A Ausias March lo que es de Raimon
Sin el cantante, el poeta no existir¨ªa, su simb¨®lico verso ¡®Veles e vents¡¯ ser¨ªa clandestino y el edificio de Chipperfield se llamar¨ªa Rey Juan Carlos, Pr¨ªncipe Felipe o en ese plan
Veles e Vents es uno de los edificios contempor¨¢neos m¨¢s emblem¨¢ticos de Valencia. Ya casi resulta imposible referirse a la ciudad sin mencionarlo. En el reverso de la postal est¨¢n los metadatos: a trav¨¦s de la arquitectura y el nombre, trata de resolver dos asignaturas civiles pendientes: la complicada relaci¨®n de Valencia con el mar desde los ¨²ltimos 50 a?os y el insuficiente reconocimiento de uno de sus poetas m¨¢s expresivos, Ausias March. Pero el edificio, en puridad, no debe su nombre directamente a que ese sea uno los versos m¨¢s evocativos del poeta (que lo es) ni que viniese a cuento por la America¡¯s Cup (que ven¨ªa), sino a un hecho que ha sido anestesiado (cuando no tachado) de la perspectiva. Y no es otro que ese edificio, en realidad, debe su nombre a Raimon.
Ausias March no existir¨ªa sin el cantante y su simb¨®lico verso ser¨ªa clandestino. ?l descubri¨® a la mayor¨ªa de los valencianos que ten¨ªamos un poeta medieval que escrib¨ªa en nuestro idioma frases tan estrictas y a la vez tan potentes como Veles e vents. M¨¢s all¨¢ del microsc¨®pico reducto erudito, nadie sab¨ªa qui¨¦n era Ausias March. El poeta no const¨® a casi ning¨²n efecto hasta que en 1970 Raimon puso en solfa sus versos y les dio su voz en un disco con una sugestiva carga de profundidad para varias generaciones: Per destruir aquell qui l¡¯ha desert. Sin Raimon, el edificio de David Chipperfield se hubiera llamado Rey Juan Carlos, Pr¨ªncipe Felipe o en ese plan. Y eso tambi¨¦n hay que agradec¨¦rselo.
Raimon rescat¨® a Ausias March de la omisi¨®n, de la indiferencia, del f¨®sil en el que lo hab¨ªa encapsulado una tierra desustantivada y aplastada por la apisonadora del Decreto de Nueva Planta y el asfaltado uniformador del franquismo. Le extrajo todo el n¨¦ctar l¨ªrico, resucit¨® su fuerza expresiva, lo palade¨® con su voz y lo elev¨® con sus canciones a la consideraci¨®n que ahora merece en la literatura. Quiz¨¢ por eso Salvador Espriu (en un corporativismo a prueba de siglos y relojes) le dio las gracias en nombre del que ahora es el principal poeta valenciano y uno de los m¨¢ximos exponentes de la literatura en catal¨¢n. Como un ejemplo de orgullo para (todos) los valencianos. Como una referencia de reconciliaci¨®n con una tierra que suele ser ingrata con sus hijos m¨¢s brillantes.
La predilecci¨®n de Raimon por March, sin embargo, no limit¨® su labor de descubrimiento y difusi¨®n de otros escritores que tampoco figuraban en nuestros libros de texto, como Joan Ro¨ªs de Corella, Jordi de Sant Jordi, Joan Timoneda, Moss¨¨n Estanya o Jaume Roig. Llen¨® de vida y sentido nombres sepultados en el ¨¢rido de relleno en que nos hemos convertido los valencianos en Espa?a. A lo largo de su carrera Raimon tambi¨¦n ha sufrido intentos de encapsulamiento como el de Ausias March, a pesar del servicio que ha prestado a la sociedad valenciana rescatando las p¨¢ginas y los nombres m¨¢s brillantes de su literatura cl¨¢sica (y no) y poniendo en bandeja el t¨ªtulo de su canci¨®n Veles e vents para el edificio que representa la reapertura de la ciudad al mar y ya tantas cosas. Pero esos tejemanejes, m¨¢s o menos cavernarios y recurrentes, nunca han podido desmerecer su trabajo ni su aportaci¨®n a su tierra.
El relato de la importancia, vigencia y trascendencia social del cantante, si bien muy sintetizado, tambi¨¦n est¨¢ ahora al alcance de la mano en el portal web que acaba de poner en funcionamiento la Fundaci¨® Raimon i Annalisa, encargada de preservar el patrimonio art¨ªstico y personal de su larga carrera profesional y de difundirlo y proyectarlo hacia el futuro como un foco de actividad cultural abierto a la sociedad. Si la figura de Raimon es clave para explicarnos como valencianos desde el t¨²nel de la dictadura a la sinuosa monta?a rusa del autogobierno, el futuro Centre Raimon d¡¯Activitats Culturals, de pr¨®xima apertura en el convento de Santa Clara de X¨¤tiva, ser¨¢ una estaci¨®n ineludible no solo para conocer la dimensi¨®n internacional y el impacto de una obra que se sit¨²a en la intersecci¨®n de la m¨²sica, la pintura, la escultura, la literatura y el compromiso c¨ªvico, sino tambi¨¦n para entendernos como pueblo.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.