El Primavera Sound arranca en el F¨®rum barcelon¨¦s la temporada de los grandes festivales
Una multitud entusiasta estrena los espacios de la cita musical en su esperado reencuentro con el p¨²blico
Ingleses sacudi¨¦ndose a primera hora de la tarde unas paellas sint¨¦ticas servidas por camareros orientales en bares de barrio. M¨¢s ingleses bebiendo las primeras cervezas y departiendo amigablemente a la sombra de una terraza. El metro vomitando lenguas interminables de p¨²blico ataviado de manera deportiva, como para correr una carrera amateur. S¨ª, podr¨ªa evocarse aquello de ¡°como dec¨ªamos ayer¡±. Tras dos a?os con estas escenas en el olvido, ayer se puede decir que con la primera jornada del Primavera Sound comenz¨® la temporada de los festivales XXL, esos que juegan en las ligas de las cifras desmesuradas y las distancias inacabables. Ca¨ªa el sol moderadamente, por suerte la climatolog¨ªa regalaba una suave brisa, y las colas ya se formaban en los accesos, que pese a engullirlas con rapidez no pod¨ªan evitar su crecimiento. Parec¨ªa haber tantas ganas que todo el mundo quer¨ªa estar en el recinto del F¨®rum antes de la hora del t¨¦. S¨ª, como dec¨ªamos ayer, pero con m¨¢s ganas a¨²n que ayer.
Ya dentro del recinto, en t¨¦rminos generales de las mismas proporciones que en 2019 aunque con variaciones en la colocaci¨®n de los escenarios centrales, ahora paralelos para evitar molestias a los vecinos, as¨ª como en algunos recorridos, entre el que el m¨¢s inc¨®modo es el que obliga a dar un pronunciado rodeo para alcanzar los escenarios electr¨®nicos de la playa del Bes¨®s, en el extremo norte del recinto, la multitud comenzaba a tomar medida a la que ser¨¢ su casa en los dos pr¨®ximos fines de semana. Tras los festivales de prueba con test de ant¨ªgenos del a?o pasado, en los que, al igual que en la ciudad, el catal¨¢n y el castellano eran los idiomas dominantes, de nuevo est¨¢bamos en un mundo anglosaj¨®n. Y de ellos podr¨ªamos tomar el mejor ejemplo, parejas de sexagenarios, o de quincuagenarios baqueteados, paseaban ya a esas horas como prueba de que su afici¨®n a la m¨²sica no tiene fronteras de longevidad. Un poco como los Stones, pero sin ir de jovenzuelos y a pie de escenario. Y, temas de edad, el primer escenario con colas era el del Auditori., donde Kim Gordon recordaba las ra¨ªces alternativas del festival. La sombra de Sonic Youth ah¨ª est¨¢. Ninguna sorpresa, tambi¨¦n el p¨²blico de a pie del festival envejece.
Lo que si fue una sorpresa may¨²scula fue lo que ocurri¨® con Verde Prato. Esta joven guipuzcoana de Tolosa, que canta mayormente en euskera, que es muy poco conocida, que tiene una propuesta seca y exigente, tambi¨¦n bella y cautivadora, y que actuaba en un escenario tan alejado como la tienda en la que Nick Cave se compr¨® su primera camisa negra, ten¨ªa a m¨¢s de 200 personas siguiendo su actuaci¨®n. Y no era porque all¨ª hab¨ªa sombre, el bien m¨¢s preciado del Primavera diurno. Su concierto, folk ingr¨¢vido servido con voz y teclado, una revisi¨®n de la m¨²sica popular vista con ojos de hoy acababa con Neskaren Kanta, y la lluvia de aplausos provoc¨® que marchase de escena emocionada. Fue un ideal comienzo de festival, con voz queda, como para no hacer ruido.
Y mientras Ana Arzuaga (Verde Prato) deb¨ªa estar comentando el concierto en camerinos, la asistencia hac¨ªa colas ante las barras, comprobando los pesares geopol¨ªticos: cerveza a 4,50 euros. Alegrarse con bebidas espirituosas de mayor octanaje puede implicar la venta de bienes personales. Pero bueno, es un festival y un d¨ªa es un d¨ªa, aunque sean m¨¢s de diez en este caso. Y entre precios y pruebas de sonido se comentaba la ca¨ªda de The Strokes del cartel del viernes, todo y que se mantiene su actuaci¨®n para el d¨ªa 10. Quien hac¨ªa el comentario m¨¢s atinado era Fernando Delgado, del sello PIAS, quien afirmaba ¡°lo m¨¢s normal es que en los tiempos que corren y en un festival de este tama?o es que haya cancelaciones¡±. Y es que en ocasiones olvidamos que la pandemia sigue por aqu¨ª, m¨¢s d¨¦bil quiz¨¢s, pero a¨²n con la suficiente fuerza como para contagiar a un miembro de The Strokes.
Con el sol iniciando ca¨ªda, a eso de media tarde, Faye Webster comenz¨® su actuaci¨®n en uno de los escenarios m¨¢s id¨ªlicos del festival, el que da la espalda al mar, visible entonces mientras se mira a los artistas. Esta artista norteamericana de folk-country, voz suave id¨®nea para confesiones y cuitas, encabezando una banda mixta marcada por el sonido de la guitarra steel de pedal, realiz¨® una actuaci¨®n impecable con piezas tan dulces y mel¨®dicamente preciosas como Better Distractions, Kind Of o la melanc¨®lica A Dream With A Baseball Player. El Primavera de nuevo acuna a su p¨²blico.
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