Tony ¡®el Gitano¡¯, la biograf¨ªa m¨¢s salvaje de la Ruta
El ¡®dj¡¯ y promotor que populariz¨® el lado m¨¢s oscuro de la noche valenciana publica su biograf¨ªa: sexo, drogas y ¡®rock and roll¡¯ sin censura
Minuit Polonia, una banda psycho-tecno de la Movida, se neg¨® a irse sin cobrar tras tocar en la discoteca valenciana Chocolate una noche de 1983. Desesperado, Artemio Guardiola, due?o de la sala ¡ªhab¨ªa convertido una mas¨ªa arrocera en una discoteca al estilo ibicenco¡ª, le pidi¨® al dj Tony Vidal, que intermediara: ¡°No fue casi nadie al concierto y no hab¨ªa dinero para pagar a la banda. Estos quer¨ªan llevarse alguna garant¨ªa, as¨ª que se volvieron a Madrid con lo poco de valor que quedaba all¨ª dentro, los amplificadores¡±, cuenta d¨¦cadas despu¨¦s el propio Vidal en su libro de memorias No es f¨¢cil ser dios (NPQ Editores). Abierta tres a?os antes bajo el nombre de Chocolate Cream, la sala no hab¨ªa conseguido fidelizar al p¨²blico mientras que, a medio kil¨®metro, la discoteca Barraca, del dj y promotor Carlos Sim¨®, era la fiesta de la modernidad . ¡°Horas m¨¢s tarde, Artemio me dio las llaves del recinto. Me dijo, abre la semana que viene, haz lo que te de la gana¡±. Sin saberlo, el gesto provoc¨® ¡°la creaci¨®n de una secta¡±, en palabras del protagonista. Sin equipo de sonido y con la luz cortada por los impagos, alimentados tenuemente por un grupo electr¨®geno a gasoil ¡°que hubo que llenar cada pocas horas durante los siguientes a?os¡±, all¨ª fueron a parar ¡°todos aquellos a los que no dejaban entrar en ning¨²n sitio. Punks, afterpunks, rockers, g¨®ticos¡ encontraron su lugar. En Chocolate fui dios¡±.
Tony Vidal (66 a?os), ¡®El Gitano¡¯, publica su biograf¨ªa y no es casual que una canci¨®n de Seguridad Social de t¨ªtulo al libro. La banda de Jos¨¦ Manuel Casa? actuar¨¢ junto a otras 10 y una veintena de dj¡¯s el 21 de enero en el teatro HOT para celebrar el lanzamiento de unas memorias que llegan en pleno auge revisionista del fen¨®meno de las discotecas valencianas en los 80 y 90. Sin embargo, este relato descarnado supone unas vistas al abismo de una libertad irrecuperable: la que devoraron aquellos j¨®venes que ya andaban agitados antes de la muerte de Franco, pero que aprovecharon la ausencia de normas y leyes para experimentar sin l¨ªmite de horario. La trayectoria de este personaje es, seguramente, la m¨¢s oscura, divertida y excesiva. El relato, crudo hasta en las formas, conecta su nombre a discotecas como ?xtasis, La Hiedra, NCC, Chocolate o ACTV, pero tambi¨¦n a semanas de excesos junto a Johnny Thunders, Stiv Bators, Killing Joke, Alien Sex Fiend, H¨¦roes del Silencio y hasta Nina Simone.
En una exposici¨®n en la que no esconde su larga relaci¨®n con las drogas, se atreve a se?alar la connivencia de las salas en aquellos primeros a?os: ¡°siempre estuvieron metidas en las discotecas y, aunque nadie lo quiera decir, t¨² ten¨ªas all¨ª al camello de turno¡±, cuenta en el libro. Describe con todo detalle los subidones, haciendo un largo repaso en la historia general de la aparici¨®n de las drogas en Espa?a, pero tambi¨¦n nos arrastra hasta sus infiernos. ¡°Me podr¨ªa haber comprado 10 o 12 coches, cuatro o cinco pisos y a lo mejor alguna avioneta para viajar por el mundo. Por un lado, no cambiar¨ªa la vida que he vivido. Si volviera a nacer, lo har¨ªa en el mismo sitio, en el mismo momento. Por otro, siento cierta tristeza si pienso en todo el dinero al que le he pegado fuego¡±, confiesa entrevistado por EL PA?S. Los pasajes m¨¢s amargos del libro, no obstante, son otros: los del largo ajuste de cuentas que se toma con lo que denomina ¡°la mafia¡± del baile: ¡°Los festivales de remember y tal me dan asco. Sobre todo, por c¨®mo tratan econ¨®micamente a dj¡¯s y artistas¡±. Vidal expone en el libro su perspectiva sobre la masificaci¨®n y ca¨ªda de la ruta de discotecas, aunque antes de imprimir su versi¨®n de los ¡°empresarios mafiosos¡± ha sido asesorado legalmente ¡°para evitar problemas¡±.
