Esperar el bus en sillas recicladas a falta de marquesinas
Vecinos de Morata de Taju?a colocan de forma an¨®nima asientos en las paradas para que los viajeros puedan descansar mientras esperan la llegada de la l¨ªnea 337
La distancia que une Morata de Taju?a con Chinch¨®n no supera los 20 minutos en coche. En el primer tramo de salida desde Morata hacia el pueblo vecino, que coincide con la M-313, llaman la atenci¨®n las numerosas sillas que los vecinos han dejado para que se sienten a esperar el autob¨²s, a falta de un asiento mejor, quienes usan este medio de transporte.
Las hay de todo tipo: de pl¨¢stico, de cuero sint¨¦tico, de mimbre, de madera, de metal, o incluso alg¨²n sof¨¢ viejo y agujereado se ha colado en una de las paradas. Todas tienen en com¨²n haberse salvado de la basura y disfrutar de una segu...
La distancia que une Morata de Taju?a con Chinch¨®n no supera los 20 minutos en coche. En el primer tramo de salida desde Morata hacia el pueblo vecino, que coincide con la M-313, llaman la atenci¨®n las numerosas sillas que los vecinos han dejado para que se sienten a esperar el autob¨²s, a falta de un asiento mejor, quienes usan este medio de transporte.
Las hay de todo tipo: de pl¨¢stico, de cuero sint¨¦tico, de mimbre, de madera, de metal, o incluso alg¨²n sof¨¢ viejo y agujereado se ha colado en una de las paradas. Todas tienen en com¨²n haberse salvado de la basura y disfrutar de una segunda, aunque corta, vida. Nadie sabe a qui¨¦n se le ocurri¨® la idea ni el nombre de los que las siguen poniendo cuando falta alguna. S¨ª que las primeras en desaparecer suelen tener las patas de metal. Seg¨²n los vecinos, las preferidas para los camiones ilegales de chatarra que despu¨¦s las venden al peso.
Sentado en una de las sillas recicladas, junto a sus dos hijos peque?os, Dimas S¨¢nchez espera el autob¨²s que le acerque hasta Morata, pueblo en el que naci¨® y en el que ha vivido toda su vida. La l¨ªnea de autob¨²s que coge d¨ªa s¨ª y d¨ªa tambi¨¦n es la 337, con origen y destino Madrid y que est¨¢ gestionada por la empresa de transportes La Veloz.
Si va solo, prefiere la bicicleta, pero con sus hijos necesita el bus. El tiempo de espera entre uno y otro, ronda los cuarenta y cinco minutos. Haga fr¨ªo o calor. ¡°Si tienes la mala suerte de perderlo, esperas el doble¡± apunta S¨¢nchez. La carretera que une estos dos pueblos est¨¢ salpicada por parcelas en las que se observan construcciones modestas. S¨¢nchez ha encontrado un peque?o terreno para vivir all¨ª con su familia. Trabaja en la construcci¨®n, pero ahora est¨¢ en paro y vive de alquiler. ¡°All¨ª en Madrid no me llega ni para comprar una silla de estas. Creo que los vecinos hacen lo que pueden poniendo estos asientos para que nos sentemos, pero estar¨ªa bien que hubiese marquesinas de toda la vida para resguardarse del sol, del viento o de la lluvia. Esto es basura al fin y al cabo¡±, dice ante la atenta mirada de los dos peque?os.
Desde el Ayuntamiento de Morata de Taju?a sostienen que conocen este problema desde hace tiempo. Tanto del aumento de frecuencias, como la instalaci¨®n de marquesinas son peticiones vecinales muy frecuentes. El Consistorio asegura que tambi¨¦n ha solicitado, sin respuesta, permiso a la Direcci¨®n General de Carreteras de la Comunidad de Madrid para llevar a cabo obras que les permita al menos la construcci¨®n de un apeadero, ya que los viajeros pueden llegar a correr peligro al bajarse y subirse del autob¨²s en mitad de la carretera. Y se?alan como un problema adicional a las frecuencias que, a causa del atractivo tur¨ªstico de la zona, muchos vecinos no pueden coger el bus porque se quedan sin plazas. Desde el Ayuntamiento de Chinch¨®n afirman que les preocupa este problema, pero dicen no tener registro de ninguna queja ciudadana.
Un vecino, que prefiere no dar su nombre, tambi¨¦n espera con sus dos hijos en una de las paradas. En esta solo ha sobrevivido una silla. Los peque?os se pelean por ser el primero en sentarse. Procedente de Rumania, el hombre tambi¨¦n ha comprado un peque?o solar para intentar crear un hogar. Cuenta que hace mucho que vive en Madrid, pero ya no puede pagarlo. Tampoco tiene coche. ¡°Me parece bien que est¨¦n estas sillas, pero a veces no duran mucho. Las de metal vuelan¡±, explica mientras se resigna a que pase un segundo bus porque ha perdido el primero.
Hip¨®lito R. ha elegido para sentarse una silla de mimbre blanca. Ni tiene ni quiere tener coche, pero lamenta que a veces se le hace cuesta arriba esperar a la intemperie tanto tiempo. Va y viene desde Madrid una vez por semana para cuidar su huerta. Coge esta l¨ªnea en la Plaza de Conde de Casal. Lamenta que m¨¢s de una vez se ha mojado o ha esperado m¨¢s de una hora para volver a la capital. ¡°Parece mentira que no haya nada para resguardarse. Esto viene de largo. Muchas veces incluso pasan coches y arrojan basura por la ventanilla¡±, detalla el jubilado.
La Comunidad de Madrid defiende que son los ayuntamientos quienes tienen que solicitar la posible instalaci¨®n de marquesinas fuera de la zona urbana a la Direcci¨®n General de Carreteras, que a su vez analiza cada caso y procede en funci¨®n de la demanda.
Uno de los conductores de La Veloz, que tampoco quiere dar su nombre, confirma que en esta y otras carreteras existe un problema real con las marquesinas. Mientras una hilera de pasajeros espera su turno para subir al autob¨²s en la Plaza de Conde de Casal afirma que no es responsabilidad de su empresa la instalaci¨®n de las marquesinas, pero s¨ª cree que este problema podr¨ªa mejorarse porque ¡°da pena¡± ver a los viajeros esperando ¡°haga el tiempo que haga¡±. El conductor, que mantiene haber visto durante mucho tiempo las sillas a lo largo de la carretera que conecta los dos pueblos, tambi¨¦n a?ade que los actos vand¨¢licos contra ellas son muy frecuentes.
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