Cien tumbas m¨¢s para un cementerio musulm¨¢n
Riay Tatary, l¨ªder de la Comunidad Isl¨¢mica de Espa?a, fue enterrado el lunes en la localidad de Gri?¨®n tras fallecer de coronavirus
Unas decenas de metros antes de llegar a la puerta del cementerio se escuchan los sollozos de la mujer. Mar¨ªa ?ngeles Mart¨ªn, de 74 a?os, va en silla de ruedas empujada por sus hijos. No hay consuelo posible. Las l¨¢grimas ruedan rostro abajo hasta la mascarilla mientras junta una y otra vez sus manos cubiertas con guantes de l¨¢tex. ¡°?Dios, por qu¨¦ te has portado tan mal conmigo!¡±. Instantes despu¨¦s ella misma se corrige. ¡°?Ay, Se?or, perd¨®name!¡±.
Hisham Yousef Hamed naci¨® en el campo de refugiados de Yabalia, en la Franja de Gaza en 1949. Siendo joven, coincidiendo con la Guerra de los Seis D¨ªas entre palestinos e israel¨ªes, emigr¨® a Espa?a. Era 1967. Estudi¨® Medicina y se hizo dermat¨®logo. En Madrid se cas¨® con la extreme?a Mar¨ªa ?ngeles. Han tenido dos hijos y dos hijas. Los cinco desped¨ªan ayer a Hisham, muerto por coronavirus. Su mujer, todav¨ªa d¨¦bil, lo ha superado tras varios d¨ªas ingresada.
Hisham hab¨ªa estado por ¨²ltima vez en Gaza los pasados meses de noviembre y diciembre. Acudi¨® a enterrar a uno de sus hermanos. Su tumba es ahora la n¨²mero 96 del cementerio musulm¨¢n de Gri?¨®n. Sobre su f¨¦retro, entre las paladas de arena, reposa tambi¨¦n la bandera palestina que deja caer una de sus hijas. En un ¨²ltimo esfuerzo antes de desvanecerse, la madre se acerca a depositar con sus propias manos un pu?ado de tierra. ¡°Mam¨¢, han hecho todo lo que han podido por ¨¦l¡±, dicen las hijas. Pero el llanto roto persiste cuando Mar¨ªa ?ngeles es empujada minutos despu¨¦s hacia la salida.
La pandemia no entiende de credos. Lo sabe bien Abdul, trabajador de este cementerio. Este marroqu¨ª de 45 a?os originario de la ciudad de Alhucemas empieza a contar mientras va andando. Una, dos, tres, cuatro¡ M¨¢s de una veintena de tumbas con el cemento todav¨ªa reciente de estos d¨ªas albergan a fallecidos por el coronavirus en el cementerio. Aqu¨ª no hay nichos, todos van bajo tierra.
Tres meses despu¨¦s de empezar el a?o ya se ha cubierto el cupo de enterramientos previstos para todo 2020, reconoce el alcalde del municipio, Jos¨¦ Mar¨ªa Porras. Tras mantener conversaciones con el c¨®nsul de Marruecos, han decidido connstruir sobre la marcha cien tumbas m¨¢s. ¡°Lo estamos habilitando lo m¨¢s r¨¢pido posible. El objetivo es que no haya que parar los enterramientos¡±. Tres en la tarde de este lunes.
La de las plazas disponibles para llevar a cabo los entierros era una preocupaci¨®n para Riay Tatary, presidente de la Comisi¨®n Isl¨¢mica de Espa?a. En enero mantuvo una reuni¨®n para advertir de que los 35 cementerios musulmanes que hay en el pa¨ªs son pocos. No sab¨ªa que menos de tres meses despu¨¦s una de las tumbas del cementerio de Gri?¨®n iba a ser para ¨¦l. Tatary, nacido en Damasco y emigrado joven a Cantabria, ha muerto este lunes de coronavirus en el hospital de La Paz. Su fallecimiento ha sido seguido de muestras de condolencias de la Casa Real, del Gobierno y de numerosas instituciones. Era visto como un pilar importante para el engranaje de las relaciones del poder en Espa?a con los musulmanes.
Nada m¨¢s abandonar el coche f¨²nebre que traslad¨® al m¨¦dico palestino al cementerio de Gri?¨®n, llega el que trae el cuerpo de Tatary. Minutos antes, un grupo de personas reza inclin¨¢ndose hacia La Meca. Un gato asiste sin inmutarse a la escena. Los estrictos protocolos de los entierros bajo la pandemia del coronavirus limitan a tres los asistentes a los entierros. Una decena de personas, todos hombres, asisten sin embargo a dar el ¨²ltimo adi¨®s al presidente de la Comisi¨®n Isl¨¢mica, fallecido pocas horas antes. Al frente de todos ellos, el secretario de esta instituci¨®n, Mohamed Ajana.
Media luna es el ¨²nico adorno del f¨¦retro, llegado a bordo de un veh¨ªculo de la funeraria Nuestra Se?ora de los Remedios. El conductor va protegido con guantes, mascarilla, mono y patucos. Antes de hacer descender el cuerpo al foso de la tumba n¨²mero 97, el grupo hombres realiza una ¨²ltima oraci¨®n. Esta es sin inclinaci¨®n ni postraci¨®n. ¡°Hemos pedido a todas las personas a las que les hubiera gustado poder estar aqu¨ª presentes que celebren este rezo por Tatary en sus domicilios¡±, explica Ajana.
El acto es breve y discreto. Le siguen varios abrazos entre l¨¢grimas de los presentes. En ese momento llega el alcalde. Se presenta y se disculpa por no haber podido llegar a tiempo. ¡°Era amigo de Tatary¡±, comenta Jos¨¦ Mar¨ªa Porras. Junto al corrillo en el que da el p¨¦same, una gran excavadora, en ese momento detenida, horada el terreno para que decenas de nuevas tumbas puedan ser ocupadas cuanto antes.
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