Eres una cronodelincuente: es posible explotar otra manera de vivir el tiempo
Raquel Friera y Xavier Bassas son los creadores del Instituto del Tiempo Suspendido: combaten el expolio que nos est¨¢n haciendo del tiempo
No me da la vida. No llego. Esas son frases que repetimos en demasiadas ocasiones. Lo pienso mientras miro el tel¨¦fono m¨®vil parada con la moto en un sem¨¢foro. O cuando abro los mensajes y me asusta el claxon del coche de detr¨¢s avisando de que est¨¢ verde. La cita es en una tienda de relojes del Eixample. Los protagonistas, una artista y un fil¨®sofo. El tema de la conversaci¨®n: el tiempo.
Raquel Friera y Xavier Bassas son los creadores del Instituto del Tiempo Suspendido y activistas del tiempo. Llegan puntuales. Ella lleva un reloj antiguo de mu?eca. Lo ha recuperado para dejar de mirar el m¨®vil. ?l lleva un reloj de bolsillo. Van de oscuro para transmitir el mensaje: esto es algo trascendente. Pero, exactamente, ?a qu¨¦ se dedican?, ?por qu¨¦ el tiempo?, ?llevamos demasiado tiempo sin tiempo? ¡°El Instituto es muy interdisciplinar y tiene una voluntad activista en el sentido de combatir este expolio que nos est¨¢n haciendo del tiempo. Cada vez es un tema m¨¢s alarmante. Nosotros somos los impulsores, pero hay un mont¨®n de c¨®mplices que nos han apoyado. Tiene una sede virtual y luego despliega sedes f¨ªsicas donde nos acogen, la ¨²ltima en la Capella del ICUB¡±, explica Raquel. El instituto busca, entre otras cosas, reapropiarse del tiempo robado por el neoliberalismo y ¡°saber que, tal y como vivimos, el tiempo hoy es deudor de un r¨¦gimen temporal, no es natural, podr¨ªa ser otro¡±.
Ella no toma nada. ?l pide agua con gas. Al segundo cortado de la periodista, Xavi comenta ir¨®nico: ¡°Si no repartieran caf¨¦ en Occidente, la sociedad colapsar¨ªa. Es lo que aguanta el ritmo, una droga ligera¡±. Se pone serio: ¡°Lo m¨¢s importante es que cada sociedad, para que funcione, debe tener un r¨¦gimen temporal, es decir, entender, pensar y vivir el tiempo de una manera. La sociedad moderna neoliberal vive bajo su propio r¨¦gimen. Ese r¨¦gimen siempre est¨¢ asociado al poder. La manera como pensamos y vivimos el tiempo no es natural, ni hoy ni en ¨¦pocas pasadas, no existe una manera natural de vivir el tiempo: siempre depende de un r¨¦gimen temporal impuesto¡±. Xavi explica c¨®mo es nuestro tiempo hoy: es ¨²til y debe producir en t¨¦rminos de poder, es decir, usas tu tiempo para tener m¨¢s prestigio y m¨¢s poder. Es un tiempo acelerado, si puedes hacer lo mismo en menos tiempo, mejor. Adem¨¢s, est¨¢ cuantificado, sometido a unas leyes num¨¦ricas. ¡°En invierno, en verano, aqu¨ª, en Par¨ªs, es el mismo tiempo¡±, lamenta el fil¨®sofo. ¡°Y es aparentemente neutro desde el punto ideol¨®gico, cuando no lo es¡±.
Raquel lo tiene claro: es necesario instaurar una asignatura en ESO que hable del tiempo. Su experiencia con adolescentes le dej¨® claro la angustia que sufren ante esta presi¨®n. ¡°Tendr¨ªa que ser un tema prioritario en una edad que les configura. Ahora descansas para volver a ser productiva, eso no es realmente ni descansar ni suspender el tiempo¡±. Menos matem¨¢ticas y m¨¢s tiempo. Raquel es magn¨¦tica. Una artista de extenso curr¨ªculum que antes de Bellas Artes estudi¨® Administraci¨®n de Empresas en ESADE. Una creadora que tras pasar por el departamento de marketing de una multinacional, detest¨® las cuentas de resultados y opt¨® por el arte. Y el tiempo, o su falta de ¨¦l, a quien m¨¢s penaliza es a la mujer, quien m¨¢s sufre ese empobrecimiento. ¡°En las mujeres recae la mayor¨ªa del trabajo de los cuidados, que no tiene remuneraci¨®n ni crea derechos¡±.
Entramos en la relojer¨ªa Rafael de la Torre. Nos sirve de plat¨® para la foto. Pero, de paso, entramos en la m¨¢quina del tiempo. Las paredes, cubiertas de relojes de cuco, relojes isabelinos, relojes de otra ¨¦poca. Suena el cuco de forma contundente. La gente sigue llevando a la tienda su reloj de pulsera, comenta uno de los propietarios. Aqu¨ª los siguen arreglando, desde 1979. La periodista parece no haber entendido nada. Se impacienta. ?Cu¨¢l es la soluci¨®n?, insiste. ¡°Ponlo, ponlo¡±, remarca Xavi: ¡°La entrevistadora estaba como muy estresada por saber el desenlace. No tiene ninguna paciencia. En el instituto tambi¨¦n jugamos con la distensi¨®n¡±.
?Nos podemos llevar mejor con el tiempo? Eso queda claro. No se trata ni de perderlo ni de disfrutarlo. Significa suspender la naturalidad del tiempo. Significa suspender la hora occidental, el tiempo neoliberal, el que es productivista, neutro, lineal. Por fin Xavi pronuncia la palabra m¨¢gica. La respuesta es la cronodiversidad. ¡°Existe una normatividad temporal: a nivel de vida est¨¢s sometido, naces, te formas, quieres conseguir trabajo, tienes una pareja, tienes unos hijos, subes en el escalaf¨®n salarial, vas creando tu herencia salarial, actualmente intentas morir sin haber envejecido, y luego dejas una herencia a tus hijos y mueres rodeado afectuosamente de los tuyos. Todo tiene fechas¡±. La cronodiversidad es posible. ¡°Nacemos con ello. Los ni?os no entienden ni viven, por ejemplo, en nuestro r¨¦gimen temporal: van a su ritmo, son ejemplos vivos ¡ªa veces insoportables para nuestra prisa¡ª de la idiorritmia: a cada cual, su ritmo. Como dec¨ªa Foucault, la escuela es una preparaci¨®n para la f¨¢brica. Pero en cada cosa, siempre, pueden haber otros tiempos: en la relaci¨®n con tu pareja, en la forma que te tomas un caf¨¦¡ es posible explotar otra manera de vivir el tiempo que no sea la que est¨¢ establecida. Esta entrevista tambi¨¦n deber¨ªa dilatarse, cada vez que nos veamos. No acabas la cr¨®nica y fuera. No puede ser eso. Te tiene que afectar¡±. Xavi dice que soy una cronodelicuente. Adem¨¢s, de manual. Todos lo somos de alguna manera. Le digo que lo suspendemos. En otro momento. En otro tiempo. Seguiremos sin duda con la cr¨®nica.
Puedes seguir a EL PA?S Catalunya en Facebook y Twitter, o apuntarte aqu¨ª para recibir nuestra newsletter semanal
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.