Embarazadas ¡®go home¡¯
La ciudad no est¨¢ pensada para los cuidados, solo para la producci¨®n y el gasto
Mi embarazada favorita va por la ciudad, con su bola del mundo por delante, me¨¢ndose cada 15 minutos. As¨ª que va pidiendo utilizar los ba?os del gremio hostelero, y mayormente el gremio hostelero es muy amable y le deja pasar a hacer pis, dado su delicado y prometedor estado: lleva dentro una persona del futuro. Pero existe un porcentaje peque?o, aunque no desde?able, que le impide el paso (algunas son, incluso, mujeres). Para usar el ba?o hay que consumir, se?ora. Solo le puedo dejar pasar si es usted cliente del hotel. Etc¨¦tera.
Hay gente que piensa que tener hijos es algo que solo le compete a los progenitores. Y es obvio que le compete a los progenitores, pero me gusta ver la reproducci¨®n social como algo que tambi¨¦n implica al resto de la humanidad. Cada embarazada es un fuego de esperanza, una tejedora del tapiz de la humanidad que se tiende del pasado al futuro, aunque el futuro parezca un muro. La gente que piensa que las nuevas generaciones son propiedad de sus padres es la misma que quiere embutirles a los ni?os sus creencias religiosas o pol¨ªticas porque creen que estos seres les pertenecen, cuando en realidad la sociedad y la educaci¨®n p¨²blica deben estar ah¨ª para defender a los ni?os de sus padres, sobre todo cuando los padres son unos cafres.
Facilitar la micci¨®n a las embarazadas deber¨ªa ser un deber moral para los hosteleros, igual que dar un vaso de agua al sediento, ayudar a un ni?o perdido, consolar a un anciano dolorido o socorrer al moribundo. Muchos encargados y camareros piensan que solo est¨¢n ah¨ª para aportar las imprescindibles ca?as a la libertad madrile?a y hacer caja, porque hoy solo se entiende la dimensi¨®n mercantil de los bares, de las viviendas, de la cultura, de la ciudad entera.
Una ciudad hostil, de plazas duras y gentes malcaradas, cada vez m¨¢s parecida, llena de hormig¨®n, a la superficie de Marte.
Me hablaba recientemente la arquitecta Izaskun Chinchilla de su libro La ciudad de los cuidados (Catarata): como observa, la ciudad contempor¨¢nea est¨¢ pensada exclusivamente para la producci¨®n y el ocio (otra forma de producci¨®n) y no para la reproducci¨®n. Es decir, todo est¨¢ planificado para que los que trabajan trabajen, para que circulen los coches, las mercanc¨ªas, los flujos de capital, pero poco est¨¢ preparado para que crezcan los ni?os, para cuidar a los mayores, para pasear.
Es dif¨ªcil encontrar sombras bajo las que refugiarse del sol ardiente, fuentes donde beber agua, lugares donde sentarse a pasar el rato o merendar (muchos bancos p¨²blicos tienen como prop¨®sito espantar a los j¨®venes y a los pobres) o donde jugar o charlar a salvo. Tampoco hay demasiados lugares donde hacer pis. Los m¨ªnimos cuidados que requiere la vida solo se dispensan previo pago en un bareto o una terraza. Una ciudad hostil, de plazas duras y gentes malcaradas, cada vez m¨¢s parecida, llena de hormig¨®n, a la superficie de Marte.
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