El Madrid m¨¢s solidario frente al coronavirus
La epidemia dispara las ofertas de cuidadores y los vecinos ofrecen redes de apoyo para llevar la compra o atender a animales
Unos estudiantes apurar¨¢n los libros de texto y otros vuelven a sus casas. Estos 15 d¨ªas de suspensi¨®n lectiva presencial causados por el coronavirus tambi¨¦n sirven para tejer comunidad o para sacar provecho de redes vecinales que ya exist¨ªan. Las medidas cautelares que levantan diques contra la epidemia causan efectos colaterales sobre las familias. Por eso cientos de universitarios, desempleados, profesores y teletrabajadores han querido ofrecer su ayuda en las redes sociales, grupos de WhatsApp o las plataformas de anuncios hasta que reabran los colegios y para echar una mano a mayores que, por ejemplo, necesiten ayuda con la compra. Frente al caos predican un civismo intuitivo.
¡°?C¨®mo va a teletrabajar un camarero o una dependienta?¡±, se pregunta Desire¨¦ D¨ªaz, de 19 a?os. Esta estudiante de Realizaci¨®n Audiovisual tambi¨¦n es monitora de tiempo libre en campamentos estivales. Cuando se decret¨® el cierre de los centros de estudio pens¨® en que muchos madrile?os tendr¨ªan problemas para cuidar de sus hijos peque?os: ¡°Vimos la noticia estando en clase y a varios se nos ocurri¨® ayudar¡±. Su grupo de amigos es solo uno m¨¢s. La oferta de cuidadores se ha disparado en la ciudad. Este martes se hab¨ªan multiplicado por 25 las publicaciones de esta clase en Milanuncios, seg¨²n datos del portal (el 74 % de las ofertas de cuidado de ni?os en la plataforma se publicaron desde Madrid y, semanas atr¨¢s, estas representaban solo uno de cada cinco).
Algunos anuncios fijan una cuant¨ªa a la hora y otros hablan de altruismo, como el de D¨ªaz. Por ahora, cuenta, dejar a los ni?os al cuidado de otros familiares o amigos es posible. Pero esa armon¨ªa tiene fecha de caducidad. Conforme pasen las hojas del calendario ser¨¢ m¨¢s complicado mantener el cuidado a los hijos ajenos: ¡°Los estudiantes, sin embargo, podemos comprometernos ahora que no hay clase. De ese modo, puede evitarse dejar a los menores con sus abuelos, que son el grupo de mayor riesgo¡±. Estos d¨ªas D¨ªaz no se separa de un bote de desinfectante.
La joven recomienda Tienes sal, una app para contactar con el vecindario: ¡°Escrib¨ª ayer en el foro y en seguida contestaron varias madres. Todav¨ªa no he cerrado trato con ninguna, pero varias me dijeron que en unos d¨ªas necesitar¨ªan ayuda¡±. Muchas familias se encuentran en un callej¨®n sin salida. Puede que les sea imposible trabajar desde casa y atender a los menores. En ese caso es recomendable despejar de la ecuaci¨®n a los m¨¢s veteranos, que en nuestro pa¨ªs son un recurso habitual. Las infecciones por coronavirus en los ni?os no resultan preocupantes, si bien inquieta su posible poder de transmisi¨®n, como en la gripe.
Los campamentos tambi¨¦n se desaconsejan. El cierre de los colegios se ha efectuado para evitar contagios y esto crear¨ªa un nuevo foco. Si el objetivo es aplanar la curva epid¨¦mica, impidiendo un pico de casos, se han de evitar las aglomeraciones. Consciente de que los cuidados deben individualizarse, Laura Moreno, de 20 a?os, ha plagado su barrio con anuncios impresos. Los deja clavados con su hermana en el corcho de la comunidad de vecinos. O acaban pegados en las marquesinas cercanas a un colegio: ¡°Por Internet entiendo el recelo de los padres. No saben qui¨¦n eres ni tienen informaci¨®n sobre ti. En un bloque de pisos me parece diferente. Tienen alguna referencia¡±.
