Madrid, la cara desconocida del imperio de la chatarra y de los reyes del hierro
El negocio de los desechos del metal mueve en Espa?a cerca de 10.000 millones de euros, casi el 1% del PIB. Solo 33.000 personas se dedican al sector
Hernando P¨¢ez es El ?ato, un chatarrero colombiano de 58 a?os, bajito, de nariz achatada, p¨®mulos regordetes y sonrisa perenne, que hasta hace cinco a?os era un soldador modelo. Se adentr¨® de lleno en el mundo de la log¨ªstica industrial. Viajaba por todos los rincones de Espa?a hasta que una tarde de 2016 sufri¨® un corte seco en la mano derecha. ¡°?Tras!¡±. Se amput¨® de cuajo el dedo pulgar. ¡°Me lo amoch¨¦¡±, recuerda mientras observa sus dedos envueltos en un guante negro y a?ejo de obra. ¡°Y yo me dije: No, pues me voy a poner a recoger la chatarra, tengo que seguir trabajando para ayudar a mi familia¡±. Semanas despu¨¦s, convirti¨® su coche familiar en una furgoneta mediana. Recog¨ªa aluminio, hierro y cobre por las calles de Madrid. En junio de 2021, El ?ato posee un local de 280 metros cuadrados a 11 kil¨®metros de la Puerta del Sol, una furgoneta enorme, un toro montacargas, una m¨¢quina pelacables, 15 contenedores de pl¨¢stico y tres pesas gigantescas:
¨D La chatarra es como la Bolsa. El cobre lo pago hoy a 6,10 euros el kilo.
El ?ato tiene dos tornos del Santiago Bernab¨¦u en perfecto estado sobre un altillo de su local. Se los trajo a Vallecas por las obras que tiene ahora el estadio, donde trabaja los d¨ªas de partido. Su misi¨®n es sencilla. Se encarga de recogerlos y de poner di¨¢fano el suelo para los hinchas tras el descanso. Por si acaso, El ?ato tambi¨¦n posee una tarjeta maestra. Activa y desactiva los cuadros el¨¦ctricos en uno de los estadios m¨¢s importantes del mundo. Es un trabajo de apenas diez minutos, pero ¨¦l ¨Dsibilino¨D se queda despu¨¦s a ver todos los partidos sentado en unas escaleras, escondido. ¡°El Madrid es el Madrid¡±, alardea. Discreto, presume de conocer hasta a Emilio Butrague?o: ¡°Es un se?or que est¨¢ pendiente de que no haya aver¨ªas¡±.
¨D ?Qu¨¦ tal es el presidente?
¨D Florentino es lo m¨¢ximo. Lo vi de lejos en el restaurante.
La empresa de este chatarrero se llama P¨¢ez Recicla. Y por reciclar, reciclan hasta los polos grises de los supermercados D¨ªa, que a veces utilizan como uniforme. El negocio de los desechos del hierro mueve en Espa?a cerca de 10.000 millones de euros. Casi el 1% del producto interior bruto del Estado. O dicho de otra manera: todo el presupuesto que ha destinado Pedro S¨¢nchez este a?o para las nuevas infraestructuras ferroviarias: l¨ªneas de AVE, cercan¨ªas y mejoras en los ferrocarriles de media y larga distancia.
El universo de la chatarra es como una ciudad peque?a. Cerca de 33.000 personas trabajan en este sector, seg¨²n datos de la Federaci¨®n Espa?ola de la Recuperaci¨®n y el Reciclaje. Es un n¨²cleo mayoritariamente masculino, aunque en los ¨²ltimos a?os la mujer ha logrado hacerse un hueco. En Madrid existen 1.310 empresas dedicadas a la recogida, casi una de cada cuatro de las que hay en Espa?a. ¡°Es la capital de la chatarra, sin duda¡±, cuenta por tel¨¦fono Alicia Garc¨ªa Franco, vicepresidenta europea de la Asociaci¨®n de la Industria del Reciclaje, que explica que la recuperaci¨®n de los metales y las empresas que se dedican a ello ¡ª¡±mayoritariamente familiares y de generaci¨®n en generaci¨®n¡±¡ª siempre se han agrupado en funci¨®n de la densidad de la poblaci¨®n: Madrid, Barcelona, Bilbao.
