La voz de Jane Birkin encandila en el Grec pese a sus limitaciones f¨ªsicas
1.500 personas aplauden a la cantante en una noche m¨¢gica en el anfiteatro
Jane Birkin volv¨ªa al Grec dos d¨¦cadas despu¨¦s de aquel memorable Arabesque, todav¨ªa clavado en la mente de muchos. Volv¨ªa con un nuevo disco bajo el brazo sin canciones de Serge Gainsbourg. Volv¨ªa tambi¨¦n tras superar un par de enfermedades que, sin duda, hab¨ªan mermado su potencial f¨ªsico. Flotaba en el aire una cierta incertidumbre sobre qu¨¦ pod¨ªa suceder a lo largo de la velada. A pesar de esa duda razonable, unas 1.500 personas (una vez m¨¢s la juventud e, incluso, la primera madurez brillaban por su ausencia) se congregaron en el anfiteatro de Montju?c, tras lo visto, m¨¢s para recordar que para disfrutar de las nuevas canciones.
Tras un gui?o musical a la generaci¨®n que llenaba las gradas, y que incluso algunos aplaudieron, apareci¨® en la oscuridad Jane Birkin con aires de anti diva. Chaqueta masculina excesivamente grande, zapatillas deportivas, con paso lento e inseguro lleg¨® hasta el taburete instalado en el centro del escenario, apoy¨® en ¨¦l su mano izquierda buscando estabilidad y arranc¨® precisamente con Jane B., el tema que marc¨® su primer disco con Gainsbourg en el lejano 69, aquel a?o er¨®tico ?recuerdan?
El p¨²blico claramente lo recordaba, pero la cantante parec¨ªa insegura y su voz tampoco resonaba con excesiva fuerza. Despu¨¦s de presentar a sus m¨²sicos y de decir unas palabras en un incomprensible castellano a pesar de tener la chuleta en el telepromter, abord¨® un par de temas de su nuevo pl¨¢stico y su voz comenz¨® a recobrar lustre a pesar de pr¨¢cticamente no moverse ni alejarse de la seguridad del taburete. Un cambio que culmin¨® plenamente cuando recobr¨® temas poco conocidos de Gainsbourg.
Birkin record¨® que en 1971 hab¨ªan grabado juntos un disco hoy m¨ªtico y recuper¨® cuatro de los temas de Melody Nelson arropada por un magn¨ªfico cuarteto transport¨¢ndonos realmente a los setenta y provocando un altercado entre nuestros sentidos. Nuestra vista, aunque suene a t¨®pico, ve¨ªa el implacable paso del tiempo. Pero si cerr¨¢bamos los ojos, no nos ¨ªbamos hasta aquel a?o er¨®tico, tampoco hay que exagerar, pero recobr¨¢bamos esa Birkin de pasadas enso?aciones que, con una voz no demasiado llamativa ni educada, era capaz de sugerir mil cosas con una sola palabra y de las mil, novecientas noventa y nueve te alteraban irremediablemente.
Siguieron un par de canciones de su nuevo disco que el p¨²blico no conoc¨ªa. Una de ellas en ingl¨¦s, cosa poco habitual en su repertorio a pesar de haber nacido en aquella isla. Inmediatamente, el volc¨¢n volvi¨® a entrar en erupci¨®n con la Ballade de Johnny Jane. Y a partir de ah¨ª Les dessous chics, Baby alone in Babyone, Ex fan des sixties, Di Doo Dah. A ojos cerrados la Birkin volv¨ªa a ser pizpireta, provocadora y terriblemente sensual, tal vez menos chica mala que anta?o aunque sus palabras segu¨ªan sugiriendo aquellas mil emociones prohibidas, algo tanto debido a su interpretaci¨®n como a la belleza de las canciones de su expareja.
Culmin¨® ese viaje a un pasado, que tal vez no lo fuera tanto, volviendo a su ¨²ltimo disco y bajando el tono de la velada. Hab¨ªa pasado casi hora y media y la cantante sonre¨ªa a pesar de que no se la ve¨ªa en su mejor estado f¨ªsico. Y el p¨²blico en pie, aplaudiendo mientras ella hac¨ªa gestos de emoci¨®n. Sigui¨® la l¨®gica tanda de bises que culmin¨® con una interpretaci¨®n a solas con su pianista del entra?able Pourquoi? de aquel ¨²ltimo disco original de hace catorce a?os. Y as¨ª hubiera acabado la velada si el p¨²blico no hubiera estado realmente excitado. Y la Birkin volvi¨® en plan reivindicativo europe¨ªsta (antes hab¨ªa condenado la guerra en Ucrania) versionando el Putain, Putain de Arno y, aunque la voz se le quebr¨® en alg¨²n momento, el s¨®lido y distorsionado acompa?amiento musical firm¨® un final de altura para una noche que debe calificarse de m¨¢gica por lo o¨ªdo que no por lo visto. O tambi¨¦n porque, qu¨¦ caramba, que una persona que ha pasado varias enfermedades y tiene la movilidad reducida se atreva a hacer m¨¢s de 90 minutos seguidos sin abandonar ni un solo momento el escenario y nos acabe encandilando a todos es como para levantarle un monumento (no quedar¨ªa nada mal en los jardines del Grec).
Con las ¨²ltimas notas de Putain, Putain tambi¨¦n qued¨® aclarado uno de los misterios que se hab¨ªan mantenido a lo largo de todo el concierto: ?se sentar¨ªa la Birkin en el taburete? No, no lo hizo.
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