Colas del hambre, una pieza art¨ªstica de 90.000 euros
El artista Santiago Sierra grab¨® en mayo y junio las filas de miles de personas que acud¨ªan a por comida ante la crisis del covid-19 y ahora lo expone y vende en la galer¨ªa Helga de Alvear
Desprotecci¨®n, necesidad, miedo y, ahora tambi¨¦n, arte. Las colas del hambre madrile?as protagonizan la nueva creaci¨®n del artista Santiago Sierra (Madrid, 1966), que durante los meses de mayo y junio sali¨® a la calle a grabar con su c¨¢mara el desastre econ¨®mico que la crisis de la covid-19 ha causado en las clases m¨¢s vulnerables. El resultado es un v¨ªdeo de una hora de duraci¨®n, titul...
Desprotecci¨®n, necesidad, miedo y, ahora tambi¨¦n, arte. Las colas del hambre madrile?as protagonizan la nueva creaci¨®n del artista Santiago Sierra (Madrid, 1966), que durante los meses de mayo y junio sali¨® a la calle a grabar con su c¨¢mara el desastre econ¨®mico que la crisis de la covid-19 ha causado en las clases m¨¢s vulnerables. El resultado es un v¨ªdeo de una hora de duraci¨®n, titulado La gran fila, que se podr¨¢ ver en la galer¨ªa Helga de Alvear, en Lavapi¨¦s, desde el pr¨®ximo jueves 19, proyectado sobre tres pantallas en una sala oscura. Y se vende a un precio de 90.000 euros por las tres copias de esta edici¨®n (30.000 cada una).
La fila que ha montado Sierra se compone de 823 personas, que encontr¨® en comedores sociales, asociaciones vecinales, parroquias, centros de acogidas y fundaciones en los barrios de Centro, Puente de Vallecas, Bat¨¢n, Orcasitas, Chamber¨ª, Entrev¨ªas, Ciudad Lineal, Tet¨²an y Villaverde. En esta ocasi¨®n no convoc¨® a nadie, simplemente sali¨® a buscar la ruina de los m¨¢s desfavorecidos. El artista comenta a EL PA?S que decidi¨® ir a la calle en cuanto termin¨® el confinamiento y empez¨® a producirse la avalancha de gente arruinada por el mismo. Tres personas rodaron, con la idea de grabar una pel¨ªcula de una hora a tiempo real. ¡°Solo es un peque?o corte de una realidad mucho m¨¢s amplia. El objetivo es dejar testimonio de una hambruna desconocida en Espa?a desde los tiempos de la posguerra¡±, indica el artista por correo electr¨®nico.
En el v¨ªdeo hay m¨¢s empobrecimiento que pobreza. Maletas, carritos de la compra, mochilas, bolsas de pl¨¢stico, zapatillas, vaqueros, leggins, ch¨¢ndal, camisas y sudaderas¡ y la calle de la ciudad abarrotada, a la espera de la ayuda para comer. La imagen corre lentamente en paralelo a la fila, cortando los rostros y la identidad de los integrantes. Lo ha hecho en silencio y en blanco y negro, porque Picasso us¨® el blanco y negro para subrayar, recuerda Sierra, la ¡°oscuridad y brutalidad¡± de lo que buscaba. ¡°Es un anacronismo que expresa tal vez mis resistencias a entregarme a un presente que me espanta¡±, indica. El escenario son las calles de la ciudad, de donde ha desaparecido la antigua normalidad.
La clase trabajadora arruinada protagoniza la pieza que comercializa Sierra a precio de lujo para las clases altas. El v¨ªdeo parece una respuesta al tratamiento televisivo, m¨¢s colorista y ruidoso, de un hecho dram¨¢tico. El artista ha localizado dos centros en el distrito de Puente de Vallecas, sonde la renta per c¨¢pita media es de 24.687 euros al a?o, la m¨¢s baja de la capital. De los 230.000 vecinos que viven repartidos en seis barrios, alrededor de 20.000 estaban en el paro antes de la covid-19. Como cont¨® Manuel Viejo en una de sus cr¨®nicas, las peticiones de ayuda ya se triplicaban a finales de abril, y, seg¨²n C¨¢ritas, el 40% de las solicitudes proven¨ªan de personas que lo hac¨ªan por primera vez. Era el inicio de la otra curva pand¨¦mica, la social.
Entonces, ?es arte para que sea consumido y pagado por el mercado? ¡°Su pregunta deja traslucir que en el fondo la monetizaci¨®n de mi obra es inmerecida o cuanto menos reveladora de lo inmoral de su tasaci¨®n. Cuando se habla de Mario Vargas Llosa o se lo entrevista nunca leo referencias a su cach¨¦. Por mi parte lo considero una manera de intentar denostar mi trabajo como simple m¨¢quina de hacer dinero obviando as¨ª la reflexi¨®n sobre las tem¨¢ticas que mi obra plantea¡±, aclara el artista.
Si hasta entonces las colas del hambre corr¨ªan ocultas en las partes menos visibles de la ciudad, en abril la demanda se multiplic¨® y la extensi¨®n de las filas tambi¨¦n. Por eso Santiago Sierra incluye en la parte inferior de la pantalla un contador que suma la cantidad de personas con las que aguardan su turno con paciencia. La espera como s¨ªntoma de una ciudad paralizada. ¡°Son muchas personas como para escamotear el dato¡±, cuenta Sierra sobre La gran l¨ªnea. Por otro lado, apunta que la manera en la que entiende su trabajo es dando testimonio a su tiempo, denunciando con pruebas. ¡°No es mi decisi¨®n lo que es arte o es denuncia. Eso lo hace el aparato de legitimaci¨®n del arte¡±, sostiene. ?l simplemente act¨²a.
La ¨²ltima vez que Santiago Sierra expuso en Helga de Alvear el presidente de Ifema, Clemente Gonz¨¢lez Soler, baj¨® de su despacho y mand¨® retirar de la vista p¨²blica la serie fotogr¨¢fica de Presos pol¨ªticos, en Arco 2018, bajo la direcci¨®n de Carlos Urroz. El primer cap¨ªtulo de censura en 37 ediciones de la feria de arte contempor¨¢neo acab¨® sin dimisiones y con una publicidad de la obra como no se preve¨ªa. Gonz¨¢lez Soler provoc¨® lo que trat¨® de evitar. Al a?o siguiente regres¨® con un ninot gigante de Felipe VI, realzado junto con Eugenio Merino, y a la venta por 200.000 euros con la condici¨®n de quemarlo tras la compra. El pasado 12 de octubre, d¨ªa de la Hispanidad, los dos artistas lo quemaron sin encontrar comprador de la pieza.