¨D Yo he cantao en Tokio.
Antonio Jim¨¦nez, de 50 a?os, es El Porras, un famoso cantaor flamenco de Madrid que desde hace cinco a?os se dedica a recoger chatarra. ¡°Me conoce mucha gente, pero he hecho muy mala vida¡±. Jim¨¦nez est¨¢ sentado en una acera de un pol¨ªgono de Legan¨¦s donde las empresas de la chatarra monopolizan las calles. Machaca con un martillo de hierro unos cuantos enchufes blancos que se ha encontrado en una casa en obras. A su lado, y postrada en el maletero de su furgoneta blanca, est¨¢ su mujer, Remedios Fern¨¢ndez, de 49 a?os. ¡°El cobre es el oro de los chatarreros¡±, cuenta sonriente con unos ojos aceituna mientras pela un cable azul. Dice que no hay una hora clave para recoger la chatarra. ¡°Es suerte. Lo mismo te da salir a buscarla a las seis de la ma?ana, que a las siete de la tarde¡±. El Porras se incorpora. Levanta el dedo:
¨D ?Aqu¨ª hay mucha mafia y mucha competencia!
Una simple b¨²squeda en Google demuestra que El Porras ha trabajado en los mejores tablaos flamencos de la capital: Torres Bermejas, Corral de la Morer¨ªa, Casa Patas. Ha acompa?ado, incluso, a Sara Baras, a Antonio Canales y hasta a Rafael Amargo. El Porras, bajito y algo regordete, con las bermudas vaqueras llenas de manchas negras del tiz¨®n de los hierros callejeros, se acerca al maletero y agarra un grifo de aluminio de una ba?era. Coloca los dedos como si fuera una flauta: ¡°Esto es fa en la guitarra¡±. Y se canta una especie de sole¨¢. ¡°Me detectaron una hernia en la garganta y ya no puedo cantar. Por eso me busco as¨ª la vida. Me han dado una paga de 500 euros al mes y no me da pa mantener a mis cuatro hijos¡±. Remedios, la mujer, intercede en la conversaci¨®n: ¡°Cuando cantaba y viajaba tambi¨¦n se me fue un poco por la mala vida¡±.
¨D ?No ha sido buen marido?
¨D ?l gastaba, pero me tra¨ªa muchos billetes.
Ahora, si el d¨ªa sale bueno, sacan 40 euros. ¡°Y si es malo, mejor no contarlo¡±. Hoy se han encontrado una televisi¨®n Panasonic de 55 pulgadas rota por las calles del centro: ¡°Esto no vale ni un euro, porque lo que cuesta es el chip de dentro, que tiene un poco de oro¡±.
¨D ?Ya lo ha sacado?
¨D Je, ya no estaba.
Una semana en estos pol¨ªgonos de las ciudades del sur sirve para comprobar un goteo incesante de ciudadanos que se ganan la vida aferr¨¢ndose al hierro. Cualquier vecino puede ir con chatarra y ganar unas monedas. Solo se necesita el DNI. Despu¨¦s, un empleado supervisa todo. Y lo pesa en la b¨¢scula. Los chatarreros m¨¢s veteranos dicen que de lo que hay en casa lo que m¨¢s vale es la caldera y las ventanas. Francisco Plaza, madrile?o, menudo, con vaqueros, gafas de sol, 38 a?os, y pelos de punta, es fontanero. ¡°Yo voy con mi coche despu¨¦s de trabajar y si veo unos radiadores de una obra por la calle, me paro. Y los cojo porque s¨¦ que son 20 euros. Si me encuentro un grifo de una fuente de los parques, s¨¦ que son tres. Y si me encuentro una bater¨ªa del coche, seis¡±. Todos insisten en la suerte. ¡°Esto es muy dif¨ªcil¡±, cuenta un muchacho de unos 40 a?os en una nave de El T¨ªo Raimundo de Vallecas con un carro de la compra azul del Carrefour. ¡°Hoy, despu¨¦s de seis horas paseando, me encontr¨¦ una caldera y dos ventanas de aluminio. Veremos si me dan 20 euros¡±.
