El p¨¢jaro de los d¨ªas laborables
Las navidades est¨¢n bien, pero, no s¨¦ ustedes, yo estaba deseando que llegaran los d¨ªas de diario
Escribo esto minutos despu¨¦s de que se acaben las navidades. Si, digamos, se inician el d¨ªa del sorteo del Gordo, podemos convenir que terminan en cuanto finaliza el del Ni?o. De loter¨ªa a loter¨ªa. Como en el juego aquel de la Oca en el que uno salta de casilla en casilla. A otra cosa. A otro a?o. Atr¨¢s quedan las reuniones anuladas por los familiares confinados o aislados o atemorizados. Atr¨¢s quedan las compras de regalos, las cenas con amigos celebradas en terrazas heladoras al aire libre por miedo a los contagios. Atr¨¢s queda la melancol¨ªa algo adictiva que arrastran siempre esos d¨ªas especiales, que yo creo que los carga el diablo. No s¨¦ ustedes, pero yo estaba deseando que volvieran los d¨ªas de diario.
Hay una novela extra?a e hipn¨®tica de Haruki Murakami titulada Cr¨®nica del p¨¢jaro que da cuerda al mundo. En ella se habla, efectivamente, de un peque?o p¨¢jaro desconocido que, cuando se posa en la rama de un ¨¢rbol cercano, se le oye haciendo un ruido que no es un canto ni un gorjeo, sino un cri-cri caracter¨ªstico, id¨¦ntico al que se produce cuando alguien da cuerda a un aparato o a un mu?eco mec¨¢nico. La historia cuenta que si este p¨¢jaro no existiera o no hiciera lo que hace, el mundo no se mover¨ªa. Y prosigue asegurando que esto nadie lo sabe, porque todos imaginamos que el mecanismo que hace funcionar el mudo es enorme, potente y complejo y que hay que manipularlo con una mano f¨¦rrea igual de poderosa y esforzada. Pero no es as¨ª, seg¨²n Murakami: ¡°La verdad es que el resorte que lo hace funcionar es tan sencillo como un juguete de cuerda¡±.
Pienso en ese peque?o p¨¢jaro y en esta historia que no acabo de entender del todo y calculo que dentro de dos d¨ªas estaremos ya en la casilla ordinaria del primer lunes laborable de enero de este nuevo a?o. Soportamos a¨²n no solo un empacho de dulces y de comida, sino tambi¨¦n de grandes deseos concebidos en ese tiempo en suspenso que son las vacaciones. Hace falta mucha fuerza para mover esa pesada rueda de promesas hechas a uno mismo. Hace falta, como dir¨ªa Murakami, una mano f¨¦rrea para acometer las predicciones y los planes, individuales y colectivos, que nos hemos hecho casi todos y que puede que cumplamos, pero puede que no.
Para saberlo, nada mejor que ponernos en marcha poco a poco, despacio, cada uno desde nuestra casa y nuestra calle, despu¨¦s de escuchar al p¨¢jaro que da cuerda al mundo. Tal vez eso quiera decir esta historia. Porque tal vez esa sea la ¨²nica manera de mover efectivamente el mundo hacia el lado que queremos. Por eso, las navidades est¨¢n muy bien, pero, como dec¨ªa Gil de Biedma en un verso memorable que me gusta mucho repetir, ¡°quiz¨¢, quiz¨¢ tienen raz¨®n los d¨ªas laborables¡±.
Feliz a?o nuevo.
Suscr¨ªbete aqu¨ª a nuestra newsletter diaria sobre Madrid.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.