Tiempo y viento
El ¡®rentab¨®tes¡¯ es ¨²til para pensar sobre el paso de los a?os. Cristales, pl¨¢sticos y hierros terminan en la arena y forman un tapiz abigarrado y l¨²gubre sobre quienes somos
Hay fen¨®menos humanos que nos recuerdan el paso del tiempo. Fen¨®menos c¨ªclicos como la operaci¨®n biquini y las elecciones municipales. Y tambi¨¦n hay fen¨®menos naturales que sirven para lo mismo, para darnos cuenta de que el tiempo, indiferente y esbelto, pasa.
Con esto no quiero decir que los fen¨®menos humanos no militen en la categor¨ªa de naturales. Pero, si bien son naturales, siempre parecen de segunda mano. Podemos ahorrarnos las corridas de toros y el tr¨¢fico de personas, se entiende, y dejar de vivirlos como si fueran inmutables. En cambio, los fen¨®menos naturales, naturales en serio, se presentan con una severidad que nos elimina de la ecuaci¨®n. Un rayo, los calores estivales o los episodios de granizo, por ejemplo, pueden ocurrir o no, mas no dependen de nosotros. S¨ª, nuestra existencia influye, pero no disponemos de un bot¨®n azul para que llueva a nuestro antojo.
Entre los fen¨®menos naturales que m¨¢s me animan est¨¢ el rentab¨®tes, esto ser¨ªa el lavabotas ¡ªel temporal de levante, por decirlo en corto. En El quadern gris, Josep Pla asocia el rentab¨®tes al equinoccio de oto?o ¡ªel temporal de las habas ocurre cerca del de primavera. El levante de oto?o coincide con la vendimia septembrina. Los campesinos aprovechaban los aguaceros para sacar las botas de vino, que la tormenta las lavara y las dejara listas para digerir el mosto de nuevo. Muy bien.
Cuando se entabla el rentab¨®tes, el mar ruge y la gente se encierra en casa. Espero el siguiente con la actitud del feligr¨¦s. Para m¨ª es como un certificado. Sella el verano, nos dice que ya estamos en la ¨¦poca del a?o m¨¢s civilizada. Me gusta por eso. Y porque las playas de la Costa Brava quedan, una vez pasado el temporal, llenas de trastos.
En la novela Climent, de Josep Maria Fonalleras, se cuenta la historia real de un barco cargado de patitos de pl¨¢stico. Naufragado en 1992 mientras hac¨ªa la ruta de Hong Kong, en 2002 el mar volv¨ªa una parte de la carga a las costas de los gallegos. Los patitos llevaban diez a?os a la deriva. Tras el rentab¨®tes, en la playa de Pals se produce el milagro del retorno anual. He encontrado all¨ª los objetos m¨¢s extra?os. De todos los tama?os y colores, a menudo he jugado a pensar cu¨¢nto tiempo llevaban flotando. Juguetes y artilugios, libros, ropa, y aquellos se?ores troncos, pelados, pulidos por el cepillo de las olas. ?Desde d¨®nde vendr¨¢n?
El rentab¨®tes es ¨²til para pensar sobre el paso del tiempo. Cristales, pl¨¢sticos y hierros terminan en la arena y forman un tapiz abigarrado y l¨²gubre sobre quienes somos, una tropa asustada que lanza al mar una especie de prueba del delito. Hace 20 a?os encontrabas zapatos rotos, pedazos de motor. De un tiempo a esta parte, tel¨¦fonos m¨®viles triturados y tampones. Seg¨²n la edici¨®n, un Robinson espor¨¢dico tendr¨ªa material suficiente para montarse una caba?a, con el bien entendido de que no sea ¨¦l, el que llegue, hervido y muerto, despu¨¦s de huir de una guerra, de una hambruna no muy lejanas.
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