?Oh, contramaestre, mi contramaestre!
¡®La Perla Negra¡¯ catalana, el velero naufragado en Chipiona, ha perdido a uno de los miembros fundamentales de su tripulaci¨®n

No tengo buenas noticias que darles de La Perla Negra, el velero catal¨¢n naufragado el pasado abril en la laja de Salmedina, el artero arrecife frente al faro de Chipiona, y arduamente rescatado ¡ªtras ser saqueado por piratas modernos¡ª y enviado por carretera sobre un cami¨®n g¨®ndola a un astillero gallego, que ya es singladura. El barco, en el que viv¨ª las m¨¢s intensas de mis contadas aventuras marineras (afortunadamente no el naufragio: ese d¨ªa no estaba por pura chiripa), se pudre en tierra, como dir¨ªa Conrad, y las ¨²ltimas im¨¢genes que he visto de ¨¦l, tomadas por su desolado capit¨¢n Javier Herrero, son el pat¨¦tico testimonio de un desastre sin paliativos; hasta donde se me alcanza, irremediable. No ten¨ªa peor aspecto el vapor Nan-Shan del capit¨¢n MacWhirr arribando a Fu-chou tras atravesar aquel terrible tif¨®n, ¡°como si llegara del fin del mundo, de las entrevistas costas del M¨¢s All¨¢ Eterno, de donde ning¨²n barco regresa para conceder reposo, en tierra, a su tripulaci¨®n¡±.
Pero sin duda la peor noticia de La Perla Negra es algo mucho m¨¢s terrible: la muerte la semana pasada en Madrid a los 68 a?os del barcelon¨¦s Eusebio Vidal-Ribas, oficioso contramaestre del velero. Contramaestre: el responsable de la mariner¨ªa, de la estiba y del mantenimiento de la nave, tan imprescindible en un barco como las cuadernas y el ancla. Eusebio, alma de la tripulaci¨®n y que se duplicaba como cocinero de a bordo de una manera digna de Long John Silver, se nos ha ido inesperadamente a causa de un c¨¢ncer fulminante que lo ha arrastrado como un hurac¨¢n de Jamaica. ?l tampoco estuvo en el naufragio de La Perla Negra (probablemente no habr¨ªa evitado el accidente, pero todos hubieran ido mejor comidos) y sin embargo un oscuro hilo del destino parece tenderse como un cabo entre ambas desgracias. Conrad, de nuevo, escribi¨® de aquel capit¨¢n del Hilda que perdi¨® inexplicablemente el mascar¨®n de proa ¡ªuna mujer con una t¨²nica azul de franjas doradas, con los brazos blancos, desnudos, extendidos como si estuviera nadando¡ª en la bah¨ªa de Bengala, y se obsesion¨® con la idea de que ese suceso era un presagio de su propia muerte.
Eusebio no era en realidad un marino, al menos de primera vocaci¨®n. Era economista y uno muy bueno. Hab¨ªa trabajado en Merrill Lynch, entre otras firmas y empresas, y hab¨ªa sido consejero de Casa Grande de Cartagena y hombre de confianza de Rafael del Pino y su familia, los due?os de Ferrovial. Pero para m¨ª siempre ser¨¢, serio, reservado, adusto y hasta hura?o y hosco, insociable como a menudo era, una especie de hermano mayor, un m¨¢stil al que asirte en caso de tempestad. Fue mi concu?ado, marido de Nona, mi cu?ada, y el cielo sabe que la vida nos hizo navegar un tiempo por mares revueltos en botes separados y hasta enfrentados, pero nuestra amistad e incluso nuestro mutuo cari?o (aunque ¨¦l arrugar¨ªa el entrecejo ante la palabra y esbozar¨ªa esa breve y ¨¢spera sonrisa suya de bucanero) permanecieron siempre inc¨®lumes. Se hac¨ªa querer de pocos, en realidad los que le importaban, y se ofrec¨ªa en peque?as dosis, preciosas como las l¨¢grimas de Ahab. V¨ªctima de una infancia desatendida y bastante desdichada de casa bien, se protegi¨® con una coraza tan grande que uno se pregunta c¨®mo le ha podido llegar la muerte al coraz¨®n. En todo caso, ya s¨®lo por haber tenido un hijo como Lucas (y a Javi y Pablo) se le ha de considerar un hombre de m¨¦rito, y un hombre bueno.
Es curioso pensar qu¨¦ im¨¢genes dejamos en los dem¨¢s, tan extra?amente selectivas. Yo recuerdo a Eusebio viendo las carreras de F¨®rmula 1 en la tele ajeno a que todos le esper¨¢semos, empezando por su sufrida suegra Montse, para comer en la casa de verano de los Poch en Sant Salvador; solitariamente feliz entre la gente cuando pinchaba ocasionalmente discos en el bar Tama de Carlos Mateu en Comarruga, o rescatando a la hermana de este, Marta Mateu, que se hab¨ªa adentrado imprudentemente en el mar con fuerte resaca, y yendo ¨¦l m¨¢s all¨¢ en las peligrosas aguas nocturnas de lo que ning¨²n otro nos atrev¨ªamos (ese d¨ªa yo me qued¨¦ temblando en el rompeolas). Amarrados una vez en Tagomago pude ver qu¨¦ bien le iba la rutina del barco, medicina excelente para los corazones dolidos y para calmar los esp¨ªritus turbulentos. Tambi¨¦n le evoco con mirada sard¨®nica cuando en una salida en formato familiar nos ba?¨¢bamos con una cuerda desde el catamar¨¢n de Luis Campder¨¢ y a m¨ª se me qued¨® el traje de ba?o a la altura de los tobillos, de forma que la ¨²nica manera decente de salir de la situaci¨®n era soltando el cabo y ahog¨¢ndome. Pero sobre todo le recuerdo a Eusebio recibi¨¦ndome a bordo de La Perla Negra cuando yo corr¨ªa con el petate al hombro por el muelle de Levante, esquivando nor¨¢is, siempre tarde (gajes del oficio y de mis dudas al embarcar), con el barco a punto de zarpar, como si, pese a toda mi ignorancia marinera y mi miedo al mar, fuera uno m¨¢s de la tripulaci¨®n, uno de ellos. Es sabido que en el mar no hay nada como ser aceptado.