Hay muy pocos indicadores que analicen las ventas de la chatarra. Los ¨²ltimos datos del sector son gigantescos. En 2019, Espa?a gener¨® 20 millones de toneladas de acero, 7,7 millones de chatarras f¨¦rricas, m¨¢s de 231.000 de aparatos el¨¦ctricos y electr¨®nicos recogidos y m¨¢s de 700.000 veh¨ªculos dados de baja. Un volc¨¢n gigantesco para la fundici¨®n. La chatarra es el primer camino del reciclaje.
Es un sector muy silencioso en el que se conocen todos. La competencia est¨¢ en frente o a la vuelta de la esquina. El negocio est¨¢ en los pol¨ªgonos industriales. Apenas quedan cuatro o cinco locales por el centro de Madrid. En Prado Overa, a 15 kil¨®metros de la Puerta del Sol, existen m¨¢s de siete empresas en dos manzanas. Ricardo ¨D¡°prefiero no hablar¡±, dice¡ª es un empresario madrile?o que empez¨® con unas vacas en un apeadero. Ahora es el empresario que ha ganado el concurso de licitaci¨®n p¨²blica para recoger toda la inmensidad de chatarra de las obras del Bernab¨¦u. Tiene nueve camiones. Y en todos est¨¢ puesto su nombre con una placa azul. ¡°No es una industria para hacerse de oro¡±, cuenta una portavoz de la Federaci¨®n Espa?ola del Reciclaje. ¡°Pero es una actividad que genera riqueza y empleo¡±.
La primera ley de residuos de Espa?a naci¨® en 1998. Despu¨¦s, vino la de 2011, que desat¨® una protesta sin precedentes por la gesti¨®n de los residuos: quien recoge, paga impuestos. Fue la primera manifestaci¨®n por la chatarra de la historia en Espa?a. Cerca de 200 chamarileros cruzaron a las diez de la ma?ana del 12 de agosto de ese a?o la plaza de Cibeles al grito de: ¡°?Chatarra s¨ª, impuestos no!¡±. La mayor¨ªa llevaba pancartas: ¡°La basura es lo ¨²nico que tenemos, no nos lo quit¨¦is¡±. ¡°Con la ley de reciclar, nos obligan a robar¡±. El pasado 18 de mayo, el Consejo de Ministros tramit¨® de nuevo un proyecto de ley para revisar la de 2011. El objetivo ahora es cumplir con las directivas europeas del pl¨¢stico. No se han escuchado quejas.
¨D La clave es estar pendiente de la bolsa de Londres.
Miguel ?ngel Mora y Diego Vidal, un venezolano y un argentino de 32 y 48 a?os, llevan once a?os en un pol¨ªgono a las afueras de Madrid. Los dos se levantan cada ma?ana y miran en el m¨®vil el precio de los metales en el parqu¨¦ brit¨¢nico. ¡°Ah¨ª est¨¢ todo¡±. A 1.000 kil¨®metros de su despacho se rige el precio del cobre, del plomo, del zinc, del aluminio y del n¨ªquel. Su empresa, ?lvarez San Miguel, es la encargada de recoger toda la chatarra de las obras del Banco de Espa?a.
¡ª ?Pagan bien?
¡ª No pagan. Nos quedamos con todos los metales.
Tienen 30 trabajadores contratados, cinco camiones, dos furgonetas y hasta una cuenta en Instagram. ¡°Aqu¨ª la crisis no se nota tanto como en otros sectores¡±, explican en su despacho austero, rodeado de tortitas de arroz. ¡°La pandemia ha multiplicado el trabajo. Cuando vienen las ¨¦pocas de crisis, hay muchas empresas que cierran y hay mucho material que recoger y, cuando las crisis terminan, empiezan las construcciones inmobiliarias y tenemos mucho curro en las obras. Ese es el ciclo infinito del chatarrero¡±. Hace un a?o el kilo de chatarra se pagaba a 10 c¨¦ntimos. Hoy cuesta 24.
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