La ¨²ltima de El Pez Gordo
La crisis econ¨®mica provocada por la covid-19 arrastra al cierre al m¨ªtico bar, que lleva abierto desde 1995. Este mi¨¦rcoles ech¨® el cierre
La ¨²ltima y nos vamos. Se acaban las m¨ªticas migas y el picadillo de queso pic¨®n de El Pez Gordo. En la calle del Pez, a la altura del n¨²mero seis, en el madrile?o barrio de Malasa?a, se encuentra uno de esos bares bohemios que en los a?os noventa pusieron su granito de arena para que la zona dejase de ser sin¨®nimo de robos, suciedad y, sobre todo, drogas. Abierto desde hace un cuarto de siglo, El Pez Gordo ech¨® el cierre la noche de este mi¨¦rcoles por ¨²ltima vez, arrastrado por el mismo progreso que trajo consigo, el que ha convertido Malasa?a en una zona tur¨ªstica de precios prohibitivos.
Sus paredes amarillas se esconden tras antiguos carteles de cine, y sus pesadas mesas de m¨¢rmol, se?a de identidad del local, ahora tienen una peque?a pegatina con un letrero amarillo con el signo del euro. Todo est¨¢ a la venta. ¡°Estoy muy triste, no s¨¦ que voy a hacer ma?ana cuando me levante¡±, afirma su due?o, Alexander Rubio, de 45 a?os.
A Rubio, El Pez Gordo le dio la vida. Este colombiano lleg¨® a Espa?a a principios de 1990 en busca de una oportunidad. La encontr¨® en El Pez Gordo, donde empez¨® lavando platos. Y de ah¨ª, a lo m¨¢s alto. Despu¨¦s de ascender a camarero en 1999, los antiguos due?os del bar, un grupo de amigos m¨²sicos, Marcos, Paco y Luis, se lo traspasaron. Rubio se convirti¨® en el due?o de su propio local junto a su esposa, Roc¨ªo de la Fuente, una madrile?a de la que se enamor¨® mientras serv¨ªa cervezas y raciones tras la barra.
Este mi¨¦rcoles, a eso de las 17.00, el bar abri¨® sus puertas por ¨²ltima vez para recibir a todos los vecinos y clientes que quisieron pasar a despedirse. T¨ªmidamente la gente fue entrando y preguntando por el precio del mobiliario mientras se tomaba una ca?a. ¡°?No lo van a cerrar, verdad?, es que me lo han contado por el barrio y no me puedo creer¡±, pregunta una vecina desde el otro lado de la barra, todav¨ªa sorprendida.
Todo est¨¢ a la venta. Los carteles en las paredes, las fotograf¨ªas en los ba?os, las mesas, las sillas y hasta la barra, que se vendi¨® en la ¨²ltima noche. ¡°100 euros por la mesa de m¨¢rmol y cinco euros por el cartel autografiado de A Medianoche¡±, afirma el camarero, Fabi¨¢n V¨¦lez, que lleva trabajando en el local desde hace siete a?os.
En la esquina de la barra todav¨ªa anda puesto un letrero que publicita la obra de teatro B¨¢ilame el agua autografiado por el director de cine Josecho, que lo don¨® al bar. ¡°Me lo llevo¡±, grita Carlos V¨¢zquez, un vecino del barrio que ley¨® esta ma?ana que cerraban. ¡°A los vecinos les hace ilusi¨®n tener un pedacito de El Pez Gordo en sus casas¡±, afirma De la Fuente, que no ha podido dormir esta noche tratando de digerir la noticia.
El Pez Gordo es un local nocturno. Sus clientes eran en su mayor¨ªa actores, directores y asistentes de los cercanos teatros Lara y Alfil. En sus mesas, adem¨¢s de posarse gin tonics y raciones de berenjenas a la miel, se han creado canciones, escrito cr¨ªticas teatrales y cerrado contratos con algunas de las caras m¨¢s conocidas de la dramaturgia espa?ola. Sus espejos han reflejado caras internacionales como la de Edward James Olmos, el teniente Castillo de Corrupci¨®n en Miami; Andr¨¦s Calamaro; uno de los habituales de este lugar cuando viv¨ªa en Malasa?a; Audrey Justine Tautou, la protagonista de Am¨¦lie que dej¨® su firma en un cartel de la pel¨ªcula que la hizo famosa; y el director de cine Pedro Almod¨®var.
¡°Estuvimos cerrados hasta junio y despu¨¦s a la gente le daba miedo entrar al bar. Ni siquiera nos dieron permiso para poner una terraza¡±, afirma Rubio. Con la llegada de la covid, tuvieron que pagar un alquiler de 5.300 euros mensuales sin apenas ingresos durante un a?o.
Hubo d¨ªas, como el pasado lunes, en que el bar estuvo abierto, pero no entr¨® casi nadie. ¡°Las ayudas que prometieron nunca llegaron y al final fue la nevada de Filomena la que nos llev¨® a tomar la decisi¨®n de cerrar¡±, afirma este colombiano que est¨¢ preocupado por el destino de las cinco familias que viven de El Pez Gordo.
¡°El problema m¨¢s grande de Malasa?a es que se ha convertido en un parque tem¨¢tico y ahora que no hay turistas, pues nos hemos quedado solos, cada d¨ªa alg¨²n vecino ven¨ªa al bar a despedirse porque se marchaba del centro¡±, afirma Rubio. Su vecina, Loli, due?a del recordado Palentino, concuerda con ¨¦l. ¡°Qu¨¦ van a venir a ver los turistas, si estamos cerrando uno tras uno¡±, afirma esta propietaria que tuvo que renunciar a su local en 2018 tras medio siglo abiertos.
La noche se convierte en un canto a la nostalgia. Dentro del bar, los cristales se empa?an y suena de fondo el jazz mezclado con las voces de los clientes y el sonido de los platos pos¨¢ndose en las mesas de m¨¢rmol. En Madrid muchos todav¨ªa recuerdan la ¨²ltima noche del Palentino, una fiesta de despedida que se alarg¨® hasta bien entrada la ma?ana y en la que las risas y el jolgorio se unieron de un modo extra?o con la nostalgia y el recuerdo de los momentos vividos all¨ª. Las medidas contra la pandemia, sin embargo, convirtieron las ¨²ltimas horas de El Pez Gordo en algo descafeinado. A eso de las 23.00, respetando el toque de queda, Rubio hace el ¨²ltimo brindis para agradecer a todos estos 25 a?os.
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