Lucha para evitar que ¡®Filomena¡¯ arrase tambi¨¦n con los restos de la Guerra Civil de la Casa de Campo
La asociaci¨®n Gefrema propone al Ayuntamiento ayudar a se?alizar los vestigios de la contienda para evitar que las m¨¢quinas que entran en el parque para tratar el arbolado ca¨ªdo en el temporal los da?e
Se conoce la Casa de Campo ¡°como cualquiera conoce el sal¨®n de su casa¡±. Ha vivido all¨ª su infancia, su adolescencia y su madurez. Ha disfrutado de sus rincones en vacaciones, cuando las vacaciones significaban eso, pasarlas en el parque de enfrente de casa ¡°porque entonces no se viajaba a Alicante¡±. Se conoce al dedillo sus secretos, sus rincones y sus tesoros. Y con todo ese conocimiento a cuestas, Antonio Morcillo, presidente de la asociaci¨®n Gefrema (Grupo de Estudios del Frente de Madrid), se puso a disposici¨®n del Ayuntamiento de Madri...
Se conoce la Casa de Campo ¡°como cualquiera conoce el sal¨®n de su casa¡±. Ha vivido all¨ª su infancia, su adolescencia y su madurez. Ha disfrutado de sus rincones en vacaciones, cuando las vacaciones significaban eso, pasarlas en el parque de enfrente de casa ¡°porque entonces no se viajaba a Alicante¡±. Se conoce al dedillo sus secretos, sus rincones y sus tesoros. Y con todo ese conocimiento a cuestas, Antonio Morcillo, presidente de la asociaci¨®n Gefrema (Grupo de Estudios del Frente de Madrid), se puso a disposici¨®n del Ayuntamiento de Madrid para ayudar en lo que pudiera para conservar la memoria, las heridas y la historia de la Guerra Civil en uno de los lugares m¨¢s nombrados en el ¨²ltimo mes por el da?o sufrido en su arbolado. Alrededor de un 70% ha acabado tocado por culpa de Filomena y de las heladas que llegaron una semana despu¨¦s. Y ahora, cerrada a un p¨²blico acostumbrado a hacer deporte o a pasear por el pulm¨®n m¨¢s importante de la Comunidad de Madrid, con 1.722 hect¨¢reas, la Administraci¨®n municipal se afana en inspeccionar, picar y triturar esos restos que supuestamente servir¨¢n de abono para el propio parque. Eso mismo, sin embargo, tiene una contraprestaci¨®n en la que han ca¨ªdo unos pocos: las enormes m¨¢quinas que entran en un monte ahora blando y removido corren el riesgo de sepultar los vestigios ocultos de la guerra y silenciar, un poco m¨¢s, su memoria.
La contienda entre el bando nacionalista y el republicano dej¨® todo tipo de huellas por el monte, algunas m¨¢s perceptibles que otras. Fortines de hormig¨®n, trincheras m¨¢s o menos evidentes, fortificaciones militares, encuentros casuales de material b¨¦lico, pasadizos, polvorines, almacenes, bater¨ªas de cocina¡ Desde noviembre del 1936 hasta marzo de 1939, durante dos a?os y cinco meses, el frente de la guerra que dividi¨® al pa¨ªs tambi¨¦n se instal¨® en aquel parque p¨²blico que pocos a?os antes hab¨ªa sido declarado Jard¨ªn Hist¨®rico, dejando en ¨¦l vestigios que a¨²n se conservan en la actualidad, aunque muchos de ellos puedan pasar inadvertidos para un ojo inexperto. El final de la guerra dej¨® las cosas tal y como estaban en ese momento y la Casa de Campo se qued¨® congelada, en silencio, con un luto impuesto hasta 1947, tiempo en que estuvo cerrada al p¨²blico mientras se limpiaban los restos de la batalla.
M¨¢s de ochenta a?os despu¨¦s, la asociaci¨®n Gefrema, que naci¨® en 2002 con el objetivo de que los restos de la historia m¨¢s dolorosa de Espa?a no se perdieran en el olvido, se ha reunido con el Ayuntamiento para que Filomena no suponga una patada m¨¢s a la memoria, como la que se le dio en Rivas Vaciamadrid en 2015. Entonces, numerosos vestigios materiales de la batalla del Jarama, una de las m¨¢s importantes de la guerra, acabaron da?ados debido a las obras de reforestaci¨®n, poda y limpieza que se pusieron en marcha para paliar los efectos de un incendio brutal que arras¨® con un pinar de la zona. ¡°Aquello fue un desastre¡±, lamenta Morcillo, un profesor licenciado en geograf¨ªa e historia jubilado de 67 a?os que ha estado organizando durante a?os visitas guiadas en la Casa de Campo para dar valor a la zona y compartir conocimientos.
Ahora mismo, cinco sextas partes de los vestigios que todav¨ªa quedan m¨¢s o menos intactas pertenecieron al bando nacionalista y una sexta parte al republicano, cuyos restos ya sufrieron el ostracismo tras las intervenciones urban¨ªsticas de la posguerra. El parque de atracciones, el zool¨®gico, la construcci¨®n de la avenida de Portugal o el desdoblamiento de la M-30 enterraron muchos de aquellos tesoros para la memoria que solo unos pocos, como Morcillo, tienen localizados en un mapa.
