La lecci¨®n hist¨®rica de la juventud valenciana
Ante la ausencia flagrante de liderazgo, la juventud valenciana, que siempre ha escuchado las historias de sus abuelos sobre la ¡®Riu¨¤' de 1957, se ha echado la reconstrucci¨®n de su tierra a sus espaldas
Cae la noche en la comarca de l¡¯Horta Sud. Alarmas que no cesan. Saqueos. Delitos. Llanto. Miedo. Impotencia. Hambre. Desolaci¨®n. Abandono. Parece una maldita escena de La Purga. Justo me viene a la cabeza aquella frase: ¡°La polic¨ªa, los bomberos y los servicios de urgencias no estar¨¢n disponibles hasta ma?ana por la ma?ana¡±. Las palabras resuenan en mi cabeza, incapaz de pensar en otra cosa, desde la distancia, mientras veo que las vidas de muchos hermanos y hermanas valencianos se han convertido en un aut¨¦ntico infierno.
Y, al caer la noche, una y otra vez, me vienen a la cabeza las mismas preguntas. Preguntas como la de por qu¨¦ no se dio el aviso de emergencias hasta que algunos estaban ahog¨¢ndose en un lodazal. Por qu¨¦ se tard¨® dos d¨ªas en llamar a la Unidad Militar de Emergencias. Por qu¨¦ el director general de Emergencias estaba reunido con responsables de Festejos Taurinos el d¨ªa en que estaba programada una de las mayores danas de los ¨²ltimos a?os y, acto seguido, desaparec¨ªa en las redes.
Tampoco puedo comprender por qu¨¦ el president de la Generalitat empez¨® a borrar tuits con sus declaraciones del pasado martes, en las que afirmaba que a las 18.00 amainar¨ªa el temporal en la Comunidad Valenciana, en una tierra donde existe un trauma colectivo con la lluvia y donde, como rezaba Raimon, ¡°la pluja no sap ploure¡±. Todo esto, adem¨¢s, ocurri¨® mientras la meteor¨®loga de ? Punt Vict¨°ria Rossell¨® lo advert¨ªa en el informativo del mediod¨ªa. Y, la pregunta que m¨¢s me duele: ?Por qu¨¦ seguimos permitiendo que, en la cuarta econom¨ªa de la Zona Euro haya personas sin nada que echarse a la boca y otras que contin¨²an encerradas sin poder salir de sus domicilios?
Y, ante la ausencia flagrante de liderazgo, la juventud valenciana, que siempre ha escuchado las historias de sus abuelos sobre la Riu¨¤ de 1957, se ha echado la reconstrucci¨®n de su tierra a sus espaldas. S¨ª, esa misma juventud a la que a veces se ningunea, quienes nos quejamos de que no es normal que paguemos la mitad de nuestros sueldos precarios en un alquiler. La misma juventud que grita, incesantemente, que no nos vamos a salvar solos, y que implora por la aplicaci¨®n de pol¨ªticas eficaces contra un cambio clim¨¢tico cuyos efectos, ahora que vemos asomar la patita al lobo, comprobamos que pueden llegar a ser devastadores.
Por eso quiero que, en tiempos en los que las ganas de llorar nos asolan, nos acordemos de personas como mi amigo N¨¦stor, que, junto a sus vecinos del barrio de La Cruz Cubierta, llevan d¨ªas organiz¨¢ndose para llevar escobas, agua y comida hasta La Torre, a trav¨¦s del que, para m¨ª, siempre ser¨¢ el Pont de la Solidaritat. Cada vez m¨¢s organizados, llegan caminando hacia el horror que se vive en localidades como Catarroja, Benet¨²sser o Alfafar. Y todo ello, dando una lecci¨®n a quienes echan balones fuera mientras el tiempo pasa y la situaci¨®n empeora.
Historias como las de conocidos que han pasado horas achicando agua en sus casas inundadas. Como las que lleva d¨ªas escuchando y contando mi amiga Emma, periodista del Levante-EMV, trabajando sin cesar y d¨¢ndolo todo para luchar contra la desinformaci¨®n. Una periodista que, cuando llega a casa, se encuentra devastada por una realidad que la sobrepasa: ¡°Y no quiero imaginarme a todos aquellos compa?eros y compa?eras de teles como ? Punt y RTVE, al pie del ca?¨®n todo el d¨ªa, rodeados de tanto sufrimiento¡±.
No valen las medias tintas, los valencianos estamos viviendo uno de los mayores traumas colectivos de nuestra historia como Pueblo. Y, como dir¨ªa Vicent Andr¨¦s Estell¨¦s, ¡°all¨° que val ¨¦s la consci¨¨ncia de ser Poble¡±. I els joves valencians, greument, hem escollit. Despr¨¦s d¡¯un silenci estricte, caminem decididament. Un abrazo muy fuerte, cuid¨¦monos mucho y sigamos haciendo fuerza. Sols el Poble salva al Poble. Una i mil vegades: gr¨¤cies, moltes gr¨¤cies.
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