?En qu¨¦ nos hemos equivocado?
Timothy Garton Ash, intelectual y atento al devenir europeo desde hace casi 50 a?os, tiene una respuesta. Hemos sufrido el ¡°tr¨¢gico pecado de la excesiva confianza en nosotros mismos¡±
A esta pregunta le cuesta abrirse paso en nuestro mundo pol¨ªtico. No interesan los errores del pasado m¨¢s reciente sino las disputas del presente. Del largo plazo, mejor ni pensarlo. Todo se lo llevan las pr¨®ximas elecciones. A menos que sean las ¨²ltimas, un mal pensamiento que surge cada vez en m¨¢s pa¨ªses en todo el mundo, pero cada vez m¨¢s cerca, en Hungr¨ªa, Polonia o Israel.
Timothy Garton Ash, intelectual perspicaz y atento al devenir europeo desde hace casi medio siglo, tiene una respuesta para tan embarazosa y crucial pregunta. Hemos sufrido el ¡°tr¨¢gico pecado de la excesiva confianza en nosotros mismos¡±. Es la hybris, el inflamado orgullo con el que los dioses griegos ciegan a quienes triunfan. Estados Unidos va en cabeza con su guerra de Irak, naturalmente. Luego la lista europea, con el Brexit y el ascenso de los nacionalpopulismos de ultraderecha. La ampliaci¨®n de la UE y de la OTAN, distra¨ªdas respecto al revanchismo ruso. La autosatisfacci¨®n bruselense justo en puertas de la crisis financiera. Y en el fondo, el capitalismo global, persuadido de que los ciclos se hab¨ªan terminado, como un eco del famoso triunfo final de la historia imaginado tras la ca¨ªda del Muro. Es m¨¦rito de Garton Ash que se incluya ¨¦l mismo entre los pecadores: ¡°S¨ª, la hybris de liberales como yo, que cre¨ªan que pod¨ªamos avanzar ahora desde una Europa libre hacia un mundo libre¡±.
Esta es solo una de las muchas y penetrantes observaciones de su ¨²ltimo ensayo, titulado Homelands. A personal history of Europe, alrededor de la memoria autobiogr¨¢fica, impregnada de sentido tr¨¢gico y de patriotismo europeo y dolida sin remedio por la derrota del Brexit. Arranca del horror de la guerra y de la postguerra europeas, a partir de la memoria del soldado ingl¨¦s en el desembarco de Normand¨ªa que fue su padre, y llega hasta las matanzas de la guerra de Ucrania. Es leve la huella de la historia espa?ola, algo de la transici¨®n, un poco de Vox, fruto de la excentricidad hisp¨¢nica desde la victoria franquista en la Guerra Civil, y a la vez es enorme la elipsis de la crisis catalana, un elemento que en el caso de Garton Ash no puede obedecer a descuido alguno, ni tan siquiera a insensibilidad. El proc¨¦s ha sido un caso clamoroso de hybris, todav¨ªa sin cura ni sentido de culpa, y su actual castigo silencioso es el de su justificada irrelevancia, tan bien reflejada por la desatenci¨®n que suscita como experiencia pol¨ªtica por parte de las mejores cabezas europeas.
A pesar de todo, hay una lectura de Homelands desde Catalu?a y para catalanes, especialmente los independentistas, ejemplificada por esta acertada sentencia: ¡°Como en una buena comedia, la historia se toma su tiempo para ofrecer sus mejores chistes¡±. Garton Ash cita la pugna brit¨¢nica por conseguir de Bruselas el acceso al Mercado ?nico, que Londres contribuy¨® a crear con Margaret Thather y que luego sus disc¨ªpulos cortaron alocadamente con el Brexit. Imposible no pensar en quienes renegaron de la autonom¨ªa catalana para conseguir el Estado propio y luego han ido regresando uno detr¨¢s de otro, todav¨ªa peleados y enfurru?ados, aunque siempre vociferantes, a sacar todo el partido posible del Estado constitucional que quisieron destruir.
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