Violaci¨®n y muerte de Elisa Abru?edo: ocho a?os tras el ADN de un fantasma
La Guardia Civil ha descartado a todos los sospechosos que lleg¨® a tener en este crimen eclipsado por la muerte de Asunta Basterra. Realiza pruebas a familias de la comarca de Ferrol en busca de coincidencias con el rastro gen¨¦tico que qued¨® en el cad¨¢ver
¡°Tengo la paciencia de mi padre y el car¨¢cter fuerte de mi madre: antes la palmo que dejar que las cosas se olviden¡±, avisa Adri¨¢n Fern¨¢ndez Abru?edo, hoy hu¨¦rfano y cabeza de familia, mientras vuelve a pisar el camino, tantas veces pisado, que eligi¨® su madre la ¨²ltima tarde en que sali¨® a pasear, hace ya casi ocho a?os.
Aquel 1 de septiembre de 2013 era un domingo de mucho calor y hab¨ªa ¡°alg¨²n incendio forestal¡± en la zona, recuerda el hombre. Toda la atenci¨®n estaba puesta en apagar fuegos, no en los tranquilos cruces de la aldea Lavandeira, en el municipio coru?¨¦s de Cabanas. Elisa Abru?edo, gerocultora de 46 a?os, casada y madre de dos chicos, caminaba a diario al caer la tarde o por la ma?ana, dependiendo del turno que tuviera en la residencia Geriatros de Ferrol. Pero aquel d¨ªa opt¨® por una ruta corta y mucho menos apartada porque iba sola. Los hijos no estaban, y el marido, Manuel Fern¨¢ndez, se hab¨ªa ido a un entierro. Adem¨¢s, el d¨ªa anterior, este trabajador de la construcci¨®n (fallecido a?o y medio despu¨¦s en accidente laboral) se hab¨ªa hecho un corte en la pierna con una radial y le dol¨ªa al andar. As¨ª que Elisa sali¨® sin compa?¨ªa, por la senda de Manxar¨ªn, un par de kil¨®metros salpicados de prados y peque?os grupos de casas. Llevaba el m¨®vil, los cascos y las gafas de sol. Hab¨ªa decidido que iba a ser un paseo tan f¨¢cil que no necesitar¨ªa las de ver. Y las dej¨® en casa con la cartera.
Sobre las ocho se par¨® un buen rato a charlar con una vecina y, como se hizo tarde, al despedirse tom¨® ya el camino de vuelta a casa. Le faltaban poco m¨¢s de 200 metros para llegar cuando alg¨²n desalmado la abord¨®, probablemente por la espalda, la golpe¨®, la viol¨® y la mat¨® a navajazos para garantizarse el silencio. El individuo solo dej¨® su ADN. Desde entonces, la Guardia Civil busca ese fantasma. Despu¨¦s de ¡°descartar bien descartados¡± a todos los sospechosos que tuvo, los investigadores han decidido llegar a ¨¦l a la inversa: Realizando pruebas gen¨¦ticas en familias de la comarca de Ferrolterra que se prestan de forma voluntaria cuando se les llama. ¡°No a todas las familias, sino a unas concretas¡±, aclara un guardia civil, a las que les llevan los finos hilos de los que van tirando.
Empezaron hace dos a?os y para trepar por los ¨¢rboles geneal¨®gicos han tenido que retrotraerse a registros parroquiales de hace varios siglos. Adri¨¢n Abru?edo comenta que, seg¨²n ¨¦l pudo saber, varios ¡°cribados¡± se centraron en el municipio de Valdovi?o, situado 27 kil¨®metros al norte, y a donde adem¨¢s se puede llegar siguiendo m¨¢s all¨¢ de la carretera secundaria en la que fue asesinada su madre. Todo el material gen¨¦tico que se recaba se manda a comparar al laboratorio biol¨®gico de la Guardia Civil en Madrid, visitado cada cierto tiempo por un integrante del grupo de delitos contra las personas de A Coru?a, encargado del caso. Quiz¨¢s as¨ª alg¨²n d¨ªa los agentes logren estrechar el cerco en torno al que consideran un cazador oportunista que, aparentemente, ha tenido cuidado de no delatarse repitiendo su acci¨®n. Un error que s¨ª cometi¨® El Chicle.
Cuando en las Navidades de 2017 fue detenido el asesino de Diana Quer despu¨¦s de atacar a otra chica, los mandos de la Guardia Civil anunciaron en rueda de prensa que se revisar¨ªan otros cr¨ªmenes perpetrados sobre mujeres, distantes en el mapa de Galicia, como el de Elisa o el de la ourensana Socorro P¨¦rez (43 a?os, 2015), tambi¨¦n sin resolver aunque a cargo de la Polic¨ªa Nacional. Aquello no llev¨® a ninguna parte, y realmente los agentes del cuartel de A Coru?a a cargo del caso de Elisa Abru?edo sab¨ªan que su muerte no ten¨ªa nada que ver. Pero el entonces capit¨¢n del equipo promet¨ªa en un corrillo a la salida, con los ojos empa?ados, que trabajar¨ªan a diario y ¡°nunca¡± se iban a rendir hasta apresar a su verdugo. Hoy, Elisa y Socorro siguen engrosando la n¨®mina imborrable de v¨ªctimas gallegas cuyas familias no ven llegar la hora de la justicia, junto a nombres como el de Mar¨ªa Jos¨¦ Arcos (35 a?os, 1996), D¨¦borah Fern¨¢ndez-Cervera (22, 2002) y Sonia Iglesias (37, 2010).
