donde no quedan claras las fechas. La victoria puede durar solo unas semanas pero para los pajareros es un respiro. EL PA?S ha contactado con la saga familiar de los Cuenca, unos peque?os empresarios propeitario de cinco de las once paradas existentes en la Rambla dispuestos a pelear por un negocio que comenz¨® el abuelo del actual representante de la familia.
A mediados del siglo XIX las autoridades decidieron que no se pod¨ªa vender en el mismo recinto comida y animales vivos por lo que sacaron la venta de estos seres ¨Cque tambi¨¦n era para el consumo humano- del mercado de la Boqueria. La saga de los Cuenca comenz¨® casi un siglo m¨¢s tarde: a mediados del siglo XX. Jos¨¦ Cuenca Gal¨¢n emigr¨® de Casas de Haro (Cuenca) a L¡¯Hospitalet. Comenz¨® a trabajar en una f¨¢brica de c¨¢?amo, pero aquel material le produc¨ªa alergias y record¨® que en su pueblo natal cazaba p¨¢jaros. Hab¨ªa gente que empezaba a comprarlos como animales de compa?¨ªa y fue a venderlos a la Rambla donde, entonces, no hab¨ªa ni paradas. ¡°?l dec¨ªa que fue a hablar con el alcalde Porcioles para pedir permisos. Lo cierto es que el Ayuntamiento dice que se crearon los quioscos en 1971 pero son de mucho antes¡±, asegura Xavier Cuenca, nieto de Jos¨¦ Cuenca y tercera generaci¨®n de pajareros. El negocio de los animales era cada vez m¨¢s boyante hasta el punto que Jos¨¦ Cuenca puso a trabajar, con solo 14 a?os, a su propio hijo Jos¨¦ Cuenca Gal¨¢n (el padre de Xavier).
¡°Yo llevo trabajando aqu¨ª 54 a?os. No s¨¦ hacer otra cosa. Me cas¨¦ y solo hemos hecho una semana de vacaciones cuando los ni?os eran peque?os. Ahora quieren echarme de la Rambla, estoy destrozado emocionalmente¡±, lamenta Cuenca Gal¨¢n. De todos estos a?os recuerda las manifestaciones, las carreras delante de los grises, el incendio del Liceu o el atentado de la Rambla. Pero dentro del negocio, los hitos son otros. A?os atr¨¢s no solo se vend¨ªan p¨¢jaros sino que se pod¨ªa encontrar casi de todo en estos puestos. En 2003 se prohibi¨® la venta de animales en la v¨ªa p¨²blica, aunque los paradistas quedaron en una especie de limbo que acab¨® en 2009 cuando el Ayuntamiento les propuso una reconversi¨®n y cada propietario acord¨® con el Consistorio en que trasformar¨ªan sus quioscos llenos de jaulas. De esos acuerdos nacieron las tiendas de recuerdos tur¨ªsticos, helader¨ªas, turrones, ventas de entradas¡ ¡°Dos a?os m¨¢s tarde ya estorb¨¢bamos para el propio Ayuntamiento y comenzaron las presiones para expulsarnos de aqu¨ª¡±, lamenta Xavier Cuenca. En un principio se baraj¨® la posibilidad de expropiar las paradas e indemnizar a los expajareros pero en verano de 2021 el Consistorio asegur¨® que no ten¨ªa que hacer ni siquiera eso porque finalizaba la concesi¨®n en diciembre.
Xavier y su padre Jos¨¦ mantienen que la concesi¨®n no ha acabado y creen que podr¨¢n defender ante los tribunales este extremo. ¡°Ahora lo importante es conseguir mantener en pie y abiertos los quioscos. Que no vengamos un d¨ªa y los hayan derrumbado¡±, sostiene Xavier.
El Consistorio de Ada Colau mantiene que la desaparici¨®n de las 11 casetas responde al ¡°inter¨¦s general¡±. Una desaparici¨®n que ya constaba en el Plan Especial de Ordenaci¨®n de la Rambla de 2016. El Ayuntamiento sostiene que la actividad que est¨¢n realizando en la actualidad los expajareros ¡°contraviene la Ordenanza Municipal de Mercados de Barcelona, el Plan Especial de Usos del Distrito de Ciutat Vella y el Plan Especial de Ordenaci¨®n de Establecimientos Comerciales destinados a la venta de art¨ªculos de recuerdos¡±. El Instituto Municipal de Mercados de Barcelona ya tiene un proyecto para derribar las paradas y est¨¢ preparando la licitaci¨®n p¨²blica para echarlas al suelo en primavera.
No hay plan b para los pajareros. ¡°Aqu¨ª trabajamos un centenar de personas que pretenden echar a la calle. Ni siquiera nos han propuesto de forma efectiva optar a paradas en los mercados¡±, lamenta Xavier Cuenca. Su futuro est¨¢ ahora en manos de la justicia.
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