?Por qu¨¦ son noticia los pueblos?
Como si solo pudieran ser ¡°noticia¡± mediante la cat¨¢strofe o la barbarie o la otra v¨ªa de entrada, sus fiestas populares y costumbres
El pasado 13 de septiembre recib¨ª, repentinamente, un aluvi¨®n de whatsapps pregunt¨¢ndome c¨®mo estaba mi familia, si les hab¨ªa entrado agua a mis padres o si el revent¨®n h¨²medo hab¨ªa hecho muchos destrozos en el campo.
Acababa de entrar en casa cuando empec¨¦ a recibirlos. Yo vivo en Val¨¨ncia. Mientras los le¨ªa, mi marido me llam¨® desde el comedor: ven, as¨®mate, Borriana est¨¢ saliendo en la tele.
Efectivamente, los noticieros del medio d¨ªa estaban emitiendo v¨ªdeos caseros en los que se apreciaba la feroz lluvia del d¨ªa anterior. Yo ya hab¨ªa visto algunos porque mi madre me los hab¨ªa mandado por la noche, junto a alg¨²n audio (escribir le cuesta mucho): ?qu¨¦ pena de los tomates, se van pudrir en la mata de tanta agua!
Me conmovi¨® que tantas personas se preocuparan por mi familia y me sorprendi¨® la gigantesca repercusi¨®n que siguen teniendo los medios de comunicaci¨®n tradicionales. Sin embargo, os lo tengo que confesar, me dio mucha pena que el nombre de mi pueblo apareciera a causa de una desgracia.
Algo parecido sucedi¨® el 27 de septiembre. Un concejal hab¨ªa decidido retirar libros LGTBI de la biblioteca de Borriana. Se trataba del mismo edil que el pasado julio hab¨ªa censurado revistas en catal¨¢n. Recuerdo quedarme at¨®nita con la noticia, con esa estupefacci¨®n de los que hemos nacido en democracia y no nos acabamos de creer que esos hechos sean posibles. Aunque haga a?os que no viva all¨ª, esa siempre ser¨¢ mi biblioteca, por eso me duele muy hondo, porque sin ella yo no habr¨ªa llegado nunca a ser quien soy. No obstante, ese no es el tema ahora, aunque sea important¨ªsimo. La cuesti¨®n es que muchos compa?eros de trabajo y amigos me preguntaron por lo que estaba pasando en mi pueblo, compartieron la noticia en redes, la comentaron con pena e indignaci¨®n. Y yo me alegr¨¦ de su solidaridad, como lo hice tras las inundaciones, pero volv¨ª a notar la punzada de que lo local solo alcanzara la categor¨ªa de general a trav¨¦s de lo negativo. Como si los pueblos solo pudieran ser ¡°noticia¡± mediante la cat¨¢strofe o la barbarie.
Esta inclusi¨®n condicionada de lo local y lo rural en la primera plana de lo noticiable perpet¨²a una visi¨®n sesgada, distorsionada, que en ¨²ltima instancia refuerza el centralismo y su representatividad cultural.
La otra v¨ªa de entrada por la que los pueblos son asimilados por los medios de comunicaci¨®n tiene que ver con sus fiestas populares y costumbres. Hace unos meses, mi suegra me llam¨® por tel¨¦fono para decirme que Borriana estaba saliendo en la tele, en un magac¨ªn de tarde, de esos que exhiben recetas y tradiciones. Y yo me alegr¨¦. C¨®mo no me iba a alegrar. Pero sent¨ª tambi¨¦n esa punzada de la que ya os he hablado. Lo local mostrado casi como un exotismo. El gusto mainstream asimilando la idea de pueblo a un conjunto de ritos sostenidos en el tiempo, como si su identidad dependiera exclusivamente de ellos.
A m¨ª me gustar¨ªa que los pueblos formaran parte de nuestra manera de construir y relatar la realidad, que no estuvieran supeditados a la dicotom¨ªa centro-periferia, que fueran tratados por los medios como n¨²cleos v¨¢lidos de representaci¨®n. Me gustar¨ªa que no estuvieran en los m¨¢rgenes de lo comunicable, sino que constituyeran claves cruciales para interpretar el mundo.
Mientras tanto, les presto a mis alumnos Los surcos del azar, el c¨®mic de Paco Roca, y les digo con orgullo que ese personaje que aparece encabezando La Nueve y liberando a Par¨ªs del fascismo se llama Amado Granell y naci¨® en mi pueblo.
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