El Atazar, donde izquierda y derecha conviven en divisi¨®n salom¨®nica
Este municipio, donde una moneda al aire eligi¨® al alcalde, es el ¨²nico de los 179 de Madrid donde PP, Cs y Vox sumaron en las regionales de 2019 lo mismo que PSOE, M¨¢s Madrid y Podemos
¡°Zona restringida. Municipio peatonal¡±. Nuevas se?ales proh¨ªben el acceso en autom¨®vil a El Atazar, un municipio de 112 habitantes empadronados a 80 kil¨®metros al norte de Madrid, cuyo alcalde lleg¨® al puesto por el capricho de una moneda tirada al aire. Se trata, adem¨¢s, del ¨²nico municipio de los 179 que integran la regi¨®n donde la suma de PP, Ciudadanos y Vox fue exacta a la de PSOE, M¨¢s Madrid y Podemos en los comicios auton¨®micos de 2019. Para un lado, 31; Para otro, 31. Igualdad absoluta, divisi¨®n total.
El ojo de la c¨¢mara encaramada en una farola apunta al visitante del pueblo, con 88 vecinos habituales. Casi todos se conocen bien. Desobedecer la alerta de la entrada supone una multa de 200 euros. El Consistorio ha cortado incluso los otros dos accesos que conducen al municipio, en una medida de cuya legalidad dudan algunos habitantes, curiosamente los que votaron en contra del alcalde, Juan Pablo Lozano, un socialista que, seg¨²n varios residentes, aglutin¨® los votos de la derecha.
Una vez dentro del pu?ado escaso de callejuelas, dos bares y sus universos paralelos ¡ªcual bancadas opuestas de la Asamblea¡ª sirven al visitante para entender un poco mejor los entresijos del poder.
En El Atazar no hay ni una sola tienda. Tampoco monumentos rese?ables. S¨ª hay una rica naturaleza circundante, presidida por el pantano m¨¢s caudaloso de Madrid, que toma el nombre de la localidad. El sinuoso asfalto y el paisaje est¨¢n detr¨¢s de esta meca motera de fin de semana. La plaza de la iglesia se convert¨ªa, hasta la clausura del casco urbano, en la habitual parada en boxes para cientos de aficionados. Una mina de ingresos para los ¨²nicos establecimientos del pueblo, esos dos restaurantes. Pero ambos est¨¢n absorbidos por la guerra pol¨ªtica. El equipo de gobierno guarda silencio al respecto.
En la ma?ana del viernes cuesta cruzarse con alguien. El mes¨®n El Athazar, el m¨¢s visible y mejor emplazado, lleva clausurado varios meses. En la misma plaza, a una veintena de pasos, se encuentra el asador Los Riscos del Atazar. Es el ¨²nico sitio en el que tomar algo y, si uno de los habitantes sucumbe y entra, se convierte, de inmediato, en un ¡°apestado¡±. El responsable del local, Enrique Plaza, de 54 a?os, relata las maniobras de acoso y derribo que, seg¨²n su versi¨®n, ha sufrido por parte del Consistorio, donde la teniente alcalde es, adem¨¢s, la due?a del bar de la competencia. Los problemas para ¨¦l empezaron desde el mismo momento en que abri¨® ¡°ilusionado¡± en enero de 2020. Ahora se siente impotente ante un caso de ¡°caciquismo¡±.
Alcald¨ªa a cara y cruz
Y es que la curiosa coincidencia en los comicios regionales de 2019 no lleg¨® sola. En los municipales tuvo lugar otro empate ins¨®lito y hubo que sortear a cara y cruz la alcald¨ªa. Una moneda otorg¨® el tercer concejal en juego a los socialistas, lo que convirti¨® en primer edil a Lozano y en teniente de alcalde, a Magdalena Mart¨ªn. Ninguno tiene dedicaci¨®n exclusiva, pero ambos cuentan con residencia y arraigo en el pueblo. Lozano, adem¨¢s, ya hab¨ªa ostentado el cargo durante 12 a?os en el pasado.
La suerte dej¨® en la oposici¨®n a Manuel Jos¨¦ Rebollo, del PP, residente en la capital y sin relaci¨®n con la localidad. Aun as¨ª, consigui¨® la mitad de los votos. Curiosamente, los de aquellos considerados ¡°de izquierdas¡±, seg¨²n varios vecinos, los de aquellos que quer¨ªan acabar con ¡°el poder de tres familias¡±.
Magdalena Mart¨ªn pertenece a una de ellas y regenta el Mes¨®n El Athazar. Y ah¨ª est¨¢ el quid de la pol¨¦mica. Su hermana Sonia Mart¨ªn, tambi¨¦n empleada en el Ayuntamiento, asegura que el cierre actual del establecimiento se debe al miedo a la covid-19. No hace referencia a la falta de licencia que s¨ª trasluce en los argumentos de la oposici¨®n y del responsable del otro restaurante. Ven ¡°sorprendente¡± que la propia tabernera tome decisiones en el Pleno sobre el devenir de los bares siendo parte implicada, se?ala Rebollo, que habla de ¡°intereses oscuros¡±.
