De palmeritas y confinamientos
Divisi¨®n de opiniones en Morata de Taju?a sobre el origen de la alta incidencia que ha obligado a decretar su cierre

La misa del D¨ªa del Padre se celebra con puntualidad. El p¨¢rroco pide por las almas de aquellos vecinos que se fueron hace ahora un a?o, primeras v¨ªctimas de un desconocido coronavirus. Encaramado al p¨²lpito, frente a una treintena de estoicos feligreses, tambi¨¦n habla de resignaci¨®n cristiana y aguante ejemplar. El aniversario pand¨¦mico no oculta que desde el pasado lunes Dios pone a prueba la paciencia en Morata de Taju?a (7.800 habitantes). Entonces esta localidad al sureste de la capital se convirti¨® en la ¨²nica de la Comunidad de Madrid con restricciones de entrada y salida. Sus vecinos vivir¨¢n a lo largo del puente un doble cierre perimetral, tanto regional como municipal.
Ning¨²n control vigila los accesos al pueblo, si bien es cierto que la polic¨ªa patrulla las calles del centro. ¡°Hay mucho listillo¡±, asegura este viernes un agente, mientras analiza el aspecto de dos mochileros. La mayor¨ªa de estos atrevidos, dice, viene buscando lo mismo: unas palmeritas ba?adas en alm¨ªbar a las que el runr¨²n local responsabiliza del aumento de contagios, situado en 624 casos por cada 100.000 habitantes. Un festivo cualquiera lo habitual ser¨ªa ver colas en la puerta de los obradores y que los visitantes inundaran las terrazas ahora desiertas. ?El mayor reclamo tur¨ªstico del municipio est¨¢ detr¨¢s del problema sanitario? El alcalde socialista, ?ngel S¨¢nchez, lo niega en un bando. Igual que Marta Rhodes, de 36 a?os e hija de los propietarios de la pasteler¨ªa De la Torre, donde se invent¨® el dulce de la discordia.

