Pepe: Je t¡¯aime moi non plus
Hace tres siglos los franceses vinieron a Espa?a para ver si acababan con nuestro Antiguo R¨¦gimen, ahora regresan en busca de lo que m¨¢s deploraban de nuestro car¨¢cter: el chocolateo mesetario
No s¨¦ qui¨¦nes se dirig¨ªan m¨¢s cachondos a su destino: los espa?oles que en los a?os setenta viajaban a Perpi?¨¢n a ver las pel¨ªculas con escenas de sexo que estaban prohibidas en Espa?a o las hordas de franceses que en 2021, en plena tercera ola pand¨¦mica, acuden desde hace varios fines de semana a Madrid para disfrutar de unas animad¨ªsimas terrazas en las que, en mesas de a seis las copas se sirven de sesenta y seis en sesenta y seis.
Este peri¨®dico ha explicado que s...
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No s¨¦ qui¨¦nes se dirig¨ªan m¨¢s cachondos a su destino: los espa?oles que en los a?os setenta viajaban a Perpi?¨¢n a ver las pel¨ªculas con escenas de sexo que estaban prohibidas en Espa?a o las hordas de franceses que en 2021, en plena tercera ola pand¨¦mica, acuden desde hace varios fines de semana a Madrid para disfrutar de unas animad¨ªsimas terrazas en las que, en mesas de a seis las copas se sirven de sesenta y seis en sesenta y seis.
Este peri¨®dico ha explicado que si vienen tantos j¨®venes galos a visitarnos justamente ahora es porque en estas fechas Francia normalmente celebra las semanas blancas, tiempo que nuestros vecinos sol¨ªan usar para ir a esquiar y que este a?o, por motivos que resultan obvios para toda Europa menos para nuestras autoridades, han sido canceladas. En consecuencia, las semanas blancas se han trasladado al centro de la Pen¨ªnsula Ib¨¦rica, donde las monta?as a¨²n brillan inmaculadas.
Madrid, sumidero de todas las Espa?as es ahora rompeolas de las Galias. No se les puede acusar de hacer nada que no hagan otros vecinos de la Villa y Corte, que los fines de semana, porque les dejan, se apelotonan con musicote atronador
Aunque en la capital la nieve se derriti¨® hace ya bastantes d¨ªas estoy segura de que estos j¨®venes cansados de vivir enjaulados en una ciudad tan bella pero inh¨®spita como Par¨ªs (siempre lo es, pero con todos sus restaurantes y comercios cerrados, mucho m¨¢s) no tendr¨¢n dificultades para encontrar en nuestras calles nieve de la otra. Les bastar¨¢ con hacer una breve llamada, de la misma manera que les basta con mostrar una PCR negativa -algo que en Francia se adquiere gratis- para andar por Barajas como Pedro por su casa y por el Museo del Prado como Pepe Bonaparte, aquel rey que llen¨® la ciudad de plazuelas y al que le debemos una de las pinturas m¨¢s espectaculares de Goya.
Pocas veces una iron¨ªa del destino hab¨ªa sido tan divertida. Hace tres siglos los franceses vinieron a Espa?a para ver si acababan con nuestro Antiguo R¨¦gimen, nos hac¨ªan pasar por el aro de los valores de la Ilustraci¨®n y nos cambiaban los churros por macarons y ahora, gracias a otro Pepe (Luis Mart¨ªnez-Almeida), regresan en busca de lo que m¨¢s deploraban de nuestro car¨¢cter: el chocolateo mesetario.
Madrid, sumidero de todas las Espa?as es ahora rompeolas de las Galias. No se les puede acusar de hacer nada que no hagan otros vecinos de la Villa y Corte, que los fines de semana, porque les dejan, se apelotonan con musicote atronador bajo hileras de bombillas verbeneras instaladas en las zonas m¨¢s nobles de la ciudad (si no han pasado por el Pabell¨®n de los Espejos el s¨¢bado a las siete de la tarde les recomiendo que lo hagan; es un espect¨¢culo digno de ver). Cuando llega el toque de queda se refugian en pisos donde contin¨²a la fiesta, hasta que llega la Polic¨ªa. No hay fusilamientos, no se apuren. Solo silencio, multas que jam¨¢s ser¨¢n cobradas y despu¨¦s jadeos que no dejar¨¢n dormir a vecinas atormentadas. ?Es una verg¨¹enza! ?Los espa?oles tambi¨¦n merecemos unas PCRs gratis y reci¨¦n hechitas para ejecutar las cosas al estilo de Perpi?¨¢n!