Miguel Strogoff en la plaza de Sant Jaume
Esperar que Putin ayudara a Catalu?a a independizarse es la ¨²ltima, definitiva y m¨¢s pat¨¦tica ocurrencia que pudiera surgir de una mente pol¨ªtica que se pretende democr¨¢tica
Pudo m¨¢s la sensatez que la pasi¨®n independentista. Al menos en Esquerra, donde desde hace tiempo se reniega de todo lo que representa Putin, sus obras y sus pompas. Es m¨¢s dudoso el comportamiento de Puigdemont y su entorno. Lo fue durante su presidencia, como poco a poco se ha ido conociendo, pero todav¨ªa m¨¢s durante su dorado exilio bruselense. Hay ambientes pol¨ªticos en los que las subastas radicales y el desorden conspirativo propician el disparate, la infiltraci¨®n y los agentes dobles. Una vez imperan la fragmentaci¨®n y el caos en los partidos, sus d¨¦biles direcciones atienden solo a las redes sociales y se entra en una zona de sombra en la que se pierde el sentido de la orientaci¨®n, el respeto a la inteligencia e incluso la decencia.
Admitamos que fuera solo un accidente, resultado de la insensata osad¨ªa de unos pocos elementos marginales. A reserva de lo que diluciden los tribunales y, si fuera el caso, la obligada investigaci¨®n parlamentaria, tanto o m¨¢s necesaria que la del caso Pegasus, desechemos incluso la seriedad de la propuesta de intervenci¨®n financiera e incluso de auxilio armado a la declaraci¨®n unilateral de independencia por parte de unos amigos rusos, se supone que del grupo Wagner, famoso por sus actuaciones criminales en Siria, Libia, Mali y ahora Ucrania. Incluso imaginando que fueran meras chanzas de caf¨¦, o mezcla de estafa y de intromisi¨®n exterior, tiene todo muy mala pinta y hace ineludible tocar el hueso de los contactos con el Miguel Strogoff que Putin mand¨® a la plaza de Sant Jaume, e interpretar qu¨¦ significa en clave pol¨ªtica, especialmente a la luz de la guerra de agresi¨®n contra Ucrania.
Para un cierto maquiavelismo local, quiz¨¢s nada est¨¦ prohibido y solo importen los resultados. Hist¨®ricamente sabemos lo que significa sacrificarlo todo, tambi¨¦n la democracia y las libertades, a un objetivo supremo. Queda claro a estas horas que alguien especul¨® con una idea descabellada que pervert¨ªa el idealismo independentista, anulaba su pacifismo y destru¨ªa la eficaz propaganda de una d¨¦cada entera.
Ante la debilidad de la pol¨ªtica de alianzas y el fracaso de la internacionalizaci¨®n del conflicto, se abri¨® paso la ocurrencia genial de tantear alianzas infames, impropias de un pa¨ªs moderno y europeo. Catalu?a solo ha avanzado hist¨®ricamente en el autogobierno cuando ha apostado por la democracia parlamentaria, el Estado de derecho y el multilateralismo, y he aqu¨ª que un grupo de amigos y conocidos de Puigdemont imaginaron un futuro catal¨¢n a la sombra del orden internacional totalitario basado en el derecho del m¨¢s fuerte en vez de en la fuerza del derecho. Esperar que el carcelero y verdugo de pueblos que es Vlad¨ªmir Putin ayudara a Catalu?a a separarse de la Espa?a democr¨¢tica y constitucional es la ¨²ltima, definitiva y m¨¢s pat¨¦tica ocurrencia que pudiera surgir de una mente pol¨ªtica que se pretende democr¨¢tica.
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