Sin embargo, esta teor¨ªa de la conspiraci¨®n suma adeptos entre propios y extra?os. El pasado fin de semana unos vecinos la expusieron frente a las c¨¢maras de televisi¨®n e hicieron que el pueblo saliera en todos los informativos. Incluso el humorista Andreu Buenafuente utiliz¨® la historia en uno de sus mon¨®logos recientes. ¡°Somos el chiste de Espa?a¡±, lamenta Rhodes al tiempo que despacha unas empanadillas de carne. Al igual que el regidor, ella relaciona los contagios con eventos familiares y sociales: ¡°Aqu¨ª hay muchos propietarios de fincas y es complicado controlar cu¨¢nta gente se re¨²ne¡±. Eso s¨ª, la fama ha triplicado la venta por internet de este jugoso hojaldre, que puede encontrarse recubierto de chocolate oscuro o con leche, glaseado y nata. Se manda en el d¨ªa a Sevilla, Barcelona y hasta Tolouse (Francia).
Las campanas replican de nuevo a las 12 en punto y alcanzan a escucharse desde la plaza del pueblo. La eucarist¨ªa es una de las pocas celebraciones bien vistas estos d¨ªas en Morata. Jes¨²s Cabrero, de 58 a?os, comer¨¢ con su esposa e hija, pero evitar¨¢ reunirse con otros familiares. Lo cuenta sentado en la peluquer¨ªa, mientras Fabrizio le repasa con cuchilla el cogote: ¡°Qu¨¦ tendr¨¢ que ver en todo esto la pu?eta de las palmeritas. ?Si es lo mejor que tenemos!¡±. Cabrero trabaja para una empresa de mantenimiento cuyo principal cliente es el Consistorio de San Fernando de Henares, a una treintena de kil¨®metros de su casa. En el trayecto en coche nunca ha topado con ning¨²n control, aunque lleva en la guantera un salvoconducto por si hiciera falta. Tampoco ha necesitado mostrarlo su hija, profesora en un instituto de la capital.
Apenas se ve gente en la calle. El confinamiento perimetral se decret¨® a partir del lunes 15, pero los morate?os consultados percibieron nuevas medidas de seguridad el jueves 18 por la tarde, cuando comenz¨® la operaci¨®n salida del puente. Desde ese d¨ªa se ve m¨¢s polic¨ªa vigilando la localidad, la Guardia Civil solo se aposta en los accesos al caer la noche. Jos¨¦ Bueno, el ferretero de 74 a?os, no alcanza a entender la causa de tal despliegue: ¡°?De d¨®nde salen tantos infectados? Si aqu¨ª somos pocos vecinos, cuando alguien enferma se entera el del cuarto, el del quinto y si me apuras hasta el camarero del bar donde desayunas¡±. Su tienda, m¨¢s que una tienda, parece un museo. De las paredes cuelgan toda clase de interruptores, tornillos o bombillas. Las dos hijas de Bueno residen en la capital y hoy no podr¨¢n felicitarle en persona.
El sentir de este veterano electricista, que mont¨® su ferreter¨ªa hace 45 a?os, coincide con las declaraciones del socialista S¨¢nchez. El regidor morate?o gan¨® las elecciones con la holgura que otorgan 13 ediles ¡ªfrente a los siete del Partido Popular¡ª y asegura que las cifras sanitarias que ¨¦l maneja ¡°no justifican un cierre total¡±. La situaci¨®n ha cambiado mucho desde el pasado septiembre. Tras el verano fue el propio alcalde quien solicit¨® al gobierno regional un semiconfinamiento. El pueblo estaba bajo la presi¨®n de 65 positivos por coronavirus. Una cifra muy lejana a aquellas que se desprenden del cribado realizado a 500 residentes el pasado jueves, cuando se detect¨® a tres infectados. En colaboraci¨®n con la Consejer¨ªa de Sanitad, el Ayuntamiento invita a que todos los morate?os se realicen una prueba de ant¨ªgenos.
El estudio contin¨²a a lo largo de todo el D¨ªa del Padre. Se lleva a cabo en el polideportivo, donde el municipio se desdibuja, lindando con un bosque de ¨¢lamos y olivos, si acaso alguna retama. Los residentes reciben en el m¨®vil un mensaje de texto con la cita. Se les toma una prueba nasofar¨ªngea y aguardan durante un cuarto de hora al resultado. Santiago Medel, de 50 a?os, se ha practicado el test junto a sus padres. Todos han resultado negativos, seg¨²n acaba de comunicarle un enfermero de Cruz Roja. Este empleado de la construcci¨®n se desplaza cada ma?ana a la capital y no conoce a ninguna persona infectada, ni en la familia ni en el trabajo: ¡°Dir¨ªa que sobre todo est¨¢n cayendo los j¨®venes¡±. Hace un a?o la cantidad de fallecidos en las tres residencias alert¨® a toda la localidad sobre los peligros del pat¨®geno. ¡°El miedo tambi¨¦n se pierde¡±, apunta.

Los parques permanecen cerrados. Una cinta policial precinta columpios y toboganes, espalderas y areneros infantiles. Una imagen casi congelada que contrasta con los pelotones de ciclistas que cruzan de punta a punta un pueblo, en teor¨ªa, clausurado. ¡°La gente hace lo que quiere¡±, defiende Sara, de 32 a?os, la ¨²nica sentada en la parada del autob¨²s que llega hasta la Avenida del Mediterr¨¢neo, en Madrid. Administrativa en un supermercado, va a trabajar esta festividad. ¡°Quiz¨¢ es porque voy en transporte p¨²blico, pero llevo currando desde el lunes y todav¨ªa no me he encontrado con un solo control¡±, explica. La joven reconoce que todo el mundo ¡°ha incumplido las restricciones alguna vez¡±. La noticia del cierre les ha hecho ser m¨¢s precavidos: ¡°Ahora toca esperar¡±. No acude a misa, pero ella tambi¨¦n pide paciencia.
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