Aunque las memorias de Vidal dan buena cuenta de la revoluci¨®n sexual vivida y de los nombres propios de las mujeres con las que tuvo que ver en cada una de sus etapas, su historia estuvo atravesada por el romance con una joven americana, Christy Carol. Tras rechazarla en Valencia cuando llegaron los planes de boda, acab¨® viajando hasta Estados Unidos para recuperar la relaci¨®n. All¨ª, su familia, rica y de gran influencia, le abri¨® las puertas de su mansi¨®n, pero ella no hizo lo mismo: ¡°Me dijo ¡®puedes quedarte. Iremos a los mejores conciertos, a las mejores fiestas. Disfruta cuanto quieras, acu¨¦state con quien quieras, pero a m¨ª no me tendr¨¢s m¨¢s¡¯. Durante aquel tiempo me asom¨¦ a una libertad, personal, sexual, social, que no pod¨ªa ni entender¡±. Este sinsabor acab¨® influyendo en su visi¨®n de la libertad individual y, junto a algunos nombres claves de la escena valenciana, su roce durante d¨¦cadas con artistas nacionales e internacionales, y la influencia de las salas Blitz y Batcave de Londres, su huella acab¨® marcando una ¨¦poca en la cima delos a?os 83 y 84 en Chocolate. ¡°Si volviera a nacer, volver¨ªa a hacerlo en el mismo lugar, en el mismo tiempo, solo por estar all¨ª. Lo intent¨¦ una vez ¨Cimit¨® el ahorcamiento de Ian Curtis, su artista favorito; la performance sali¨® mal y casi muere¨C, pero si volviera a ese momento, no me importar¨ªa morir en la cabina¡±.
-Sexo, drogas y m¨²sica. ?Qu¨¦ ha sido m¨¢s importante en tu vida?
-Las tres son comparables. El mundo de las drogas signific¨® mucho, aunque no bueno, pero fue un momento que tuve que vivir como muchos j¨®venes de la ¨¦poca. Entre las tres, creo que la m¨²sica es la que ha estado siempre ah¨ª. Desde que mi hermana pon¨ªa Los Brincos hasta esta misma ma?ana.
-De todas las etapas y g¨¦neros musicales, ?a cu¨¢l te sientes m¨¢s conectado?
-Del 77 al 87, seguro. Cuando pinchaba en la falla, siendo un cr¨ªo, ya pon¨ªa algo de hippies y psicod¨¦licos, de Jefferson Airplane y The Doors. Pinchaba a Led Zeppelin y la gente me quer¨ªa matar. Yo ya estaba con los de la ¨¦poca, que eran Bowie o los Stooges, entre otros. Pero con la m¨²sica con la que acab¨¦ identific¨¢ndome fue con el punk, porque entonces era muy rojillo, no como ahora, y, sobre todo, con el afterpunk. Joy Division es el sumum para m¨ª.
-Empiezas a promover conciertos muy a finales de los 70, despu¨¦s de volver de Estados Unidos, de escapar de la mili y de tus primeros viajes a Londres. ?C¨®mo cristaliza todo eso durante tu etapa en ?xtasis?
-Extasis, en Llombai, a 45 minutos de Valencia, es donde empieza nuestra movida. Por all¨ª pasan Alaska, Derribos Arias, Aviador DRO y tantos otros con normalidad. Y eso acabamos tray¨¦ndolo a la ciudad en el NCC, ampliando a Gabine Caligari, Nacha Pop. Golpes Bajos, Par¨¢lisis Permanente, Siniestro Total¡ la lista es casi infinita, pero est¨¢ en el libro. En esa etapa, en el mejor de los sentidos, pierdo el control de qui¨¦n soy y de lo que hago. No solo estoy haciendo conciertos en esas salas, sino que abro La Hiedra, la primera antidisco de Espa?a, en Montserrat.
-?Cu¨¢l ha sido tu fiesta m¨¢s larga?
-No lo s¨¦, pero de cuatro o cinco d¨ªas, supongo.
-?Se puede entender la historia de las discotecas valencianas sin la anomia? ?C¨®mo de decisivo fue que no hubiera l¨ªmites legales para lo que vivisteis?
