La excepci¨®n catalana
El fantasma del autoritarismo posdemocr¨¢tico apunta a Catalu?a como el espacio con mayor espectro de resistencia a la extrema derecha de todo el mapa espa?ol

¡°Los partidos de extrema derecha est¨¢n llegando al poder en toda Europa, ?Espa?a es la siguiente?¡±, se pregunta The New York Times. Poner las elecciones espa?olas en relaci¨®n con la Uni¨®n Europea enmarca el problema. De por s¨ª es inquietante que un partido de extrema derecha, con la nostalgia del fascismo como bandera, llegue al poder de la mano de la derecha presuntamente liberal. Pero la cuesti¨®n se agrava cuando el fen¨®meno ya no es una singularidad espa?ola sino que se propaga por toda Europa dividiendo a las derechas en dos: aquellas que se niegan a dar reconocimiento al autoritarismo manteniendo una distancia sin matices con la extrema derecha; y aquellas ¡ªcomo es el caso del PP¡ª que no s¨®lo permiten que se les acerque sino que incluso asumen y comparten exigencias que limitan derechos y cuestionan la libertad de expresi¨®n. La extrema derecha ya no es una rareza espa?ola. Lo cual la normaliza. Frente al lenguaje resistencial se oyen argumentos tan peregrinos como que el paso por el poder es la v¨ªa m¨¢s eficaz para domar a la extrema derecha. Y, a medida que pasan los d¨ªas y la opci¨®n de un gobierno PP-Vox se hace m¨¢s veros¨ªmil, una marea de discursos bien pensantes canalizada por los medios de comunicaci¨®n conservadores apela con descaro a la integraci¨®n de Vox con Europa como coartada.
En este contexto, todas las encuestas apuntan a lo que ya se vivi¨® en las auton¨®micas y municipales: Catalu?a ser¨¢ una rotunda excepci¨®n en un mapa de Espa?a desplazado hacia al autoritarismo posdemocr¨¢tico. Por un lado, el rechazo a la extrema derecha es aqu¨ª un¨ªvoco, salvo en los sectores m¨¢s espa?olistas de la derecha catalana que lo reconocen como de la familia y algunas voces del independentismo que juegan a la confusi¨®n con el argumento de que todos los partidos espa?oles son iguales en su odio a los catalanes. De modo que el voto ¨²til ante una situaci¨®n de emergencia dar¨¢, con toda probabilidad, a los socialistas catalanes un diferencial claramente positivo respecto al resto de Espa?a.
Al mismo tiempo la perspectiva de la irrupci¨®n neofascista, sumada a la nostalgia por la ocasi¨®n perdida en octubre de 2017, est¨¢ sirviendo ¡ªy desde las municipales es un runr¨²n que no cesa¡ª para que el independentismo adquiera conciencia de sus l¨ªmites y, por tanto, regrese al territorio de lo posible. Con dos discursos: el de cierto independentismo irredento que intenta diluir la conciencia de fracaso culpabilizando a los enfrentamientos entre partidos y movimientos independentistas y apelando a la uni¨®n sin fisuras, a sabiendas de que hoy es imposible porque afecta a intereses en disputa entre ellos; y el de los partidos independentistas tradicionales que, temerosos de que la prioridad de detener a la extrema derecha provoque fugas de voto ¨²til hacia el PSC, se abren a estrategias y alianzas para el d¨ªa despu¨¦s. Dicho de otro modo, el fantasma del autoritarismo posdemocr¨¢tico ha actualizado el reconocimiento de un fin de etapa del independentismo al mismo tiempo que apunta a Catalu?a como el espacio con mayor espectro de resistencia a la extrema derecha de todo el mapa espa?ol.
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