?Por qu¨¦ nos gustan tanto The Jayhawks?
El regreso de la banda de Gary Louris, de gira con ocho fechas, refrenda el idilio entre el cuarteto y los aficionados espa?oles
Hay grupos que llenan estadios y hay otros que revientan corazones. The Jayhawks pertenecen a los segundos, y por tierras ib¨¦ricas nos lo hemos acabado aprendiendo muy bien. No es nada frecuente que una banda nacida en Mine¨¢polis ¨Ca 7.000 kil¨®metros de distancia¨C congenie de tal manera con el p¨²blico espa?ol, cuyo ecosistema sonoro suele ser muy distinto. Pero pasan los a?os y las visitas, y la buena qu¨ªmica entre las partes no hace sino asentarse. La banda que lidera ...
Hay grupos que llenan estadios y hay otros que revientan corazones. The Jayhawks pertenecen a los segundos, y por tierras ib¨¦ricas nos lo hemos acabado aprendiendo muy bien. No es nada frecuente que una banda nacida en Mine¨¢polis ¨Ca 7.000 kil¨®metros de distancia¨C congenie de tal manera con el p¨²blico espa?ol, cuyo ecosistema sonoro suele ser muy distinto. Pero pasan los a?os y las visitas, y la buena qu¨ªmica entre las partes no hace sino asentarse. La banda que lidera Gary Louris ha pulverizado las entradas para esta noche en el Teatro Rialto, pero hay una circunstancia todav¨ªa m¨¢s llamativa en esta intensa y prolongada relaci¨®n de amor correspondido: los Jayhawks han escogido Espa?a como su primer periplo internacional despu¨¦s de la pandemia, y los ocho conciertos que comprende suponen, a su vez, la primera gira for¨¢nea que reciben nuestros escenarios tras este aciago a?o y medio coronav¨ªrico.
Despu¨¦s de 35 a?os de trayectoria a veces turbulenta (y en alg¨²n momento interrumpida), Louris, el bajista Marc Perlman, la teclista Karen Grotberg y el bater¨ªa Tim O¡¯Reagan parecen operar m¨¢s que nunca como una unidad familiar. De hecho, Xoxo (2020), su ¨¢lbum m¨¢s reciente y el eje de la presente tanda de conciertos, cuenta con la singularidad de que los cuatro rubrican y defienden con voz propia sus composiciones.Como si de un Estado confederal se tratase, los de Minnesota ahondan en sus mecanismos de democracia interna y el resultado, lejos de asemejar un batiburrillo, se convierte en una de las entregas m¨¢s convincentes.
Para la militancia quedar¨¢ el debate eterno de si los Jayhawks eran a¨²n mejores en los a?os de liderazgo bic¨¦falo, con Gary Louris y Mark Olson reparti¨¦ndose las autor¨ªas y voces cantantes, o en la presente etapa con un solo hombre fuerte. Cuando Mark y Gary a¨²n eran u?a y carne legaron dos trabajos soberbios, Hollywood town hall (1992) y Tomorrow the green grass(1995), referenciales para comprender qu¨¦ es eso del countryalternativo o entremezclado con retazos de folk, rock y otros g¨¦neros del ideario yanqui. Pero el tiempo ha demostrado que igual de inmenso, como m¨ªnimo, era tambi¨¦n Rainy day music (2003), ya solo con Louris al frente de las operaciones. Las visitas a suelo espa?ol se intensificaron durante todo el nuevo siglo, tambi¨¦n durante la ¨¦poca en que los dos col¨ªderes intentaron sin ¨¦xito reconciliarse (Mockingbird time, 2011), y quienes ya han asistido a alguno de los conciertos de este julio subrayan el ambiente de familiaridad y cercan¨ªa con la audiencia que los cuatro veteranos m¨²sicos transmiten desde el escenario.
¡°Se les nota con much¨ªsimas ganas de tocar y muy arropados por el p¨²blico¡±, anota el cantautor el¨¦ctrico madrile?o Hache Milton, que tuvo ocasi¨®n de asistir al concierto del jueves pasado en el Chillida Leku de Hernani, en Guip¨²zcoa. Y a?ade: ¡°Est¨¢n muy relajados, suenan contundentes y conceden dos horas holgadas de repertorio. En mitad de la actuaci¨®n, adem¨¢s, pidieron que les acercasen unas copas de vino para brindar por el p¨²blico¡±. Algunos, desde luego, merecen con creces ese reconocimiento, como esos dos seguidores que el lunes hicieron guardia todo el d¨ªa en el aeropuerto barcelon¨¦s de El Prat para comprobar las salidas de los vuelos llegados desde Galicia hasta conseguir que los m¨²sicos les firmasen ejemplares de toda su discograf¨ªa.
En ese afianzado ambiente de complicidad, el cuarteto ha adquirido h¨¢bitos tan poco caracter¨ªsticos del Medio Oeste como desayunar churros antes de cada viaje o interesarse por las denominaciones de origen vitin¨ªcolas m¨¢s cercanas a cada destino, lo que en esta ¨²ltima semana les ha permitido familiarizarse (por ahora) con Rioja, R¨ªas Baixas, Ribeiro, Pened¨¦s y Priorat. La m¨¢s avanzada en el proceso de espa?olizaci¨®n parece Karen Grotberg, que anota en una libreta recetas de guisos t¨ªpicos espa?oles. Aunque, en sentido inverso, no son pocos los m¨²sicos locales que parecen paladear cada nuevo disco de los Jayhawks para tomar nota de sus ingredientes.
