Con meg¨¢fono, con aplausos, con m¨²sica, gracias
Algunos fabricantes est¨¢n haciendo el agosto mientras buena parte de la poblaci¨®n vive inmersa en una cuesta de enero que no sabemos cu¨¢nto durar¨¢
En la puerta de la Farmacia de Carlos, de Alcorc¨®n, hay un cartel en el que puede leerse ¡°tenemos mascarillas y gel hidroalcoh¨®lico¡±. Son los productos m¨¢s buscados, de modo que, si no est¨¢n, hay que avisar para que la clientela no pierda el tiempo haciendo cola.
- ?Y guantes tienes?, le pregunto cuando llega mi turno.
- Guantes, no. Trajeron hace cuatro d¨ªas, pero ya se nos han gastado. Quiz¨¢ el lunes.
Hablamos tambi¨¦n de los precios y Elena Garc¨ªa, la hija de Carlos, que abri¨® la farmacia en 1991, reconoce que se han disparado. ¡°Es tremendo que un art¨ªculo de primera necesidad se haya convertido en un lujo¡±, afirma.
Algunos fabricantes de ciertos productos est¨¢n haciendo el agosto mientras buena parte de la poblaci¨®n vive inmersa en una cuesta de enero que no sabemos cu¨¢nto durar¨¢. Muchos aut¨®nomos contin¨²an sin facturar, entre los trabajadores por cuenta ajena hay un porcentaje importante de personas cuyo sueldo se ha visto dr¨¢sticamente recortado por los ERTES o que todav¨ªa no lo ha cobrado y tendr¨¢ que esperar hasta el 10 de mayo para ingresar algo. Eso quien tiene derecho a recibir ayudas, hay quien ni siquiera cuenta con esa posibilidad.
- ?Y vosotras qu¨¦, c¨®mo and¨¢is?, contin¨²o.
- Estamos bien, pero tenemos bastante miedo, contesta Maribel Hidalgo, sin parar de atender, con la mascarilla puesta y detr¨¢s de la mampara.
Su lugar de trabajo es el de siempre, pero nada es igual. Desde que se declar¨® el confinamiento, decidieron empezar a repartir medicamentos a domicilio con el fin de evitar que la gente mayor tenga que salir. Dado que la farmacia lleva casi tres d¨¦cadas en marcha, conocen perfectamente a su clientela y aunque no recuerden todos sus nombres, s¨ª saben qu¨¦ medicamentos compran. Est¨¢ la del Sintrom, el del portal de atr¨¢s que se lleva algo para la diabetes o los que han tenido que incluir los antiinflamatorios para la artrosis en su rutina.
Tambi¨¦n conocen a quienes diariamente van a tomarse la tensi¨®n, como Marco, con quien coincid¨ª en la farmacia. Antes, se encargaba de hacerlo alguna de las farmac¨¦uticas, pero como ahora es mejor evitar el contacto, se ocupa ¨¦l y luego les cuenta a voces qu¨¦ tal. Si les dice que todo est¨¢ en orden, ellas le felicitan y en caso de que la cosa no vaya tan bien, le amonestan con suavidad y le sueltan un ¡°?hay que cuidarse!¡±.
Marco es uno de los animados de su bloque cuando llegan los aplausos de las ocho, momento que coincide con la hora de cierre de la farmacia. Saca su meg¨¢fono, pone m¨²sica y anima al resto de la gente de la plaza en la que se halla este establecimiento a que jalee a las farmac¨¦uticas, que justo est¨¢n abandonando el local. As¨ª que en esa plaza se mezclan los v¨ªtores y el Resistir¨¦ con unos agradecimientos que aqu¨ª llevan nombre y apellido.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.