Edmundo Bal, campa?a tr¨¢gica
Su grado de conocimiento por parte de los electores era escas¨ªsimo por no decir nulo
Entiende uno por qu¨¦ In¨¦s Arrimadas abandon¨® Catalu?a y se instal¨® en Madrid, ciudad de aluvi¨®n donde las haya: para crecer comercialmente despu¨¦s de haber testado su producto en el ¨¢mbito local. Crecer significaba entonces colocarse en un lugar equidistante del resto de los partidos desde el que manejar las riendas del entramado pol¨ªtico o comercial dando o quitando cuerda a derecha e izquierda, seg¨²n conviniera a los intereses de la patria (o a los del Ibex-35, seg¨²n otros). La idea, pese a su prepotencia, pareci¨® funcionar hasta el punto de que el fundador de Ciudadanos, Albert Rivera, que hab¨ªa venido desnudo al mundo de la pol¨ªtica, empez¨® a gozar del cachemir y otros tejidos de alta gama, y vio que la Moncloa no resultaba tan dif¨ªcil de alcanzar: de hecho, quedaba ah¨ª, a dos metros. Aquella Moncloa result¨® sin embargo ser un espejismo, un reflejo de algo inexistente que se hizo a?icos o se diluy¨® en la vigilia como los sue?os debajo de la ducha. El delirio lo oblig¨® a dimitir y ahora se gana la vida en un despacho de abogados compatible con la pura lana virgen. Un despacho de serie de televisi¨®n.
Lo que hace falta es que sea para bien.
Dado que una gran parte de los dirigentes de su partido aspiraban m¨¢s a vestir de alpaca o de vicu?a que a cambiar el mundo, su deserci¨®n provoc¨® la huida en masa de los asociados y el cierre de algunas de sus sucursales o franquicias. Hubo un caso sonado en Murcia, pero el m¨¢s conocido fue el del actor Toni Cant¨® que habiendo fracasado en cuatro emprendimientos anteriores, ech¨® el cierre tambi¨¦n a su mercer¨ªa de Ciudadanos en Valencia, cuyos rendimientos econ¨®mico-sociales, teniendo en cuenta la ecuaci¨®n riesgo-beneficio, hab¨ªa funcionado, para venderse al PP de Ayuso al objeto de mantener un vestuario adecuado a su biograf¨ªa.
Hay un dandismo de la derrota, emparentado con el masoquismo, y que consiste, alcanzado cierto grado de fracaso, en disfrutar del dolor. As¨ª, despu¨¦s de que la astuta Ayuso rompiera unilateralmente y sin aviso previo el matrimonio formalizado en la comunidad de Madrid con el partido de Arrimadas, despu¨¦s de que le diera la patada a Ignacio Aguado y a los suyos, Ciudadanos insiste en que volver¨ªa a gobernar con su aniquiladora. Quiere m¨¢s da?o, m¨¢s suplicio, empieza a excitarle la tortura.
Y en estas lleg¨® Edmundo Bal, cuyo grado de conocimiento por parte de los electores era escas¨ªsimo por no decir nulo, apart¨® al candidato previsible, el mencionado Aguado, al que la astuta Ayuso ven¨ªa arrastrando por el fango, y comenz¨® una campa?a tr¨¢gica perfectamente a juego con su rostro.
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