El ¨¢rbol navide?o m¨¢s alto y los barrios m¨¢s pobres
La solidaridad sigue siendo un objeto extra?o para algunos poderes p¨²blicos elegidos democr¨¢ticamente y con liderazgos populistas
¡°Badalona tiene el mejor ¨¢rbol de Catalu?a, de Espa?a, de Europa y del mundo¡±, sentenciaba hace unos d¨ªas Xavier Garc¨ªa Albiol en la inauguraci¨®n del encendido del abeto navide?o de grandes dimensiones: 40 metros de alto, 15 metros de di¨¢metro y con 82.000 puntos de luz. Badalona deb¨ªa ir, de acuerdo con el alcalde popular, tres metros por delante del abeto socialista de Vigo en la carrera por hacer visible su esplendor desde el espacio exterior. La ¡°estrella de Bel¨¦n¡± gallega, sin embargo, ha arrinconado las pretensiones badalonesas.
Pero alturas aparte, el aliento de la ¡°ilusi¨®n y la magia¡± navide?a ¨Cseg¨²n Albiol¨C que el gobierno municipal quiere transmitir no llega a todos los rincones de Badalona. La ciudad cuenta con seis de las agrupaciones censales ¨Cde entre 5.000 y 20.000 habitantes¨C m¨¢s pobres de Catalu?a, seg¨²n el Idescat. Desde que Albiol se hizo aplastante y democr¨¢ticamente con la alcald¨ªa, en mayo pasado, se ha dado marcha atr¨¢s en la ya iniciada compra del Be Dream Hostel para albergar a personas con emergencias habitacionales. No se ha reunido, ni tan solo ha sido convocado, el consejo municipal de la vivienda para abordar uno de los problemas m¨¢s acuciantes de la ciudad. Solo en octubre, la Plataforma Sant Roc Som Badalona evit¨® medio centenar de desahucios y ha hecho otro tanto con otros 30 lanzamientos en lo que llevamos de un mes que amenaza con llegar a las 52. Mientras, el Ayuntamiento ha hecho realidad la promesa de crear una concejal¨ªa antiokupas (que en seis meses ha actuado brillantemente contra un allanamiento). Tambi¨¦n se ha anulado el programa Acol de regularizaci¨®n para extranjeros, que pretend¨ªa dar trabajo durante un a?o a una quincena de personas. Primero los de casa ¨Cdec¨ªa el eslogan anta?o empleado por el actual alcalde¨C, aunque no tengan casa, podr¨ªa a?adirse ahora.
En el despiadado mundo real se impone una suerte de conservadurismo compasivo, un escenario descrito en una pel¨ªcula de Berlanga que deb¨ªa llevar por t¨ªtulo Siente un pobre a su mesa, copiando el lema de una campa?a navide?a franquista sobre c¨®mo ten¨ªa que ser la solidaridad bien entendida. La siempre bienintencionada censura acab¨® bautizando el filme como Pl¨¢cido. En la pel¨ªcula, Berlanga contrapone la c¨ªnica caridad nacional-cat¨®lica con la pobreza realmente existente. Hoy, las ollas Cocinex del filme del director valenciano se han convertido es un frondoso y alt¨ªsimo ¨¢rbol de Navidad, tras el que se ocultan muchos problemas. Y es que la solidaridad sigue siendo un objeto extra?o para algunos poderes p¨²blicos elegidos democr¨¢ticamente y con liderazgos populistas. Son comportamientos compartidos por amplios sectores de la ciudadan¨ªa que les concede su voto y respalda su gesti¨®n.
Hay pol¨ªticos muy eficaces a la hora de explotar el miedo al diferente y el desprecio a pagar impuestos. Victorias como las de Javier Milei en la castigada Argentina ilustran ese mecanismo, que llevado a su ¨²ltimo extremo conduce a la cat¨¢strofe. El periodista norteamericano Matthew Hongoltz-Hetling ha relatado la experiencia de varios cientos de libertario-capitalistas que en 2004 se fueron a vivir a la localidad Grafton (New Hampshire) para crear su comunidad y demostrar que se pod¨ªa funcionar sin impuestos. El libro A Libertarian Walks into a Bear explica c¨®mo fracas¨® el intento. Entre otras cosas, por ejemplo, los osos encontraban comida f¨¢cil en la basura acumulada lib¨¦rrimamente y comenzaron a recorrer las calles a modo de vecinos inc¨®modos. Llegaron incluso a atacar a algunos habitantes. En 2016 no quedaban ni n¨¢ufragos humanos en esa fallida isla. Solo osos.
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