Polic¨ªa patri¨®tica y c¨®mplices medi¨¢ticos
En una sociedad sana, los que a d¨ªa de hoy todav¨ªa no hubieran renunciado deber¨ªan haber sido cesados despu¨¦s de darse a conocer sus complicidades con Villarejo
Hubo un momento, hace unos 10 a?os, en el que mucha gente mostraba extra?eza por la ausencia de respuesta del entonces presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, ante el crecimiento de la oleada soberanista en Catalu?a. Ahora sabemos que no hubo tal inacci¨®n. Ahora sabemos, porque lo que hemos o¨ªdo en las grabaciones realizadas por el excomisario de polic¨ªa Jos¨¦ Manuel Villarejo, que la respuesta del Gobierno del PP fue activar una maquinaria de espionaje ilegal, chantajes, extorsiones, fabricaci¨®n de mentiras, bulos y falsificaciones para desprestigiar a los l¨ªderes independentistas, al mismo tiempo que les cerraba toda v¨ªa de negociaci¨®n pol¨ªtica. Desat¨® lo que propiamente se conoce como una guerra sucia y la encomend¨® a lo que sin iron¨ªa alguna fue bautizado como polic¨ªa patri¨®tica. La campa?a dur¨® unos cuantos a?os y no solo se dirigi¨® contra los independentistas. Cuando a partir de 2014 las expectativas de ¨¦xito electoral convirtieron a Podemos en un actor de primer rango, con ser¨ªas posibilidades de acceder al Gobierno de Espa?a, el PP lanz¨® tambi¨¦n su maquinaria de destrucci¨®n de imagen contra el partido de Pablo Iglesias.
En aquel momento de hace unos 10 a?os cuaj¨® entre la derecha espa?ola la idea de que su hegemon¨ªa social y pol¨ªtica corr¨ªa un serio peligro si continuaba el auge del independentismo en Catalu?a y la protesta pol¨ªtica encarnada en Podemos y las confluencias en Galicia, Euskadi, Valencia y Catalu?a. ?El sistema est¨¢ en peligro!, clamaban sus portavoces. El independentismo catal¨¢n pas¨® entonces a ser considerado como el enemigo p¨²blico n¨²mero uno de Espa?a y Pablo Iglesias y los suyos fueron se?alados como sus c¨®mplices.
El PP y su Gobierno estaban ya acorralados por un sinf¨ªn de casos de corrupci¨®n y en aquel oc¨¦ano de ilegalidades la polic¨ªa patri¨®tica solo era una m¨¢s. Hab¨ªa llegado a uno de esos momentos en los que todo vale con tal de que sirva para derrotar al enemigo. Se reaviv¨® as¨ª una vieja idea de la derecha, la caracterizaci¨®n de una parte de la ciudadan¨ªa, probablemente mayoritaria, como el enemigo interno, la antiEspa?a. Cuaj¨®, hizo sinergia con el discurso de Vox y de Ciudadanos.
Todo eso no puede hacerse sin la colaboraci¨®n activa de potentes medios de comunicaci¨®n. Los audios de los concili¨¢bulos del excomisario Villarejo con el entonces ministro del Interior Jorge Fern¨¢ndez D¨ªaz y la secretaria general del PP, Dolores de Cospedal, publicados estas semanas, explican con claridad meridiana cuales son los medios de comunicaci¨®n que participan en las conspiraciones. Los nombres de los principales divulgadores, los diarios digitales y de papel, las emisoras de radio, las cadenas de televisi¨®n y sus programas de intoxicaci¨®n pol¨ªtica.
Entre los c¨®mplices de la polic¨ªa patri¨®tica hay no pocos periodistas, algunos con funciones directoras. En una sociedad sana, los que a d¨ªa de hoy todav¨ªa no hubieran renunciado deber¨ªan haber sido cesados despu¨¦s de darse a conocer sus complicidades con Villarejo y sus hombres. Fue una enorme campa?a de intoxicaci¨®n masiva, que dio algunos frutos aunque no todos los deseados. Arruin¨® la imagen del catalanismo en toda Espa?a y contribuy¨® a justificar que Rajoy convirtiera la crisis constitucional catalana en un asunto penal. Aunque no evit¨® que Podemos y los independentistas contribuyeran a formar la actual mayor¨ªa parlamentaria y de gobierno. Ni que, al final, se descubriera el pastel, la infamia que deja perfectamente retratados a sus actores como delincuentes c¨ªnicos y amorales escudados tras la bandera de Espa?a.
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