Una ma?ana con tres generaciones de quiosqueros
Sergio es quiz¨¢s el m¨¢s joven de la capital: hace cuatro a?os, cuando ten¨ªa 21, invirti¨® sus ahorros para hacerse cargo de uno. Quedan 370 de los m¨¢s de 800 quioscos que hab¨ªa a principios de siglo en Madrid
Como cada ma?ana, Alberto Acedo se acerca al quiosco que regenta su hijo Sergio, de 26 a?os, en la Glorieta del Pintor Sorolla. Son las 7.40 de otro s¨¢bado a medio gas en el barrio de Chamber¨ª. Echa una mano con la apertura y luego regresa a la porter¨ªa de un edificio cercano donde trabaja y reside desde hace dos d¨¦cadas.
¡°Yo no he puesto un duro. Se ha buscado la vida¡±, dice el padre mientras limpia el suelo de la calle. A los 21 a?os, Sergio invirti¨® sus ahorros y pidi¨® un cr¨¦dito para tomar las riendas del establecimiento. No contaba con experiencia y se meti¨® de cabeza en un gremio ...
Como cada ma?ana, Alberto Acedo se acerca al quiosco que regenta su hijo Sergio, de 26 a?os, en la Glorieta del Pintor Sorolla. Son las 7.40 de otro s¨¢bado a medio gas en el barrio de Chamber¨ª. Echa una mano con la apertura y luego regresa a la porter¨ªa de un edificio cercano donde trabaja y reside desde hace dos d¨¦cadas.
¡°Yo no he puesto un duro. Se ha buscado la vida¡±, dice el padre mientras limpia el suelo de la calle. A los 21 a?os, Sergio invirti¨® sus ahorros y pidi¨® un cr¨¦dito para tomar las riendas del establecimiento. No contaba con experiencia y se meti¨® de cabeza en un gremio que sufre desde hace m¨¢s de una d¨¦cada el descenso constante de las ventas de peri¨®dicos y revistas en papel: en Madrid capital han pasado de ser 800 quioscos a principios de este siglo a 370 en la actualidad, seg¨²n datos de la Asociaci¨®n de Vendedores Profesionales de Prensa de Madrid (AVPPM). Pero Sergio no se lo pens¨® dos veces: en enero de 2016 se convirti¨® (probablemente) en el quiosquero m¨¢s joven de la ciudad.
A las 08.00 est¨¢ todo listo para atender a Ana Revilla, de 56 a?os, la primera clienta del d¨ªa. ¡°Compro el diario para mi marido, pero me gusta darme un paseo hasta aqu¨ª ¡±, cuenta. Entre semana madruga al ritmo que marca el quiosco (6.30) y, as¨ª, desde hace quince a?os.
Clientes habituales como Ana son los que sostienen una parte importante del quiosco. Desde que se decret¨® el estado de alarma, la actividad de los vendedores de prensa fue considerada como uno de los servicios esenciales y han podido abrir todo este tiempo, tal y como ha hecho Sergio. Sin embargo, su negocio ha dejado de ingresar el dinero por el reparto en bares, restaurantes y peluquer¨ªas -seg¨²n el joven quiosquero, supone el 30% del total de las ventas de prensa y revistas-. El resto lo genera gracias a las recargas del saldo telef¨®nico o del abono de transporte, y a la venta de chucher¨ªas, refrescos, chocolatinas, pel¨ªculas en DVD o juguetes, entre otros art¨ªculos.
Cuando pasan unos minutos de las nueve, Alberto, el hermano peque?o de Sergio, se encarga de hacer el reparto a domicilio. Desde el 14 de marzo muchos quiosqueros llevan el peri¨®dico a casa de clientes de riesgo e, incluso, les compran el pan o lo que necesiten. Mercedes Bartolom¨¦, de 79 a?os, es la primera en la lista del reparto de esta ma?ana. ¡°Echo de menos ir al quiosco, pero no puedo salir¡±, dice con resignaci¨®n.
Est¨¢n siendo semanas cr¨ªticas para Sergio y tiene que pedir ayuda econ¨®mica a su hermano de 21 a?os -que tambi¨¦n trabaja como conserje-. ¡°En marzo pens¨¦ en cerrar¡±, cuenta Sergio. ¡°Hasta el 20 de abril fue horrible. Vend¨ªa un 20% de todo mi cat¨¢logo¡±. Ahora empieza a respirar, pero ha hecho cuentas y prev¨¦ que no va a poder llevar a casa m¨¢s de 300 euros al mes hasta que pase el verano.
2. 10.00. El quiosco de Lola, en Ant¨®n Mart¨ªn
El quiosco de Lola Da Silva, 55 a?os, forma parte del paisaje de la castiza Plazuela de Ant¨®n Mart¨ªn. Su anterior propietaria, Rosario Heredero, lo regent¨® desde 1987. Con ella aprendi¨® el oficio durante ocho a?os y cuando se jubil¨®, hace dos a?os y medio, Lola cogi¨® el testigo.