¡°Con 14 o 15 a?os iba por la Casa de Campo como Pedro por su casa. Mi padre combati¨® en la guerra, en el lado republicano, y de ¨¦l aprend¨ª todo y absorb¨ª cada rinc¨®n de all¨ª. Mi pasi¨®n por la historia viene de mucho antes de la creaci¨®n de la asociaci¨®n [Gefrema]¡±, cuenta el profesor, que lleva un a?o y medio elaborando junto a sus compa?eros un inventario pormenorizado de la zona, considerada Bien de Inter¨¦s Cultural (BIC), para entreg¨¢rselo a Patrimonio, de la Comunidad de Madrid.
Con la llegada de la pandemia se suspendieron aquellas visitas guiadas y, tras el temporal del siglo, Morcillo temi¨® que pasara algo similar a lo que ocurri¨® en Rivas y todo su trabajo se fuera al traste. Por eso pidieron cita con Enrique Rodr¨ªguez, Director Conservador de Casa de Campo y ?rea Forestal de Tres Cantos, y se reunieron con ¨¦l el pasado viernes, un encuentro que, seg¨²n el propio Rodr¨ªguez, fue fruct¨ªfero para todos.
¡°Se han ofrecido a hacer una prospecci¨®n y a delimitar y balizar las zonas¡±, ha explicado el director del parque, que ha aceptado la ayuda de Gefrema. ¡°Nosotros pondremos los medios y el material y ellos har¨¢n ese trabajo que han propuesto porque es verdad que aunque hay trabajadores municipales que conocen la Casa Campo perfectamente pero hay otros que hemos contratado expresamente para esto que puede que no. Nos ha parecido buena idea¡±, ha admitido. El director del parque ha reconocido que el Ayuntamiento, adem¨¢s, est¨¢ recibiendo presiones ciudadanas por mantener el parque cerrado al p¨²blico. ¡°Hay gente que escribe que no ha debido ver lo que ha pasado ah¨ª, que ha sido una masacre. No lo tenemos cerrado por gusto, es por seguridad. Y es importante que se sepa que por ahora solo est¨¢n abiertos los accesos al lago, al parque de atracciones, al zoo¡ es decir, los que ofrecen determinados servicios¡±.
Las prisas por abrir, sin embargo, son malas compa?eras. Los integrantes de Gefrema recuerdan que hacer una prospecci¨®n y balizar un parque de 1.700 hect¨¢reas no se hace en dos d¨ªas. Y mantener la calma es esencial para mantener con vida en la memoria aquello donde m¨¢s de 70.000 combatientes, entre civiles, sindicalistas, socialistas, comunistas, falangistas y carlistas, murieron peleando por sus ideales. ¡°Mi padre me ense?¨® que una guerra como aquella no puede reducirse a buenos y malos, es mucho m¨¢s compleja¡±, explica Morcillo. ¡°?l fue ejemplo de concordia, aunque muri¨® con sus ideales corregidos y aumentados, como sol¨ªa decir. Pero ten¨ªa amigos y conocidos de los dos bandos. Perdi¨® su juventud en aquella tragedia y es nuestra responsabilidad que aquello no se pierda¡±.
De zona arrasada, a zona multigestionada
A partir de noviembre del primer a?o de la Guerra Civil, las tropas nacionalistas al mando del general Varela lograron adentrarse a trav¨¦s de la Casa de Campo, tras cruzar el r¨ªo Manzanares, hasta el Hospital Cl¨ªnico, en la Ciudad Universitaria, donde en aquellos primeros d¨ªas muri¨® el l¨ªder anarquista Buenaventura Durruti. All¨ª qued¨® establecida la primera l¨ªnea. Las casas de la calle de la Princesa y los edificios de Moncloa se convirtieron en parapetos, en una zona muy disputada, al igual que la Casa de Campo; all¨ª, las tropas enviadas por Franco establecieron posiciones artilleras como la del Cerro de Garabitas, desde las que ca?oneaban la ciudad. Para mantener el cerro y las posiciones de avanzada, las tropas de los nacionales se fortificaron por todo el interior del parque.
Su recuperaci¨®n tras la batalla fue paulatina y en el transcurso del tiempo se destin¨® a varios usos, como el Club de Campo, el Parque de Atracciones, el Zool¨®gico o el Recinto Ferial. La gesti¨®n de la Casa de Campo est¨¢ actualmente en manos de la burocracia de al menos cinco organismos del Ayuntamiento: el ¨¢rea de Medio Ambiente, la de Cultura, la Junta Municipal del Distrito de Moncloa-Aravaca y la empresa municipal Madrid Destino, que gestiona el Recinto Ferial.
El ¨²ltimo plan gestor del parque data de 2007 aunque desde el Ayuntamiento afirmaron a finales del a?o pasado, con cierto secretismo, que durante el primer semestre de 2021 se dar¨ªa a conocer un nuevo documento que reflejar¨¢ las distintas vertientes que afectan a la Casa de Campo. Desde la plataforma Salvemos la Casa de Campo, entidad que lleva 30 a?os luchando para frenar las agresiones municipales y reivindicando la conservaci¨®n y mejora del gran parque de Madrid, lamentan que se est¨¦ haciendo de forma interna.