La ni?a Sara, que tuvo en vilo a Espa?a por su secuestro en Irak, es hoy un joven trans, Haidar
Su caso fue un fen¨®meno contado en una serie de televisi¨®n. Ahora, Haidar Ali Moracho se prepara para narrar su relato en una novela


El rapto de Sara, una ni?a madrile?a de ocho a?os, es hoy una historia casi olvidada, pero hace 12 a?os captur¨® la atenci¨®n de media Espa?a. El secuestro por su padre iraqu¨ª dur¨® casi tres a?os y acab¨® en marzo de 2009 con la imagen feliz de Sara al llegar a Barajas, tapada con velo isl¨¢mico y acompa?ada de su madre espa?ola. En realidad, el relato que se hizo entonces era incompleto. Sara es hoy un joven trans de 23 a?os, Haidar Ali Moracho, y est¨¢ trabajando en una novela biogr¨¢fica para reescribir todo lo que se cont¨®. Ahora tiene madurez para que se oiga su voz y muchos motivos para hacerlo.
¡°Se ha contado una historia, pero no se ha tenido en cuenta mi versi¨®n¡±, dice ¨¦l.
Haidar vive con su madre y su abuela en una casita de Galapagar, el municipio de casi 35.000 habitantes en la sierra madrile?a, donde resid¨ªa cuando su padre lo secuestr¨® y donde retom¨® su vida tras el rescate. En la plaza de la Iglesia los bancos est¨¢n pintados de color arco¨ªris desde junio, el mes del Orgullo. Pasea sin ser reconocido. Este es un pueblo dormitorio de la capital de Espa?a donde la gente vive y deja vivir.
A media ma?ana de un d¨ªa soleado habla sobre su vida de pel¨ªcula en una tranquila terraza de la plaza, mientras toma un Nestea. Ha pasado mucho desde que los medios dejaron de interesarse por el drama que protagoniz¨®. Entre 2006 y 2009, su caso fue objeto de m¨²ltiples reportajes, en particular en el programa El Diario de..., presentado por Mercedes Mil¨¢ en Telecinco. El periodista Javier ?ngel Preciado acompa?¨® a su madre, la madrile?a Leticia Moracho, en varios viajes a Irak durante los peores a?os de la guerra que estall¨® en aquel pa¨ªs tras la invasi¨®n de EE UU. Se subieron a helic¨®pteros y aviones militares y tuvieron entrevistas con mercenarios, diplom¨¢ticos o el ministro de Exteriores, Miguel ?ngel Moratinos. Sara viv¨ªa con su padre Abbas Ali Husain en un barrio humilde de Basora, la mayor ciudad del sur. Lleg¨® all¨ª con ocho a?os. Su padre la mont¨® en un avi¨®n un fin de semana que estaba a su cargo y que supuestamente iban a pasar juntos en su piso cercano a la Puerta del Sol.
El rescate parec¨ªa imposible porque las autoridades iraqu¨ªes hac¨ªan caso omiso de una orden de b¨²squeda y captura de Interpol, protegiendo as¨ª al padre musulm¨¢n e iraqu¨ª frente a la madre cristiana y europea. Pero gracias a la tenacidad de Preciado y al amor de Leticia las tornas fueron cambiando. Tras los sensacionales reportajes, el Gobierno de Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero increment¨® la presi¨®n diplom¨¢tica y eso influy¨® en el comportamiento de las autoridades del pa¨ªs ¨¢rabe. El padre de Sara cometi¨® un error que pag¨® caro. Para zafarse de Leticia, envi¨® a Espa?a una solicitud de divorcio y fue entonces cuando la madre descubri¨® que el padre hab¨ªa falsificado el acta matrimonial que present¨® en Irak para justificar su derecho a la custodia. En realidad, durante los 16 a?os de su relaci¨®n en Madrid nunca estuvieron casados. Tras un juicio en Basora en el que participaron Leticia y el periodista de Telecinco, el padre fue esposado y llevado a un calabozo, acusado de falsedad documental. Sara qued¨® a cargo de sus otros familiares iraqu¨ªes, los medios hermanos y su abuela paterna. El padre lleg¨® entonces a un acuerdo extrajudicial para que Leticia pudiera quedarse con la custodia. El periodista, la madre y Sara volvieron triunfales a Espa?a un domingo de marzo de 2009. El regreso abri¨® los noticieros.
