Fuerza nueva: resignificando s¨ªmbolos musicales
Ni?o de Elche y Los Planetas no reniegan de su p¨¦trea densidad en el concierto que ofrecieron en Valencia sobre el rescate del cancionero popular espa?ol
Tiene su m¨¦rito que, tras casi tres d¨¦cadas en el tajo, Los Planetas a¨²n sigan desconcertando. Meti¨¦ndose en fregados cuya intenci¨®n real no se termina de vislumbrar. Generando interrogantes y sentimientos encontrados, cuando muchos con su trayectoria no trascender¨ªan lo previsible. ?Es Fuerza nueva una maniobra de descontextualizaci¨®n? ?De reivindicaci¨®n de un cancionero popular estigmatizado por dictaduras y alg¨²n nacionalismo excluyente, tal y como ocurri¨® aqu¨ª tambi¨¦n con la copla o en Portugal con el fado? ?De reapropiaci¨®n de s¨ªmbolos que deber¨ªan ser de todos y no solo de unos pocos? ?De verdad pretenden subvertir, provocar o estimular cierta reflexi¨®n, a estas alturas? ?O simplemente se est¨¢n marcando unas buenas risas y qued¨¢ndose con todos nosotros? Quiz¨¢ haya un poco de cada cosa. Indiferentes, no dejan. Eso nunca. Desde luego.
Fuerza nueva
Marina Sur de Val¨¨ncia ¨C Ciclo Sons al Mediterrani
Fuerza nueva, que por algo se llama como el partido de extrema derecha surgido en plena transici¨®n, es su alianza creativa con Ni?o de Elche. Con ella rescataron, all¨¢ por octubre de 2019 (esto es, hace una eternidad, o eso nos parece), piezas del cancionero popular espa?ol como el Santo Dios que cantaban los jornaleros andaluces e inspir¨® el himno de Blas Infante, el himno de la Legi¨®n ¨C El novio de la muerte ¨C o Los campanilleros, el cante jondo navide?o que populariz¨® La Ni?a de la Puebla. Incluso la melod¨ªa de Els Segadors, adaptada (con nueva letra) como Canci¨®n para los obreros de la SEAT. El artista Pedro G. Romero contribuy¨® a los textos y al concepto, y el resultado fue, con la misma coartada situacionista que emple¨® una buena facci¨®n del punk brit¨¢nico (por algo su portada emula a la del debut de Joy Division, e incluso La cruz tiene algo de su Atmosphere), un disco que demostr¨®, sin necesidad de alejarse demasiado de la f¨®rmula de psicodelia jonda que llevan explorando (con mayor o menor intensidad) en los ¨²ltimos tres lustros, que hay canciones que admiten tantas lecturas como para desafiar por igual a los puristas de los g¨¦neros como a los integristas de la identidad patria. O para descolocar a cualquiera.
Tras lo visto anoche en Val¨¨ncia, el repertorio en directo no reniega de su p¨¦trea densidad. No es una propuesta amable. Puede resultar algo impenetrable a o¨ªdos profanos. Es su electricidad con duende, de alto tonelaje. Pero s¨ª revela un plus de intensidad que engrandece a dos de los seis m¨²sicos que pisan las tablas, curiosamente (o no, quiz¨¢ sea intencionado) alineados uno detr¨¢s del otro: Paco Contreras (o sea, Ni?o de Elche) y Eric Jim¨¦nez. La voz del cantaor y los baquetazos del bater¨ªa, revel¨¢ndose con un vigor que dif¨ªcilmente se puede plasmar igual en los surcos de un disco. Dos polos transmisores de primera magnitud. Como si se retroalimentaran. Relegando a J, Florent y compa?¨ªa a un rol igual de esencial pero menos lucido. Fue la suya una combusti¨®n tan espont¨¢nea que, unida a las proyecciones que emit¨ªa la pantalla, una puesta en escena tan sobria como de costumbre y esos iluminados capirotes de Semana Santa repartidos por el escenario, redondeaba la sensaci¨®n de ceremonia sacra aligerada por ese sentido del humor con retranca, tan grana¨ªno, que tiene en este proyecto algo de regresi¨®n a la infancia: Eric se sent¨® ante su bater¨ªa durante el bis encapuchado, en gui?o a esos pasos de Semana Santa que tanto marcaron su forma de entender el ritmo cuando a¨²n era un cr¨ªo.
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