Lecciones de diplomacia en la plazuela
Ant¨®n Mart¨ªn fue testigo de la matanza de Atocha y del mot¨ªn de Esquilache
"?Ni te imaginas la de veces que he contado lo de los abogados!". A Rosario Heredero, que apenas asoma los hombros tras el mostrador del quiosco, los clientes la llaman Chari o Charito cuando le piden el peri¨®dico, porque lleva 20 a?os haci¨¦ndolo en la plaza de Ant¨®n Mart¨ªn. "Lo de los abogados" es la matanza de Atocha.
La noche del 24 de enero de 1977, en el portal del n¨²mero 55 de la calle de Atocha, que da a la plaza, un comando de extrema derecha entr¨® con metralletas en un bufete laboralista del Partido Comunista y Comisiones Obreras. Los pistoleros acribillaron a nueve personas, matando a cuatro abogados y a un sindicalista. Fue uno de los sucesos clave de la transici¨®n, pero, a pesar de ser tan conocido, Chari lo ha contado muchas veces porque en 2003 le colocaron delante del quiosco una escultura conmemorativa que no ten¨ªa placa.
"La de veces que he contado lo de los abogados", cuenta Chari en su quiosco
Imponer la capa corta supon¨ªa disfrazar a los castizos de italianos
Juan Genov¨¦s, autor de la obra, dir¨ªa poco despu¨¦s: "En mi obra el espectador se convierte en el aut¨¦ntico protagonista. Por eso he dicho que no se pusiera placa alguna. El tiempo y la acci¨®n del ciudadano ser¨¢n los que impondr¨¢n su ley". Lo que se impuso fue la placa. Al final colocaron una ex¨¦gesis largu¨ªsima sobre la obra, rompiendo el di¨¢logo puro que pretend¨ªa el autor, pero liberando a la quiosquera de dar tantas explicaciones.
De verla a diario, Chari ha sacado sus conclusiones: la escultura es demasiado alta, deber¨ªa tener un banquito alrededor, "y lo peor es que la dejaron hueca y sin desag¨¹e... que hay que ser cortito", desliza. Una vez la vio por arriba desde un balc¨®n de la plaza y asegura que est¨¢ llena de basura y agua corrompida. Pero todo son minucias ante lo que de verdad le "cabrea": que algunos vecinos la bautizaran "la escultura de los borrachos" porque recuerda a un grupo de hombres apoy¨¢ndose unos en otros en plena trompa. "Cinco inocentes asesinados vilmente no se merecen eso, la gente deber¨ªa informarse antes de hablar".
Por el mot¨ªn de Esquilache, sin embargo, nadie le pide informaci¨®n. Ocurri¨® en la misma plazuela y fue una de las revueltas m¨¢s importantes del XVIII (cu¨¢nto s¨ªmbolo para tan poco espacio). "Si la gente no se molesta en leer una plaquita, ?qui¨¦n quieres que lea historia?", dice Chari. Y eso que lo de Esquilache se lee muy f¨¢cil, como una f¨¢bula: en marzo de 1766, el ministro italiano de Hacienda de Carlos III, en un esfuerzo por europeizar Madrid, prohibi¨® la capa larga y el chambergo (sombrero de ala ancha); la capa serv¨ªa para ocultar armas y el sombrero para esconder la cara de los malhechores. Pamplinas. Fue una cuesti¨®n simb¨®lica. Imponer la capa corta y el tricornio (con el ala vuelta hacia arriba) supon¨ªa disfrazar a los castizos de ilustrados italianos. Y los castizos, furiosos por las reformas fiscales de Esquilache, se lo tomaron fatal. Con el atuendo como excusa, dos embozados se plantaron ante los soldados m¨¢s o menos donde el quiosco de Chari y salt¨® la chispa. Carlos III desterr¨® a su ministro y calm¨® los ¨¢nimos. El conde de Aranda, nuevo hombre fuerte del Rey, logr¨® desterrar la capa larga y el chambergo: se los puso de uniforme a los verdugos y la gente dej¨® sola de usarlos.
En eso consiste el arte de la diplomacia: conseguir por las buenas lo que no sale por las malas. Por las malas, los asesinos de Atocha no consiguieron nada m¨¢s que acelerar el proceso que pretend¨ªan frenar. La gente se lanz¨® a la calle en una pac¨ªfica tristeza y la transici¨®n, medio abstracta, se hizo carne.
Pero no hay nada m¨¢s diplom¨¢tico que el olvido. Jos¨¦ Luis Rinc¨®n, gestor en la sucursal del banco Santander que hay en los bajos de Atocha 55, usa el crimen como referencia para explicar d¨®nde trabaja, "pero ya no hay tanta gente que recuerde aquello", comenta. En la puerta, dos adolescentes para los que el PC no es m¨¢s que lo contrario del Mac lo corroboran. Tambi¨¦n la fachada del edificio hist¨®rico, cubierto por un andamio y una lona, sobre la que se lee: "Tu vida en el Madrid m¨¢s urbano, 25 viviendas exclusivas". Quiz¨¢s para cuando est¨¦n construidas haya triunfado Lineador¨¦, un proyecto de peque?os comerciantes que pretende dar un ba?o de modernidad al eje Lavapi¨¦s-Ant¨®n Mart¨ªn-Las Letras a base de convertir ultramarinos en boutiques de dise?o. Quiz¨¢s para entonces ya nadie recuerde nada.
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