Buenos prop¨®sitos
El mundo se apunta al gimnasio cada a?o con las cumbres del clima, e inmediatamente olvida que es miembro del club
Es un t¨®pico escuchar estos d¨ªas proclamas de que ¡°ahora s¨ª, este a?o me apunto al gimnasio¡±. O quiz¨¢s, en una realista variaci¨®n de lo anterior, ¡°Este a?o s¨ª que ir¨¦ al gimnasio¡±, reconociendo una membres¨ªa infrautilizada en ocasiones anteriores.
Esta situaci¨®n se asemeja a los buenos prop¨®sitos de a?o nuevo respecto al medio ambiente. Nos parece que es suficiente con inscribirnos en un club. Es decir, con declarar la emergencia clim¨¢tica y repetir mucho el sintagma, deslavaz¨¢ndolo hasta su completa banalizaci¨®n. Con presentar planes y estrategias, objetivos a 2030, acuerdos de los que poco sabemos m¨¢s all¨¢ de la pompa y el boato que los rodean. El mundo se apunta al gimnasio cada a?o con las cumbres del clima, e inmediatamente olvida que es miembro del club. De poco vale ejercitar unos pocos m¨²sculos a desgana y a destiempo si nos fallan las piernas y nos damos un atrac¨®n de boller¨ªa industrial a escondidas.
?Y en el Pa¨ªs Valenciano? Formamos parte del club de las promesas de a?o nuevo, aunque otra cosa es que nuestro programa de entrenamiento sea el adecuado. Al menos, y eso es positivo, hemos tenido por fin un conato de debate sobre las energ¨ªas renovables que ven¨ªa larv¨¢ndose desde hac¨ªa meses. Debemos agradec¨¦rselo especialmente a Comprom¨ªs y tambi¨¦n al PSPV, que han demostrado que es una cuesti¨®n central en su agenda pol¨ªtica, por la que est¨¢n dispuestos a confrontar con cierta brusquedad y adoptar medidas dr¨¢sticas. Otra cosa han sido los errores no forzados y el tremendo e inexplicable retraso con el que lo han explicitado, pero al menos hemos llegado a un escenario en esta legislatura en el que la lucha frente a la emergencia clim¨¢tica ha trascendido, por fin, discursos y hashtag.
La ausencia de consenso no es negativa. Demuestra que esto no es una cuesti¨®n de datos en fr¨ªo y ciencia en may¨²sculas; nada relativo a la pol¨ªtica lo es. Pretender que el curso de acci¨®n de un gobierno sea dirigido por verdades cient¨ªficas es saber muy poco de ciencia, y a¨²n menos de pol¨ªtica. El concepto de verdad es escurridizo y no pocas veces perverso. Escribe el f¨ªsico Carlo Rovelli: ¡°La ciencia no es la Depositaria de la Verdad, pero se apoya en el convencimiento de que no hay Depositaria de la Verdad¡±.
Uno de los padres de la sociolog¨ªa, Max Weber, separaba claramente la objetividad del conocimiento cient¨ªfico y la irracionalidad esencial de los ¨®rdenes de valores. ¡°La ciencia no nos ayuda a fundamentar las elecciones de valores, sino a calcular los medios m¨¢s efectivos para servirlos¡±. Remarca Guillem Calaforra, en el pr¨®logo de La ciencia y la pol¨ªtica de Weber, que ¡°la pol¨ªtica es quiz¨¢s el ¨¢mbito donde la tragedia de las elecciones excluyentes se presenta de manera m¨¢s grave, desgarradora y llena de peligros¡±.
Con todo ello tenemos los mimbres de un debate profundo sobre qu¨¦ es y a d¨®nde queremos que nos dirija la transici¨®n ecol¨®gica, que va mucho m¨¢s all¨¢ de la energ¨¦tica. Un debate que no se ha producido en el seno de la ciudadan¨ªa, salvo excepciones locales; tan s¨®lo hemos visto encontronazos en el plano pol¨ªtico y medi¨¢tico. Nuestro prop¨®sito para 2023 deber¨ªa ser pues que trascendiera estas fronteras, e implicase a la sociedad en su conjunto. Que discuti¨¦semos sobre c¨®mo valoramos el paisaje, los suelos, los ecosistemas, nuestro modo de vida. Sobre las renuncias que estamos dispuestos a hacer. Que evalu¨¢semos nuestro uso de energ¨ªa, c¨®mo la repartimos, qui¨¦n se beneficia. Nada de ello puede deducirse de forma autom¨¢tica con c¨¢lculos sobre la eficiencia de paneles solares y la potencia a instalar.
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