As¨ª que, entre licencias y dem¨¢s pol¨¦micas, solo hay un bar abierto desde hace meses, aunque no sin impedimentos. Plaza narra un acoso constante por parte del propio Ayuntamiento: le han aparcado justo donde colocaba parte de la terraza, le han cerrado zonas en el exterior en plena pandemia e incluso le amenazaron con una multa de hasta 600.000 euros por no tener, supuestamente, licencia. Algo que niega mientras muestra el expediente. Pero las pruebas ya no son suficientes. Ha decidido tirar la toalla. Se larga tras unos meses ¡°horrorosos¡±. Una victoria para unos, una derrota para los ¡°apestados¡±, como ¨¦l dice que les llaman. ¡°Era el negocio de mi vida¡±, lamenta.
A la una del mediod¨ªa toca la venta diaria de pan. Minutos antes, una decena personas espera delante del Mes¨®n El Athazar. Aparece un coche blanco. La mujer que va al volante les despacha con familiaridad. La panadera del pueblo es la propia teniente de alcalde, que trata de impedir que se fotograf¨ªe la escena en mitad de la calle, delante de su bar cerrado. Se niega a hablar con EL PA?S. ¡°Nada. No. Adi¨®s¡±, zanja. Tampoco accede el alcalde.
Cambiar las tornas arraigadas nunca ha sido f¨¢cil. El equipo pol¨ªtico que precedi¨® al actual sali¨® de una agrupaci¨®n de vecinos con ansias transformadoras. Se present¨® Juan Ram¨®n Fern¨¢ndez como cabeza de lista de Unidas Podemos y gan¨®. Les llamaban ¡°los podemitas¡±, aunque no ten¨ªan nada que ver con ellos, salvo el nombre y que les consideraban ¡°de izquierdas¡±. En dos a?os, el teniente de alcalde de Fern¨¢ndez tuvo que irse del pueblo. Sufri¨® pintadas, el maltrato de sus animales e insultos hom¨®fobos. Tras cuatro a?os en el Ayuntamiento, no intentaron revalidar el mandato.
¡°Aqu¨ª las siglas dan igual¡±
La ¨²nica manera que encontraron para luchar, seg¨²n admiten varios habitantes, consisti¨® en aliarse con los nuevos contrincantes. Y as¨ª fue como aquellos supuestos podemitas apoyaron en su mayor¨ªa al candidato del PP. ¡°Aqu¨ª las siglas dan igual, se vota a las personas¡±, dice un vecino que prefiere que su nombre no se publique. ¡°En los pueblos todo es muy enrevesado, hay lazos familiares, enemistades...¡±, cuenta otro.
Sonia Mart¨ªn, la hermana de la teniente de alcalde, cree que el pueblo es ¡°como una urbanizaci¨®n privada¡±, donde solo falta el reparto de comida a domicilio. ¡°Nos llevamos bien, si no hablas de f¨²tbol o de pol¨ªtica¡±, asegura detr¨¢s del mostrador del Ayuntamiento. Para ella su vida es id¨ªlica, mucho m¨¢s que la de los urbanitas a los que visita en contadas ocasiones.
Uno de esos urbanitas aterriz¨® en El Atazar, escapando del rigor pand¨¦mico. Juanma Garc¨ªa, un inform¨¢tico y dise?ador granadino de 37 a?os, viv¨ªa en Lavapi¨¦s con sus dos perros cuando decidi¨® dar un vuelco a su vida en 2020. Ocupa ahora una de las viviendas municipales dedicadas antes al turismo rural. Comparte clases de yoga con el alcalde de la misma forma que acude al bar de los ¡°apestados¡±. Reconoce que integrarse entre los aut¨®ctonos lleva su tiempo. Como ejemplo saca a relucir el grupo de WhatsApp en el que estaba metido todo el pueblo y del que le acabaron echando ¡ªcomo a una mayor¨ªa¨D cuando alguien public¨® unos versos de Miguel Hern¨¢ndez. El poema deriv¨® en opiniones pol¨ªticas y, con ellas, el gran l¨ªo. Lo recuerda y se r¨ªe: ¡°?Todo a tomar por saco!¡±.
Pueblos madrile?os divididos casi por igual
El Atazar fue el municipio madrile?o m¨¢s dividido por bloques en las ¨²ltimas elecciones auton¨®micas. Pero no el ¨²nico donde sus habitantes plasmaron en las urnas una divisi¨®n casi salom¨®nica. En Aranjuez, con un censo de 41.568 personas, la diferencia entre el bloque de la derecha y el de la izquierda se plasm¨® por solo un 0,1%. Torrelaguna, con 3.240 votantes, la divisi¨®n tambi¨¦n era casi de empate total, con un 0,2% de diferencia entre un bloque y otro. Y algo parecido pas¨® en Perales de Taju?a o Estremera, donde los 2.009 electores de un sitio o los 912 de otro se diferenciaron en sus bloques por tan solo un 0,3%.
Eso s¨ª, ninguno hasta el momento como El Atazar, un pueblo con un 0,0% de diferencia entre unos y otros y donde esta pandemia solo se ha diagnosticado un positivo de covid, seg¨²n datos oficiales. No hay bajas de cara a las nuevas elecciones. Quiz¨¢s, eso s¨ª, haya alg¨²n votante m¨¢s debido a los nuevos habitantes del pueblo que pueden desequilibrar ahora la balanza.
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