Barcelona o la alfombra roja del PP al independentismo
Feij¨®o afronta una crisis de credibilidad si da v¨ªa libre a un alcalde secesionista en la capital catalana mientras afea a S¨¢nchez sus pactos con ERC
Antes de desear mucho una cosa hay que pensarlo bien porque, a veces, los deseos se hacen realidad. Que se lo pregunten si no al PP de Barcelona. Y es que mientras Alberto N¨²?ez Feij¨®o hac¨ªa campa?a por toda Espa?a acusando a Pedro S¨¢nchez de venderse a ¡°separatistas¡± y ¡°terroristas¡±, en la capital catalana su candidato, Daniel ...
Antes de desear mucho una cosa hay que pensarlo bien porque, a veces, los deseos se hacen realidad. Que se lo pregunten si no al PP de Barcelona. Y es que mientras Alberto N¨²?ez Feij¨®o hac¨ªa campa?a por toda Espa?a acusando a Pedro S¨¢nchez de venderse a ¡°separatistas¡± y ¡°terroristas¡±, en la capital catalana su candidato, Daniel Sirera, imploraba apoyos para abandonar la irrelevancia y ser ¡°decisivo¡± en el futuro ayuntamiento. Cosas de la vida, los deseos de Sirera se han cumplido y, con sus cuatro concejales, el PP se ha convertido en ¨¢rbitro de la situaci¨®n. Por acci¨®n u omisi¨®n puede permitir que gobierne un partido ¡°separatista¡±, en este caso el Junts de Xavier Trias y Carles Puigdemont, o que lo hagan los socialistas con otros apoyos por la izquierda.
Como candidato del partido m¨¢s votado, Trias puede alcanzar la alcald¨ªa con sus once concejales de un total de 41 si nadie logra una mayor¨ªa alternativa que sume 21. El ¨²nico en disposici¨®n de hacerlo ser¨ªa el socialista Jaume Collboni en una operaci¨®n que no es f¨¢cil pero que tampoco es imposible si tenemos en cuenta acuerdos del pasado en la misma instituci¨®n. El acuerdo m¨¢s ensayado hist¨®ricamente en Barcelona ha sido el del tripartido de izquierdas con Esquerra Republicana y los comunes o sus antecesores de Iniciativa. Pero una vez ERC parece haberse decantado para volver a las andadas con un frente independentista, la ¨²nica soluci¨®n si alguien quiere evitar un ayuntamiento independentista en la capital catalana y segunda ciudad espa?ola es que el socialista Collboni logre apoyos para la investidura tanto de sus antiguos socios de los comunes como del PP. Ecuaci¨®n complicada, s¨ª, pero no necesariamente imposible si el PP fuera consecuente con el discurso de Alberto N¨²?ez Feij¨®o.
Las conversaciones entre partidos est¨¢n en plena ebullici¨®n y el PP va dando se?ales de que, m¨¢s all¨¢ de quejarse, no quiere hacer nada para evitar un gobierno independentista. No se entiende si no la voracidad de sus peticiones. Por una parte descarta totalmente, dice, apoyar a un alcalde independentista. Pero por otra parte ha presentado un listado de 43 exigencias para llegar a cualquier acuerdo. Lo que piden es volver a dar barra libre a la construcci¨®n de hoteles en una ciudad tur¨ªsticamente saturada como es Barcelona, rebajar la tasa tur¨ªstica, paralizar las peatonalizaciones de calles, no aplicar la regulaci¨®n de los precios de los alquileres y acabar con la obligatoriedad de reservar el 30% de las nuevas promociones para vivienda social. En resumen, piden aplicar la versi¨®n barcelonesa de la tan cacareada ¡°derogaci¨®n del sanchismo¡±. Aqu¨ª se traduce como ¡°derogar el colauismo¡±. El problema es que derogarlo implica tambi¨¦n cargarse las medidas que los socialistas han aprobado como socios de la hasta ahora alcaldesa y, de paso, retroceder varios a?os en la aplicaci¨®n de las medidas contra la contaminaci¨®n, algo que pondr¨ªa la ciudad ante el riesgo de nuevas sanciones de la Uni¨®n Europea.
Adem¨¢s de estas condiciones, el PP lo complica todav¨ªa m¨¢s pidiendo a Collboni que no meta en su gobierno ni a Ada Colau ni a nadie de los comunes, un partido que ha logrado nueve concejales, m¨¢s del doble que el Partido Popular. Y un partido, adem¨¢s, imprescindible para que los socialistas logren la alcald¨ªa. A nadie deber¨ªa sorprender pues que muchos electores se acaben preguntando si, en realidad, lo que busca el PP es que Barcelona vuelva a ser un refugio institucional del independentismo para volver a poner en marcha la rueda del proc¨¦s. Es esto o una contradicci¨®n absoluta. Al fin y al cabo, pueden pensar muchos, los independentistas no deben ser tan peligrosos si quien les pone la alfombra roja en Barcelona es el mism¨ªsimo Partido Popular.
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