Al a?o siguiente, Preciado escribi¨® el libro Rescatando a Sara, y en 2014, Antena 3 emiti¨® en horario prime time una miniserie de dos cap¨ªtulos con el mismo nombre, y con Carmen Machi en el papel de la madre y Fernando Guill¨¦n Cuervo en el del periodista.

La historia del rescate acab¨® ah¨ª. Un final feliz. Pero tras bajarse del avi¨®n en Barajas, comenz¨® otra liberaci¨®n. A los pocos meses, conoci¨® a Cory en un chat de Internet sobre el anime japon¨¦s Dragon Ball. La presentaci¨®n fue virtual.
¡°?Sabes que conozco a otra chica como t¨² que quiere ser chico?¡±, le escribi¨® a Sara por chat una fan de la serie.
Cory Ib¨¢?ez Blanco viv¨ªa en San Fernando de Henares, otro municipio madrile?o, pero separado de Galapagar por una hora de carretera.
Sara era fan de Vegeta, el villano que en la serie se pasa al lado de los buenos. A Cory le gustaba Trunks, hijo de Vegeta y uno de los personajes m¨¢s populares. Hablaron por chat durante un a?o sobre su hobby y sobre su otra peculiaridad. Ambos sent¨ªan que estaban atrapados en un cuerpo que no era el suyo. Era algo que cada uno notaba desde hac¨ªa a?os, pero a lo que no hab¨ªan dado nombre.
Pas¨® algo m¨¢s. Se enamoraron y buscaron la manera de tener una cita. Finalmente se vieron en persona una tarde de Navidades en la Puerta del Sol, acompa?ados de otros amigos y con la supervisi¨®n de adultos. Al verse, Sara y Cory se fundieron en un abrazo de felicidad. A Leticia, la madre de Sara, se le salt¨® una l¨¢grima al ver esa demostraci¨®n tan intensa de amistad. M¨¢s tarde, cuando los padres no miraban, Sara le dio un beso en la mejilla a Cory, un momento que inmortalizaron en un selfi.
Pero cuando Sara ten¨ªa 14 a?os, la madre prohibi¨® los encuentros al enterarse de que ambos eran chicos trans y ten¨ªan una relaci¨®n de amor. Cre¨ªa que su transici¨®n de g¨¦nero era un capricho y que los dos estaban confundidos. Le tom¨® un a?o m¨¢s aceptar a su hijo, que ya se identificaba con el nuevo nombre masculino Haidar, que en ¨¢rabe significa Le¨®n.
Haidar y Cory siguen siendo pareja tras m¨¢s de diez a?os de relaci¨®n. Ambos contin¨²an en casa de sus respectivos padres y la capital es su lugar de encuentro habitual, a medio camino entre Galapagar y San Fernando de Henares. Les gustar¨ªa independizarse y vivir juntos, pero sufren la falta de oportunidades dignas que golpea a su generaci¨®n. Los dos padecen tambi¨¦n el retraso de la sanidad p¨²blica madrile?a, donde las esperas para el cambio de sexo superan los seis a?os.

Haidar quiere estudiar un m¨¢ster que le prepare para ser traductor de ¨¢rabe. Cory, que tiene 26 a?os, es dibujante. Va a ilustrar el libro que est¨¢ escribiendo Haidar.
Su pareja tiene m¨¢s de 100 p¨¢ginas escritas a ordenador y una lista de recuerdos que anota en una peque?a libreta con la foto de un gato en la portada. Son breves enunciados de los episodios que luego desarrolla sobre el teclado: ¡°El ayuno. La nueva esposa de pap¨¢. Cambios de casa y de colegio. La nota (te odio por lo que has hecho, pap¨¢)...¡±.

