Una noche de baile en comarcas
El grupo Dusminguet se reuni¨® en Les Borges Blanques para celebrar el 30 aniversario de la sala Slavia
Para los metropolitanos pueden resultar extra?as las cosas que pasan m¨¢s all¨¢ de sus narices, Catalu?a adentro. Por ejemplo que un concierto se geste en torno a desbrozadoras. ¡°Desde hace a?os nos conocemos, ¨¦l ha tocado en la sala en todos los formatos posibles y cada temporada voy a su casa con la desbrozadora, y entre ambos limpiamos el terreno. As¨ª naci¨® la idea¡±. Lo recordaba ayer Albert Tarrats hijo, continuador del negocio de sus padres en Les Borges Blanques, donde hace 30 a?os fundaron la Cafeter¨ªa y sala de conciertos Slavia. El desbrozado es Joan Garriga, uno de los m¨²sicos catalanes que mejor ha entendido el cruce entre m¨²sicas populares de la tierra con las de Latinoam¨¦rica.
Joan es de La Garriga, m¨¢s all¨¢ de la metr¨®poli, y all¨ª cre¨® Dusminguet junto con Dani Portabella, Mart¨ª Vilardeb¨® y Xavier Boixader. Veinte a?os despu¨¦s de su separaci¨®n se reunieron el s¨¢bado por la noche para ralizar un concierto ¨²nico en clave de homenaje a los 30 a?os de historia de la Cafeter¨ªa Slavia, a¨²n m¨¢s all¨¢ de la metr¨®poli, un espacio que resiste ofreciendo m¨²sica en directo con testarudez. El padre de Albert, ya fallecido, hubiese estado satisfecho como lo estaban su mujer y su hijo viendo como 5.000 personas llenaron el descampado donde en fiestas, 31 de agosto, t¨®mese nota, se instala el real de la feria. Y fue como una fiesta mayor.
Por edad fueron las generaciones que por abajo ahora ya ha entrado con arrojo en la treintena y por arriba pasa por poco, ya con un poco de v¨¦rtigo la cincuentena las que respondieron al llamado. En sus diez a?os de historia Dusminguet fueron la banda sonora de multitud de fiestas populares, y aunque fue Barcelona la que luego lustr¨® lo que se llam¨® ¡°sonido mestizo¡±, fue en pueblos y fiestas mayores donde esta m¨²sica tom¨® carta de naturaleza, haciendo bailar a quien se acog¨ªa bajo su paraguas. Sonidos de cruce para la fiesta, que en Les Borges Blanques ya comenzaba en la actitud de las personas que hac¨ªan cola ante el recinto, iluminadas por las sonrisas de una noche especial en la que ellas mismas eran objeto de su homenaje con la m¨²sica y el grupo que iban a escuchar. Nadie quedaba al margen de la celebraci¨®n: sala, m¨²sicos y asistencia. El s¨¢bado por la noche la localidad ten¨ªa as¨ª su Glastonbury particular, la hosteler¨ªa no daba a basto, los vecinos asist¨ªan con curiosidad a la invasi¨®n de sus calles y en alg¨²n bar se o¨ªa ¡°ha venido hasta una pareja de Murcia¡±, un aut¨¦ntico exotismo. Era una noche grande.
