A quienes fueron tanto siendo nada
Este Primero de mayo volvemos a aquel cementerio junto a los familiares de las v¨ªctimas, y mis palabras ser¨¢n tambi¨¦n las de toda una generaci¨®n que no renuncia a la memoria, la dignidad y la justicia.
Algunos dicen que los j¨®venes somos unos desmemoriados. Y, en estas l¨ªneas, me he propuesto demostrarles que se equivocan. Para ello, perm¨ªtanme primero una pregunta: ?Vale la pena desenterrar a nuestros muertos? Si total, desde el inicio de la Guerra Civil Espa?ola han pasado ya 84 a?os; desde la famosa locuci¨®n de Radio Nacional de Espa?a que rezaba aquello de ¡°ca¨ªdo y desarmado el Ej¨¦rcito Rojo¡¡± con la que acababa la guerra, 81; y, para m¨¢s inri, desde la muerte del General superlativo han pasado ya casi 48 a?os. Por cierto, el doble de a?os de los que tiene quien escribe estas l¨ªneas.
Para responderles a la pregunta, perm¨ªtanme primero que les cuente c¨®mo me vincul¨¦ con esto de la memoria. Ya que s¨¦ que una parte importante de ustedes piensa que se trata de una tonter¨ªa, que hay problemas m¨¢s importantes y que es mejor dejar-las-cosas-como-est¨¢n. Nac¨ª en el a?o 1998 en la villa de Enguera, un pueblo de La Canal de Navarr¨¦s con aire puro, pinos y una sierra desde la que, a veces, cuando est¨¢ despejado, se ve incluso el mar. En mi pueblo, como en todo pueblo de este pa¨ªs que se precie, hasta los nombres de las calles han sido objeto de pol¨¦mica. La plaza de la Fuente, sin ir m¨¢s lejos, ahora se llama plaza de la Comunidad Valenciana, durante la dictadura fue del Caudillo y, durante la Transici¨®n, del Pa¨ªs Valenciano.
En mi casa hablamos de memoria y democracia con naturalidad. Mi t¨ªo Alfredo era marxista, y fue concejal durante la Transici¨®n. S¨ª, de esos que recib¨ªa llamadas con amenazas a diario. Lo cierto es que fue parte del primer gobierno democr¨¢tico tras la dictadura junto a Enrique Sanchiz, un obrero del textil que se convirti¨® en alcalde durante 20 a?os. Recuerdo que, una vez, orgullosa, mi madre me cont¨® que en nuestro pueblo no hab¨ªa pr¨¢cticamente nombres de calles de representantes de la dictadura, ya que ¡°cuando tu t¨ªo estaba en el Ayuntamiento, decidieron quitarlos¡±. Tambi¨¦n recuerdo a nuestro profesor de Historia de Espa?a, Vicente, que nos ense?¨® que, como dir¨ªa Borges, somos nuestra memoria, y que patrocin¨® nuestros primeros debates en el patio.
En 2015, con apenas 16 a?os, me invitaron a dar un discurso en un bonito homenaje que hace cada 1 de Mayo la Asociaci¨®n Progresista de Enguera a las v¨ªctimas del Franquismo en nuestro pueblo. Nunca olvidar¨¦ mis nervios aquel d¨ªa, las rosas que dejamos en la tumba de mi t¨ªo Alfredo y las l¨¢grimas de mi madre cuando fui a darle un abrazo despu¨¦s de leer. Tampoco puedo olvidar la conversaci¨®n que tuve aquellos d¨ªas con Alfredo Barber¨¢n, uno de aquellos imprescindibles de los que hablaba Bertolt Brecht, que, durante a?os, ha movido cielo y tierra para dignificar la memoria de las v¨ªctimas en mi pueblo.
Hoy lloro mientras escribo, porque esta es una historia con final feliz. Alfredo me escrib¨ªa hace poco para comunicarme que hab¨ªan encontrado los restos de nueve republicanos fusilados por el franquismo en Enguera. Con signos de violencia, enterrados en una fosa com¨²n debajo del mausoleo del Dr. Albi?ana: golpista y precursor del fascismo en Espa?a. Como dice el protagonista de Un lugar en el mundo, ¡°hay cosas de las que uno no puede olvidarse, aunque duelan¡±. Este 1 de mayo volvemos a aquel cementerio junto a los familiares de las v¨ªctimas, y mis palabras ser¨¢n tambi¨¦n las palabras de toda una generaci¨®n que no renuncia a la memoria, la dignidad y la justicia.
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