Ten¨ªa un lado hedonista (era miembro de una sociedad gastron¨®mica, y prob¨® de todo: una noche inolvidable nos invit¨® a setas de la risa en el Bocaccio); tambi¨¦n autodestructivo en ese mal h¨¢bito tan masculino de no cuidarse y hasta de descuidarse. Y era ¨²ltimamente feliz a lo De vita beata de Jaime Gil de Biedma (y valga la comparaci¨®n dado que compart¨ªa casa con una sobrina del poeta, Marta, viuda de su gran amigo Javier Casanovas) en la relativa soledad de un retiro estupendo en la villa que pose¨ªa en Sant Pere de Ribes, que es donde van a descansar sus cenizas.
Aunque lo suyo hubiera sido hacerle un entierro vikingo-gallego en La Perla Negra desmantelada, con su querida perra a los pies (tampoco le hubiera desentonado un sargento de la Legi¨®n Extranjera), a Eusebio lo hemos despedido en el mucho m¨¢s prosaico tanatorio de Las Rozas, tan lejos de un crep¨²sculo encendido en el archipi¨¦lago de Malasia. Hasta all¨ª, Las Rozas, se desplazaron sus curtidos compa?eros de tripulaci¨®n, marina y/o vital; Juan Marcos, Tit¨ªn, Marcos Salinas,¡ y tambi¨¦n un servidor, el grumete, de forma que en alg¨²n rinc¨®n aquello pareci¨® el entierro del lobo de mar de aquel cuento de Conrad (permanente invitado a esta cr¨®nica), Una sonrisa de la fortuna, al que asist¨ªan conmovidos todos los capitanes del puerto de la isla de La Perla, hombres sin sombrero y de trajes sombr¨ªos, sabedores de la fugacidad de todo cuanto existe bajo el sol, barcos, amigos, hermanos. ¡°Las l¨¢grimas les resbalaban por los rostros, tan batidos por los vientos, como descienden las gotas de lluvia por una vieja y ¨¢spera pared¡±. As¨ª le despedimos, irremplazable camarada. ¡°Un sue?o debe ser que en la cubierta/ hayas ca¨ªdo fr¨ªo y muerto¡±. ?Oh, contramaestre, mi contramaestre!
Puedes seguir a EL PA?S Catalunya en Facebook y Twitter, o apuntarte aqu¨ª para recibir nuestra newsletter semanal
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Sobre la firma

M¨¢s informaci¨®n