-El tema de los no horarios es fundamental, claro. Como para tantas otras cosas, la ¨²nica normativa vigente que hab¨ªa sobre salas de fiesta era previa a la Guerra Civil. Estuvimos buscando cu¨¢l era el documento, la ley¡ no hab¨ªa. En La Hiedra nos acabaron cerrando por otros asuntos, no por cuesti¨®n de horarios. Y en Chocolate, despu¨¦s de comprobar que solo hab¨ªa que cerrar obligatoriamente dos horas para la limpieza, lo que hicimos fue decirle a la gente que se esperase en el parking para volver a entrar. Al principio par¨¢bamos a las 4 y reabr¨ªamos a las 6 de la ma?ana. La Guardia Civil nos pidi¨® que, por favor, no sac¨¢ramos a toda esa gente al parking y que mejor se quedaran dentro. Al final, la m¨²sica no se interrump¨ªa y as¨ª naci¨® la sesi¨®n continua.
-Quiz¨¢ la mayor innovaci¨®n que acometes en Chocolate es el antimarketing promocional y los conciertos en pase doble a las 2 y a las 7 de la madrugada. ?Qu¨¦ te respond¨ªan los managers a la propuesta?
-Que si estaba loco o es que me hab¨ªa equivocado. Primero, me dio por no anunciar conciertos internacionales y eso pic¨® al personal. O ven¨ªan o no se enteraban de qui¨¦n tocaba ese s¨¢bado. Y luego, con el doble pase. A las 2 de la madrugada ya era algo inconcebible para bandas inglesas como Killing Joke, Flesh for Lulo o Alien Sex Fiend, pero lo de las 7¡ Era un desacato, pero la discoteca funcionaba.
-Mientras que en las discotecas de la ciudad de la ¨¦poca hab¨ªa violencia cuando se cruzaban tribus como punks, skins, afterpunks o rockers, no ha trascendido que Chocolate fuera un lugar violento. ?Qu¨¦ hac¨ªais bien?
-Una cosa es que acogi¨¦ramos a todos y otra que quisi¨¦ramos problemas. Yo estaba dispuesto a darles la m¨²sica y la fiesta que necesitaban, pero movidas ni una. Tambi¨¦n es cierto que el local ya estaba como estaba, pero es que adem¨¢s est¨¢bamos en mitad de la nada. No nos pod¨ªamos permitir bullas ni jaleos.
-En el libro, es indistinguible la l¨ªnea que separa m¨²sica, discotecas y drogas. ?Se puede entender el fen¨®meno de las discotecas en los 80 sin ellas?
-F¨ªjate que hay un pasaje muy bonito en el que cuento una de las veces que fui a La Edad de Oro, el programa de Paloma Chamorro, porque entrevistaban a Glutamato Ye-Y¨¦. Nosotros les represent¨¢bamos por aqu¨ª (por Valencia) y yo estaba detr¨¢s de I?aki (Fern¨¢ndez) fum¨¢ndome un porro de coca. ?En la televisi¨®n! Pues si eso pasaba en la tele p¨²blica, imag¨ªnate de noche en una discoteca a media hora de Valencia.
-En el t¨ªtulo del libro hablas de ser dios. Tu obsesi¨®n desde muy joven fue la de crear una secta del baile y lo siniestro. ?Lo conseguiste?
-Quiero explicarme con el t¨ªtulo. En realidad, todos somos dioses de nosotros mismos. Mi ilusi¨®n desde peque?o era relacionarme con la m¨²sica, vivir de ello. Con el tiempo y por momentos, s¨ª, me sent¨ª un dios. Era el dios de esa gente que me segu¨ªa. El dios que les daba lo que ellos buscaban. Y cree una secta de gente que lo pasaba bien.
-El libro es, adem¨¢s, un ¨¢lbum de an¨¦cdotas junto a artistas, de noches, fiestas, camerinos y situaciones que superan la ficci¨®n. ?Qu¨¦ nombres te vienen a la cabeza cuando piensas en las personas con quien has trabajado y m¨¢s te han influido?
-Es dif¨ªcil no olvidarse de alguien queriendo recordar a los compa?eros de batallas. Juanito ¡®Torpedo¡¯, Miguel ?ngel Vercher ¡®Sonka¡¯¡ pero creo que las m¨¢s imborrables las viv¨ª en cualquiera de los 16 o 17 conciertos junto a Stiv Bators (The Lords of the New Church) o cuando acompa?aba a Johnny Thunders (New York Dolls). Y junto a ellos, Ana Curra, porque ella fue la Movida y la verdadera transgresi¨®n en este pa¨ªs cuando a¨²n hab¨ªa que pinchar tres putas horas de lento.
-Curra habla de ti en la parte del libro en la que otros escriben sobre tu figura. Dice que flipaba con c¨®mo pod¨ªas catalizar lo que estaba ocurriendo en Manchester, justo en esos mismos a?os, pero en una ciudad como Valencia. ?Qu¨¦ sentiste al leerla?
-Me emociona. No puedo decir mucho m¨¢s. Me hace creer que todas estas andanzas han merecido la pena.
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