Su padre se port¨® muy mal, pero Haidar le recuerda tambi¨¦n como un hombre amoroso y comprensivo. ¡°Quiero dejar testimonio de que mi padre quer¨ªa d¨¢rmelo todo. Estudios, cuidados. Me ense?¨® el Basora que ¨¦l conoci¨®, me llev¨® de paseo por el r¨ªo, a la biblioteca, al zoco¡±, rememora. ¡°Quiero que dentro de unos a?os, cuando repase lo que he escrito, no se borre de mi recuerdo esa parte buena de ¨¦l¡±.
Otra misi¨®n es derribar los estereotipos sobre el mundo ¨¢rabe que son comunes en los relatos de autor¨ªa occidental. Mostrar¨¢ el respeto por las personas mayores, algo que vio en la autoridad que ten¨ªa la matriarca de la casa, su abuela Zequie. Eso no supone ocultar el machismo o los prejuicios de las sociedades ¨¢rabes. En un cap¨ªtulo narrar¨¢ c¨®mo su mejor amiga, Ali¨¢, que ten¨ªa el sue?o de estudiar Medicina en Bagdad, rompe a llorar desconsolada cuando le confiesa en el recreo que su familia la iba a casar con solo 12 a?os con un hombre de Basora.
Evidentemente si me hubiera quedado all¨ª (en Irak), no hubiera tenido una vida felizHaidar Al¨ª Moracho
A diferencia de su amiga, ¨¦l s¨ª pudo escapar de la represi¨®n. ¡°Evidentemente si me hubiera quedado all¨ª, no habr¨ªa tenido una vida feliz. No s¨¦ qu¨¦ hubiera sido de m¨ª, pero lo habr¨ªa pasado muy mal reprimiendo mi identidad¡±.
Hace dos a?os, Haidar recibi¨® un mensaje de WhatsApp que tem¨ªa llegar¨ªa alg¨²n d¨ªa.
¡°Te he buscado en Facebook y he visto que has cambiado el nombre y tienes una foto con barba. ?Qu¨¦ te pasa?¡±. Era su padre, escribiendo desde Irak. Haidar recuerda que era final de julio y el mensaje le sorprendi¨® en el cuarto de su casa de Galapagar, preparando la maleta para irse de vacaciones con Cory a Granada.
El mensaje de su padre apareci¨® junto a su foto, muy desmejorado. Es un hombre que aparenta m¨¢s de los 65 a?os que suponen que tiene (nunca han sabido exactamente su a?o de nacimiento debido a que no hab¨ªa registro sistem¨¢tico por entonces en Irak).
Los dos no se hab¨ªan vuelto a ver desde que se despidieron en Bagdad, antes del regreso televisado a Espa?a. Pero se whatsappeaban cada cierto tiempo en una mezcla de ¨¢rabe y espa?ol. Con los a?os, la relaci¨®n se enfri¨®. Haidar intentaba que su padre le contara cosas del d¨ªa a d¨ªa, pero lo ¨²nico que le interesaba era adoctrinarle. Le mandaba oraciones y otros mensajes religiosos. Al ver ese d¨ªa la pregunta de su padre por su nuevo aspecto f¨ªsico, Haidar pens¨® que a esas alturas no ten¨ªa sentido mentir. Le empez¨® a explicar su transici¨®n. Para su sorpresa, el padre reaccion¨® neutralmente. Le hizo preguntas y repreguntas. ?D¨®nde?, ?cu¨¢ndo?, ?cu¨¢nto cuesta?
Quiz¨¢s, a pesar de su religiosidad, a pesar de la distancia, su padre iba a dar prioridad al amor hacia su hijo. Sinti¨® la esperanza de que le aceptar¨ªa, igual que hizo su madre.
Pero su tono cambi¨®: ¡°De esto tiene la culpa tu madre porque te deja hacer lo que quieres¡±, le espet¨®. ¡°Est¨¢s viviendo en pecado porque est¨¢s cambiando la forma en que Al¨¢ te hizo¡±. Entonces, Haidar decidi¨® poner fin a la discusi¨®n. Bloque¨® a su padre. Cort¨® ese ¨²ltimo lazo y hasta hoy ha seguido su propio camino en libertad.
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