Ana Caro, sin embargo, encontr¨® en Twitter el modo de hacer p¨²blica su disposici¨®n desinteresada. Esta estudiante del m¨¢ster del profesorado tiene 24 a?os e imparte clases a domicilio. Est¨¢ acostumbrada a tratar con ni?os y estos d¨ªas sin clase quiere arrimar el hombro: ¡°Vi que La vecina rubia, una influencer, hac¨ªa un llamamiento a que los voluntarios dej¨¢ramos nuestro contacto y as¨ª padres o madres sin opci¨®n al teletrabajo nos encontraran. El hilo termin¨® teniendo m¨¢s de cien mensajes. Sobre todo, de chicas estudiantes que ahora tienen m¨¢s tiempo libre¡±. Otra cosa es que los progenitores est¨¦n familiarizados con las redes sociales y lleguen hasta ellas.
¡°Tenemos que estar donde nos necesiten las vecinas¡±. Irene Armate, de 24 a?os, prepara su doctorado y el coronavirus la mantiene estos d¨ªas alejada del laboratorio. Gracias a una plataforma feminista de Vallecas se ha unido a una red en la que ya hay unos 70 voluntarios, casi todo mujeres. Irene vive con sus padres y no le parece ¡°responsable¡± prestar la ayuda en su casa, por eso se ha ofrecido a ir a casa de quien lo necesite. ¡°Tambi¨¦n lo he comentado con mis amigas. Ninguna somos madres¡±.
¡°Villa de Vallecas es un pueblo¡±, dice orgullosa Marimar Amoedo, de 40 a?os, otra de esas vecinas que se ha lanzado en brazos de la solidaridad. Cuenta que esta red se asienta en la militancia de barrio, de participar en muchas actividades, esa que permite que unos se hagan favores a otros y m¨¢s cuando est¨¢n los hijos de por medio. El grado de confianza se logra ¡°porque al final aqu¨ª casi todos nos conocemos, si no es por los grupos de mam¨¢s del cole es por otras cosas¡±, comenta esta mediadora social que aprovecha estos d¨ªas su disponibilidad de elegir turno de tarde o de ma?ana para desplegar su ayuda.
Esa red de decenas de voluntarias est¨¢ integrada por universitarios y estudiantes, desempleados, profesores y personas que pueden teletrabajar. Algunos hasta comparten una hoja de Excel donde se cruzan los datos de los que ofrecen y demandan la ayuda. En ella se pueden consultar horarios, si se desplaza o lo hace en su casa, si tiene animales de compa?¨ªa¡ Iniciativas similares han surgido en diferentes distritos de la ciudad.
¡°La base somos nosotras. Tenemos trabajos m¨¢s flexibles, somos aut¨®nomas, opositoras¡ Solo en uno de los casos es un padre el que teletrabaja¡±, explica Marisa, una psic¨®loga de 46 a?os que vive en un edificio de una veintena de portales en Sanchinarro. Reconoce que la combinaci¨®n no es sencilla pero que entre todos, padres y madres, se est¨¢n ayudando. Adem¨¢s de organizarse para cuadrar los turnos, luchan para que los ni?os sigan el ritmo de la escolarizaci¨®n a distancia, porque ¡°a las nueve de la ma?ana ya ten¨ªamos un email con las tareas¡±. ¡°Nos hemos tirado con deberes y estudiando cosas nuevas todo el d¨ªa. Ha sido el primer d¨ªa, pero iremos cogiendo el ritmo¡±. Elo, la opositora, lo relata con sentimientos encontrados. ¡°Yo no pude estudiar nada. Todo el d¨ªa detr¨¢s del ni?o para que hiciera las cosas del cole¡±. ¡°Sali¨® bien pero con estr¨¦s porque es casi imposible que un ni?o se siente solo¡±. ¡°Un foll¨®n de cuidado¡±, zanja Marisa sin perder la moral.
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