¡°Todo sucedi¨® en unos 10 metros¡±
Se cree que el asesino de Elisa Abru?edo no la conoc¨ªa de nada. Simplemente, pasaba por all¨ª, se fij¨® y la abord¨®. Si fuera alguien cercano que segu¨ªa sus movimientos hace tiempo no hubiese elegido un lugar tan abierto, pr¨®ximo a la casa de la v¨ªctima y enfrente de la vivienda del veterinario del pueblo, un vecino que adem¨¢s acababa de salir de casa y no coincidi¨® con la escena del asalto por cuesti¨®n de un instante. Seg¨²n Fern¨¢ndez Abru?edo, este sanitario lleg¨® a ver a la v¨ªctima doblando la esquina, donde el camino por el que ven¨ªa se incorpora a la carretera. A partir de ese punto, ¡°todo sucedi¨® en unos 10 metros¡±, describe el hijo sobre el terreno. El criminal abandon¨® el cuerpo all¨ª mismo, en la maleza de una parcela aleda?a a la carretera que entonces estaba plantada de pinos. Hoy, en su lugar hay eucaliptos, y en tanto tiempo sin respuestas ya han crecido.
Cuando se dieron cuenta de que no volv¨ªa a casa, los chicos y el marido empezaron a llamarla al m¨®vil. Una y otra vez, ¡°hasta que se le agot¨® la bater¨ªa¡±. Sin comer y sin dormir, a pie, en coche y en una bici que acab¨® con las ruedas pinchadas, el esposo, el hijo mayor (que ahora tiene 32 a?os) y ?lvaro, el peque?o (hoy de 27), peinaron con linternas todas las sendas habituales de su madre, que a veces se internaba en los bosques atl¨¢nticos del cercano parque natural de las Fragas do Eume. En las batidas, pasaron ¡°cientos de veces¡± por delante de las zarzas donde estaba el cuerpo, pero transcurri¨® un d¨ªa entero hasta que un vecino lo hall¨®.
¡°Elisa es nuestra prioridad¡±
Aunque con varios cambios en su composici¨®n, del misterio de Cabanas se ocupa el mismo grupo de guardias civiles que este a?o ser¨¢ condecorado por resolver el crimen de Diana Quer y que se encarg¨® de investigar la muerte de la ni?a compostelana Asunta Basterra. Este suceso, ocurrido solo 20 d¨ªas despu¨¦s del asesinato de Elisa Abru?edo, lo eclips¨® por completo. Un portavoz de la familia critic¨® entonces la ¡°calma funcionarial¡± con la que se buscaba al violador, que contrastaba con la gran ¡°presi¨®n¡± que hab¨ªa existido para resolver el caso Asunta. ¡°No nos olvidamos de Elisa. Todo lo contrario: es nuestra prioridad¡±, afirma ahora un mando del equipo.
Una vez al a?o, aproximadamente, los hijos reciben la llamada o la visita de alg¨²n agente que les asegura que la b¨²squeda de esa sombra que pas¨® y mat¨® a Elisa prosigue. Atr¨¢s quedaron ya los tanteos del principio, cuando se sigui¨® la dudosa pista de un coche verde que algunos vecinos dijeron haber visto aquella tarde al ponerse el sol. Tambi¨¦n se trat¨® de encontrar al fantasma con el estudio de las antenas de telefon¨ªa que dan cobertura a la zona, y se investig¨® a la familia, a los cazadores y a los presos que hab¨ªan disfrutado de permiso aquel fin de semana, ¡°incluso de c¨¢rceles de Asturias¡±, asegura Adri¨¢n Fern¨¢ndez. ¡°Yo, cada uno del que se me ocurr¨ªa sospechar, se lo dec¨ªa a los guardias¡±, recuerda, ¡°pero es que justo aqu¨ª no tenemos mucho a donde mirar... Es una zona de gente mayor¡±.
Manuel Fern¨¢ndez, el viudo de la v¨ªctima, muri¨® el 9 de enero de 2015 al precipitarse sobre ¨¦l la carga de un cami¨®n mientras trabajaba en unas obras en el Arsenal Militar de Ferrol. Los hijos, Adri¨¢n y ?lvaro, quedaron solos con dos perras en la casa de Lavandeira, y a¨²n esperan a que se celebre el juicio del siniestro laboral para cobrar las indemnizaciones que les corresponden. Con la pandemia, el mayor perdi¨® el trabajo y el peque?o sigue estudiando. Adri¨¢n cuida la vivienda que sus padres le dejaron. ¡°De ellos lo aprend¨ª todo¡±, recalca. Estos d¨ªas acondiciona una caseta para Mini, la cabra enana que le han regalado unos amigos, y tiene muchos planes para el jard¨ªn. En octubre, al fin, se casar¨¢ con su novia. Pero su nueva vida no va a cambiar la necesidad de saber qui¨¦n le quit¨® a su madre. ¡°Qui¨¦n sabe si seguir¨¢ suelto, si la habr¨¢ palmado, si habr¨¢ entrado en la c¨¢rcel por otro tipo de crimen¡±, se pregunta. ¡°Yo voy a seguir peleando¡±, promete. ¡°Porque pelear me mantiene vivo¡±.
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