El ex entra en campa?a
No todo es tan simple: no ver nunca a tu ex tambi¨¦n puede acarrear problemas
El que faltaba: el ex. En la campa?a desquiciada que soporta el elector madrile?o y el no-elector espa?ol, faltaba el ex. Tras los sobres con bala y el debate reventado por la sonrisita de Monasterio, viene el ex. El ex fantasmal que va silencioso por la calle, que viaja en metro, que hace trasbordos aqu¨ª y all¨¢ y entra en bares, o en cines, o en tiendas, o donde quiera que entre uno en la pandemia, pero que jam¨¢s se cruzar¨¢ contigo. Una de las muchas ventajas de ser madrile?o, seg¨²n la presidenta de la Comunidad de Madrid y candidata a la reelecci¨®n, Isabel D¨ªaz-Ayuso, adem¨¢s de poder tomarte una ca?a despu¨¦s de matarte a trabajar, consiste en recorrer durante una hora Madrid (para llegar a tu lugar de trabajo, por ejemplo, o para ir a tomarte esa ca?a con tus amigos) sin peligro de encontrarse con el ex. Tu ex circula siempre por otro lado. Imaginar los millones de ex que van (vamos) avanzando por Madrid sin toparnos jam¨¢s con nuestros respectivos y sucesivos ex resulta desconcertante. Casi prodigioso. Una amiga me ha contado que, como bien afirma Ayuso, nunca se ha cruzado con su actual ex pero que una vez se encontr¨® con su anterior ex al d¨ªa siguiente de romper. Algo fall¨® ah¨ª en el mecanismo institucional de la Comunidad de Madrid. Tal vez relacionado con la inmediatez. Qui¨¦n sabe.
Adem¨¢s de garantizarnos que nunca nos encontraremos con nuestro ex, Ayuso argumenta que eso nos hace m¨¢s libres. Seg¨²n Ayuso, uno pasea m¨¢s libre por Madrid sabiendo que, a pesar del precio de la vivienda o de los sobres con bala, no se va a topar jam¨¢s con su ex a la vuelta de la esquina o en una de esas terracitas madrile?as que se despliegan al atardecer y que, por lo visto, no existen en Bilbao o en C¨¢diz. Ella misma pregona esa libertad sin ex desde los cartelones electorales en las calles, con ese eslogan tan rotundo, Ayuso Libertad, que hace que cualquiera que venga de fuera (alguien de C¨¢diz o Bilbao harto de encontrarse con su ex, por ejemplo) pueda pensar que la han encarcelado.
Y sin embargo, no todo es tan simple. Esos mundos paralelos habitados por ex que jam¨¢s se cruzan entre ellos, de ex que ni siquiera se buscan porque saben que est¨¢ vetado encontrarse, esconden algo aciago, casi melanc¨®lico. Caminamos cada tarde hacia nuestra cervecita reparadora que nos compense de la dura jornada de emprendedores madrile?os, y est¨¢ bien, y se lo agradecemos al Gobierno regional. Pero hay d¨ªas en que uno dar¨ªa un brazo por cruzarse a ese ex con el que no se acab¨® mal del todo, y reconocerle a pesar de los a?os y la distancia, y sonre¨ªrle y preguntarle: ¡°?Qu¨¦ tal te va la vida? ?A qui¨¦n vas a votar?¡±
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