El arquitecto del Museo Munch de Oslo proyecta un nuevo barrio de 1.000 viviendas entre el mar y la huerta en Valencia
Juan Herreros explica el proyecto privado de construir en torno a las habilitadas bodegas Vinival en la Patacona de Alboraia. El plan provoca rechazo en algunos vecinos por la posible masificaci¨®n
Las rotundas bodegas Vinival constituyen una imagen muy conocida de la salida norte por carretera de Valencia. Se encuentran en una parcela de antiguo uso industrial de Alboraia, a escasos meros del mar, de la playa de la Patacona, y la huerta. Desde hace m¨¢s de 10 a?os, desde que la empresa se traslad¨® a Chiva, sus enormes cubas para almacenar vino a granel est¨¢n vac¨ªas y su entorno se ha ido degradando, mientras que el inter¨¦s por vivir en la zona, al lado de El Caba?al y la Malvarrosa de Valencia no ha dejado de crecer.
Las bodegas abandonadas mantienen su imponente aspecto fabril de acero y hormig¨®n. ¡°Y se podr¨ªa iluminar todo el espacio con luz natural durante el d¨ªa¡±, explicaba este s¨¢bado Juan Herreros, mientras se?alaba las numerosas y alt¨ªsimas claraboyas. Responsable de uno de los ¨²ltimos hitos de la arquitectura internacional, el Museo Munch de Oslo, el estudio del arquitecto madrile?o ha dise?ado el proyecto de levantar un nuevo barrio en esa privilegiada pastilla con 1.040 viviendas en edificios de 11 alturas como m¨¢ximo (como las existentes en su entorno), dispuestos alrededor de las bodegas que ser¨ªan habilitadas como un espacio p¨²blico de uso cultural, entre otros. ¡°Aqu¨ª hay muchas posibilidades porque el espacio da para 10.000 metros cuadrados¡±, comenta el arquitecto en su visita a la Patacona para explicar in situ el proyecto Vinival que le encarg¨® hace cinco a?os la empresa Metrovacesa, promotora y propietaria de la mayor¨ªa de los terrenos que ha ido adquiriendo.
Tras su exposici¨®n p¨²blica y diversas modificaciones, el proyecto del ¡°ecobarrio¡±, seg¨²n la denominaci¨®n que reitera Herreros, se encuentra ahora en manos de la Consejer¨ªa de Medio Ambiente para que emita su evaluaci¨®n. El arquitecto incide en la importancia de reconvertir un total de 124.000 metros cuadrados de un suelo degradado en un ¡°espacio urbano de calidad¡± con espacio verdes encadenados y p¨²blicos (de 37.000 metros cuadrados) y la construcci¨®n de edificios residenciales y de equipamientos con ¡°criterios sostenibles¡±. Se incluye un centro educativo y otro sanitario y se prev¨¦n servicios como supermercados, comercios y otras actividades en los bajos.
Herreros destaca, adem¨¢s, que el 30% de las viviendas, es decir, en torno a 300, ser¨¢n de protecci¨®n oficial, una condici¨®n que subraya la concejal de Urbanismo de Alboraia, Ana Bru, del PSPV-PSOE. ¡°Necesitamos viviendas y en condiciones de sostenibilidad darle vida a un pol¨ªgono abandonado y servicios al barrio¡±, apunta la edil, que no oculta su satisfacci¨®n por el dise?o del estudio Herreros. El alcalde de Alboraia, el socialista Miguel Chavarr¨ªa, gobierna en coalici¨®n con Comprom¨ªs.
El arquitecto apunta que se han estudiado las corrientes de aire para aprovechar la ventilaci¨®n natural en el dise?o de los edificios que conformar¨¢n una parcela interior completamente peatonal, recorrida por fuera por un vial que dar¨¢ acceso y contendr¨¢ plazas de aparcamiento, adem¨¢s de las interiores. Tambi¨¦n se levantar¨¢ una especie de duna o barrera para amortiguar el ruido de la avenida, que discurre paralela a la v¨ªa del tren y desemboca en la autov¨ªa V-21, y para dar continuidad paisaj¨ªstica con la huerta que queda al otro lado de estas infraestructuras. La mejora de los accesos es importante y se est¨¢ trabajando en ello, admite Herreros. La consecuci¨®n del proyecto depende de la tramitaci¨®n administrativa. Una vez concluida, se podr¨ªa construir en unos tres a?os, a?ade.
Oposici¨®n
El proyecto tambi¨¦n ha generado rechazo y controversia. Algunos balcones de un edificio junto a las bodegas exhiben pancartas contra el mismo. Se teme sobre todo por la masificaci¨®n del entorno, con la llegada de entre 1.500 y 3.000 nuevos vecinos, la falta de adecuaci¨®n de los accesos y la posible afectaci¨®n de una promoci¨®n privada sobre la cercana huerta. Luc¨ªa, que lleva 30 a?os viviendo en la Patacona, donde residen unas 5.500 personas, reconoce que hay vecinos contrarios. Ella, no obstante, es partidaria de que se regenere por fin el espacio y se dote de servicios a un barrio ¡°muy necesitado¡±.
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