¡°No solo es que dispongan de grand¨ªsimas canciones. Lo mejor es que recuperan esa tradici¨®n cl¨¢sica de la m¨²sica imperecedera, atemporal y eterna, a la manera de las grandes bandas de los a?os sesenta y setenta. Esas melod¨ªas enormes, sus armon¨ªas vocales y los arreglos guitarr¨ªsticos apuntan a los m¨¢s grandes de la Costa Oeste, empezando, claro, por The Byrds¡±. Quien as¨ª se expresa es Juan Aguirre, el guitarrista de Amaral, que este martes se confesaba contrariado porque el concierto del Rialto le coincide con su actuaci¨®n en el Teatre Principal de Ma¨® (Menorca). Lo simp¨¢tico es que Aguirre ejerci¨® como descubridor de los Jayhawks para Rub¨¦n Pozo, el ex de Pereza, que con los a?os incluso llegar¨ªa a protagonizar una gira a d¨²o con Mark Olson.
La mecha prendi¨® en 2005, cuando Pereza y Amaral compartieron estudio para grabar una versi¨®n conjunta de La noria, un tema que los primeros acababan de incluir en su ¨¢lbum Algo para cantar. Una tarde, regresando juntos por Malasa?a hasta casa de Juan, este quiso agasajar a Rub¨¦n con un disco que pod¨ªa gustarle mucho, o eso intu¨ªa. ¡°T¨ªo, esc¨²chate esto¡±, exclam¨® al tiempo que le hac¨ªa entrega de un ejemplar de Tomorrow the green grass.
¡°Deb¨ª tirarme un mes con el CD tirado por casa y sin desprecintarlo siquiera, pensando que ser¨ªa como otro cualquiera¡±, se sincera ahora Pozo. ¡°Cuando al fin le quit¨¦ el pl¨¢stico, me pas¨¦ todo un fin de semana escuch¨¢ndolo en bucle. Era rock americano con un componente intelectual, sin fuerza bruta. Son insuperables introduciendo acordes fantasmas e inesperados en sus canciones. Y esa qu¨ªmica de entonces entre los dos l¨ªderes era muy complementaria, y no solo por sus armon¨ªas vocales a la manera de los Everly Brothers. Gary es mejor m¨²sico, pero Mark aporta un elemento m¨¢s et¨¦reo, como de poeta¡±.
Rub¨¦n Pozo conserva hoy contacto y amistad con Mark Olson, compa?ero en una inesperada gira conjunta a finales de 2016. Incluso aporta su caracter¨ªstica guitarra el¨¦ctrica en April in your cloud garden, peque?a ambros¨ªa psicod¨¦lica en Magdalen accepts the invitation, el poco divulgado elep¨¦ que Olson rubric¨® la temporada pasada junto a su pareja, la noruega Ingunn Ringvold. ¡°Mark es un obrero de la m¨²sica, un tipo inquebrantable en la ¨¦tica el trabajo. No le vi tomarse jam¨¢s una ca?a despu¨¦s de un concierto: prefer¨ªa irse a descansar y estar en plena forma para el bolo del d¨ªa siguiente¡±, relata el roquero madrile?o. Otro ejemplo m¨¢s de que los lazos entre Espa?a y los Jayhawks se han vuelto inquebrantables.
Un l¨ªder en modo confinado
Con 11 discos en su cat¨¢logo, los Jayhawks no precisan de material ajeno para completar un repertorio que van variando y reordenando cada noche de modo impredecible, en funci¨®n de su estado de ¨¢nimo y las reacciones del p¨²blico. Suele caer, eso s¨ª, un tema de Gary Louris en su ¨¦poca de Golden Smog, la superbanda que integraba junto a Jeff Tweedy (Wilco) y algunos integrantes de Soul Asylum. Y siempre le quedar¨ªa la posibilidad de recurrir a Jump for joy, el inesperado elep¨¦ en solitario que ha publicado hace apenas unas semanas para dar salida a composiciones que no acababan de encajar con el ideario de los Jayhawks.
Las ten¨ªa arrinconadas en el caj¨®n, sin saber muy bien qu¨¦ salida ofrecerles, hasta que el confinamiento le anim¨® a grabar en completa soledad estas 10 peque?as delicias que no merec¨ªan quedar in¨¦ditas. Sobre todo en el caso de la gloriosa Follow, p¨¢gina de amor a ra¨ªz de su reciente matrimonio con Stephanie Stevenson y demostraci¨®n de que este hombre, a sus 66 a?os, es capaz de seguir sonando eternamente jovial. Tanto como para que ¨¦l, autor principal de aquel M¨²sica para un d¨ªa lluvioso (Rainy day music) de 2003, se haya animado a desmarcarse ahora con este Salto a la alegr¨ªa.
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