Cuando el gent¨ªo hall¨® acomodo en el recinto y nadie alimentaba la cola comenz¨® la actuaci¨®n de Dusminguet, que por esas cosas de la vida jam¨¢s tocaron como tales en Slavia. Un Joan Garriga euf¨®rico alent¨® el esp¨ªritu de la noche con una alocuci¨®n preparatoria y ¡°Ritmo americano¡± inici¨® el desparrame. Para mejorar el ambiente ya s¨®lo faltaba una noria. El hormigueo prendi¨® y ya no se detuvo hasta m¨¢s de dos horas m¨¢s all¨¢, alimentado con un repaso a las canciones que el grupo public¨® en tres discos entre mediados de los noventa e inicios del nuevo siglo. Y no es que la m¨²sica llamada tambi¨¦n mestiza haya desaparecido del panorama musical, pero escuchar a Dusminguet era para todas las personas all¨ª presentes como escuchar a los primeros profetas, a los m¨²sicos que supieron formular las bases de lo que con humor y respeto a sus ra¨ªces denominaron como ¡°world pag¨¦s music¡±. Otro concepto m¨¢s all¨¢ de la metr¨®poli sonando en un espacio en el que hac¨ªa poco hab¨ªa podido escucharse el entrechocar de los picos de las cig¨¹e?as. M¨²sica del campo que en su momento tambi¨¦n hizo furor en la ciudad.
Pero en aquel lugar la ciudad quedaba lejos. En todo. En los recuerdos de los all¨ª presentes, en su forma de bailar, en su manera de recordar unos a?os m¨¢s j¨®venes, como unas dos d¨¦cadas para ser m¨¢s precisos, y en la desenvoltura de una celebraci¨®n que inclu¨ªa criaturas all¨ª llevadas por sus progenitores, unas interesadas en bailar, otras aburridas ante tanta gente que hubiesen cambiado por cualquier juguete. El sentido com¨²n situ¨® a las familias en un lateral del recinto, familias que, quien sabe, prendieron en uno de aquellos recordados conciertos de Dusminguet. La receta a base de cumbia, rumba, rock and roll, reggae, ska, cha-cha-cha continu¨® coci¨¦ndose en el descampado y como muestra de alegr¨ªa una bengala prendi¨® sobre las cabezas de todo el mundo mientras sonaba ¡°Disco Jonki¡± y se gritaba ¡°Vafalungo-Postrof¡± como si fuese la consigna de iniciaci¨®n a un culto pagano. Es el culto que Joan Garriga y sus compinches han defendido hist¨®ricamente, el de la m¨²sica popular y festiva como una forma de hacer pol¨ªtica, pues la fiesta es de las pocas cosas cuyo poder sigue estando en manos de las clases populares mediante sus celebraciones.
Pero la historia quiso ser cruel con un grupo festivo como Dusminguet, cuyo bater¨ªa Carlos Rivolta muri¨® sobre un escenario en Ciudad de M¨¦jico en 2002, electrocutado. Morir tocando, de la alegr¨ªa al drama en un plis. Quiz¨¢s por ello Joan Garriga dijo al recordarlo junto a otros ausentes que ya que las tristezas son inevitables, al menos cant¨¦moslas para conjurarlas. Vaya si se cantaron. Los estribillos de ¡°Rumbeta bona¡±, ¡°El Pardal¡± o ¡°Marihuana¡±, con este nombre la canci¨®n s¨®lo puede ser un himno, arrasaron gargantas y de nuevo una bengala ilumin¨® los instantes en los que se coreaba ¡°alza la mano si te gusta fumar/que yo traigo el tronco para ponerte a brincar¡±.
A bodas convidaban al gent¨ªo, que sigui¨® bailando hasta que ¡°Sonajeros¡± se impuso como catalizador de los mejores recuerdos y s¨®lo las criaturas aburridas permanecieron desinteresadas, pese al tozudo inter¨¦s de alguna madre voluntariosa explicando a su progenie el alcance de la canci¨®n. La noche acab¨® certificando el ¨¦xito de la idea. Una cafeter¨ªa que homenajea en una localidad de L¨¦rida a otra de Praga que frecuent¨® en su exilio Teresa P¨¤mies, con una banda de La Garriga que hizo m¨²sica popular que en forma de ritmos jamaicanos, ¨¢rabes, latinos y rumberos han bailado tantas y tantas generaciones. Memoria popular en un pueblo. El c¨ªrculo se cerr¨® con Dusminguet en Les Borges Blanques, a la saz¨®n topon¨ªmico de origen ¨¢rabe. ?Es o no un pa?uelo el mundo?
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