Son las diez de la ma?ana y durante la hora siguiente no dejan de acercarse los clientes del barrio a por sus publicaciones de cabecera. La mayor¨ªa son gente mayor, aunque tambi¨¦n hay excepciones:
- Hola, ?ten¨¦is la Rockdeluxe?
- S¨ª, me queda una. Est¨¢ expuesta aqu¨ª. Como es la ¨²ltima edici¨®n...
- Por cierto, no s¨¦ si tienes vinilos de los Beatles de cuando sali¨® la colecci¨®n.
- No me quedan, mi ni?o. Tiene usted otro quiosco en frente de la iglesia. Me parece que a ¨¦l le queda uno.
Salvador Serrano tiene 27 a?os y se ha acercado al quiosco para hacerse con un objeto que ya es de colecci¨®n: la revista musical echa el cierre tras 35 a?os de recorrido. Lola le cobra desde el interior del quiosco para guardar la distancia de seguridad. Desde aqu¨ª ha observado c¨®mo ha cambiado la vida del barrio por la pandemia. ¡°El 14 de marzo fue un shock total. La cara de la gente era de susto¡±, recuerda esta brasile?a nacida en S?o Paolo. ¡°Los bares y restaurantes cerraban sin recoger los platos de las comidas¡±.
Han sido semanas ¡°muy duras¡±. Cuenta, sin embargo, que sus clientes habituales -calcula que tiene cerca de 20- no han fallado. Explica que han aumentado las ventas de crucigramas, pasatiempos y libros de segunda mano, as¨ª como de revistas, pero que las de peri¨®dicos han bajado considerablemente: si antes de marzo vend¨ªa una media de 400 ejemplares al d¨ªa, ahora sirve 250. Sus ingresos actuales le dan para cubrir costes y poco m¨¢s, lejos de su salario normal de ¡°mileurista¡±.
3. 12.00. Jos¨¦, el quiosquero de Pr¨ªncipe de Vergara 135
Cuenta Jos¨¦ Marcos, de 62 a?os, que Hugo S¨¢nchez sol¨ªa pasarse por su quiosco cuando la prensa deportiva ¡°le pon¨ªa a parir¡±.. El exfutbolista mexicano compraba todos los peri¨®dicos para tirarlos calle abajo.
Son m¨¢s de cinco d¨¦cadas de an¨¦cdotas. Empez¨® a trabajar a los nueve a?os en el quiosco que ten¨ªan sus padres en la calle Gabriel Lobo. ¡°Se puede decir que lo he mamado¡±, relata. Lejos quedan los d¨ªas en los que acontecimientos hist¨®ricos como la muerte de Franco, los atentados del 11-S o el 11-M provocaban que no diese abasto vendiendo peri¨®dicos. Como otros compa?eros de su gremio, se queja del trato que recibe actualmente por parte de algunos editores de prensa y distribuidoras, y se?ala el auge de las ediciones digitales como uno de los males.
Es mediod¨ªa y la calle est¨¢ muy tranquila. ¡°La situaci¨®n ha sido desesperante¡±, dice a prop¨®sito de la pandemia. Parte de sus ingresos proceden del reparto en oficinas y muchas sigue cerradas. Jos¨¦ tiene callo y le quedan tres a?os para jubilarse, pero confiesa que ve un futuro ¡°muy negro¡±. Cree que muchos quioscos que han cerrado estas semanas por ser personas de riesgo o porque no les compensaba -la AVPPM estima que el 50% en abril- ¡°no van a poder abrir porque las facturas siguen llegando y las ventas han bajado mucho¡±.
¡°Hac¨ªa dos a?os que la cosa iba floja y la pandemia ha sido el detonante para cerrar¡±
Durante la pandemia, algunos quioscos han cerrado para siempre. Es el caso de Jos¨¦ Antonio (57 a?os) y su mujer. Cuando empez¨® la cuarentena, tomaron la decisi¨®n de poner fin a su quiosco de la calle Sorzano 14, en el distrito de Ciudad Lineal. ¡°Hac¨ªa dos a?os que la cosa iba floja y la pandemia ha sido el detonante. Ten¨ªamos deudas y, aparte, ahora no cont¨¢bamos con mucha solvencia para hacer frente a las facturas semanales¡±, dice el quiosquero. En total, han estado 34 a?os a pie de calle.
Otros han tenido que hacer un ERTE. ¡°Una cosa es salir a ganar 100 euros y, otra, 20. El 14 de marzo ya era insostenible. He tenido que hacer un ERTE a mi empleado¡±, cuenta Rafael Mart¨ªn, 53 a?os, due?o del quiosco de la Glorieta de Bilbao n¨²mero 7. Dice que probablemente abrir¨¢ el lunes 18 de mayo, pero no sabe si solo. Enferm¨® de la Covid-19 ¡°durante el pico de contagios¡±, pero ya est¨¢ recuperado.
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