Hartazgo en centros para discapacitados por las medidas anticovid: ¡°Vivimos metidos en urnas de cristal¡±
El colectivo denuncia las duras restricciones de los ¨²ltimos meses y el hecho de que los trabajadores tengan que llevar mascarilla
Los pisos tutelados de personas con discapacidad en Barcelona siguen arrastrando algunas de las restricciones que han vivido, y todav¨ªa viven, durante la pandemia. A estos espacios se les aplic¨® la normativa de centros residenciales y, por tanto, sus usuarios estuvieron encerrados mucho m¨¢s tiempo que la poblaci¨®n general. La direcci¨®n de la ...
Los pisos tutelados de personas con discapacidad en Barcelona siguen arrastrando algunas de las restricciones que han vivido, y todav¨ªa viven, durante la pandemia. A estos espacios se les aplic¨® la normativa de centros residenciales y, por tanto, sus usuarios estuvieron encerrados mucho m¨¢s tiempo que la poblaci¨®n general. La direcci¨®n de la fundaci¨®n Pere Mitjans, con 18 pisos para personas con discapacidad, explica que en el momento de la desescalada se gener¨® ¡°frustraci¨®n y mal humor al ver que el resto pod¨ªa salir o ir al bar y ellos no¡±. E. T. es residente de unos de los pisos de la fundaci¨®n: ¡°Sent¨ªa envidia cuando la gente pod¨ªa salir y yo todav¨ªa no. No estaba tranquilo porque no pod¨ªa ir a tomar algo con mi familia¡±. Su tutor, su hermano Joan, asegura que ¡°su afectaci¨®n psicol¨®gica fue muy grande: ¨¦l necesitaba salir, yo lo ve¨ªa muy triste y, aunque estuviera muy bien de salud, mentalmente estaba mal¡±.
Una de las quejas que se hace desde el colectivo es que no se ha prestado ninguna atenci¨®n a la salud mental. ¡°Se les ha tratado como a abuelos que no se mueven del sitio, meti¨¦ndolos en una urna de cristal del todo inexistente¡±, comenta Joan. Laura Azarola, profesional de atenci¨®n directa de la fundaci¨®n, coincide con ¨¦l y a?ade que estas personas se encuentran ¡°sobreprotegidas¡± por el resto. ¡°No han tenido capacidad de decisi¨®n sobre los riesgos que pod¨ªan tomar en cuanto a exponerse al coronavirus o no¡±, explica. Esto es as¨ª porque a todas las personas con diversidad funcional se las ha considerado personas de riesgo. La trabajadora piensa que se deb¨ªa haber apostado por ¡°una posibilidad de gesti¨®n mucho m¨¢s individualizada en el sentido de que cada uno de ellos pudiera valorar hasta qu¨¦ punto arriesgarse, como el resto de las personas¡±.
En estos centros, los protocolos de visita han sido muy restrictivos. M. H., otro usuario, explica que lo pas¨® mal el tiempo que no pudo ver a sus familiares: ¡°Pensaba en tantos enfermos y tantas cosas que estaban pasando y como tengo un hermano que tiene asma, ten¨ªa miedo por ¨¦l. Como no pod¨ªa verlos, esto me afectaba m¨¢s¡±. Una vez se abrieron las puertas de los pisos, los encuentros con sus seres queridos deb¨ªan hacerse siguiendo unas normas estrictas: cada uno entraba por una puerta, se sentaban en una mesa y ten¨ªan que tener la mascarilla. M. H. describe esta experiencia como ¡°apagada porque ten¨ªa muchas ganas de verlos, pero como no pod¨ªamos abrazarnos ni hacer nada, me pon¨ªa muy triste¡±. Ahora ya pueden salir a la calle con sus familias, y eso, tal como asegura Joan, ¡°para ellos es media vida¡±.
Sin embargo, todav¨ªa queda una restricci¨®n en este tipo de centros y es que los trabajadores tengan que llevar mascarilla, en interior y exterior. Desde la fundaci¨®n lamentan que ¡°se est¨¢ potenciando un modelo m¨¢s tipo hotel: donde los profesionales sirven como camareros o enfermeras, completamente alejados del modelo comunitario e inclusivo que defendemos¡±. A G. S-M. le gustar¨ªa que los educadores se quitaran la mascarilla ¡°para ver sus caras m¨¢s frecuentemente, y sus sonrisas¡±: ¡°Eso me anima y lo echo de menos.¡± Desde el Departamento de Derechos Sociales de la Generalitat se obliga a estos profesionales a usar la mascarilla porque en los centros viven personas que se consideran vulnerables al virus. En cuanto a la retirada de esta restricci¨®n, aseguran que ¡°no hay una periodicidad establecida¡±, sino que el departamento, junto con Salud P¨²blica, eval¨²an las medidas en funci¨®n de la evoluci¨®n de la pandemia.
A nivel f¨ªsico, la crisis sanitaria tambi¨¦n ha tra¨ªdo consecuencias. En primer lugar, M. H. narra que ¡°la pandemia me ha reducido la movilidad porque me aguanto menos de pie, me siento m¨¢s flojo y las piernas m¨¢s d¨¦biles¡±. Durante el confinamiento, no pod¨ªa ir a su fisioterapeuta habitual y, como alternativa, una persona era la encargada de hacerle masajes: ¡°Ven¨ªa los d¨ªas que pod¨ªa, muchos menos de los que yo iba al fisio antes de todo esto.¡± Pero estos a?os tambi¨¦n han dejado algo ¡°positivo¡±, y es que los trastornos de las conductas bajaron: ¡°La gente estaba m¨¢s tranquila, igual porque las actividades que hac¨ªamos eran suficientemente entretenidas¡±, explica un portavoz de la direcci¨®n.
Econ¨®micamente, la fundaci¨®n Pere Mitjans ha recibido ayudas por parte de la Administraci¨®n, ¡°aunque no suficientes¡±, seg¨²n un miembro del equipo. El dinero aportado por la Generalitat fue destinado a material para la covid: geles desinfectantes, EPI y material de limpieza. Esta ayuda se pag¨® desde marzo de 2020 hasta abril de 2022 y consist¨ªa en 196,30 euros al mes por cada usuario del centro. No obstante, los costes que supusieron el aumento en las ratios de profesionales no estuvieron financiados, lo que ¡°ha aumentado la deuda que ya se ten¨ªa¡±. En toda la pandemia, de los 114 usuarios, hubo siete ingresos hospitalarios por covid (alguno, varias veces), y muri¨® una persona.
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