Carrera de tacones en Chueca: la ¡®gacela del Orgullo¡¯ vuelve a las andadas

Arriba, en lo alto de un balc¨®n con barrotes negros, un tipo de unos 40 a?os sale en calzoncillos a ver qu¨¦ pasa. Falta una hora para la carrera de tacones del Orgullo de este a?o. La calle de Pelayo en el barrio de Chueca ¨Cen teor¨ªa dedicada al conquistador, pero hay otras teor¨ªas, ser¨¢ por pelayos¡ª est¨¢, literalmente, a reventar. La pandemia ha pasado a la historia. Hay besos, abrazos, apretujones, por todos lados. Tres portales m¨¢s adelante, un grupo de chicos de un tercero pone a Rosal¨ªa ¨DLa Rosal¨ªa¨D que acaba de empezar la gira ¡°Motomari¡± ¨Dseg¨²n dijo Ana Blanco este mi¨¦rcoles en el informativo y, si lo dice Ana Blanco, va a Chueca y a misa¨D. Una se?ora de unos 50 a?os frena en seco en un cruce de peatones:

¨D?Qu¨¦ sucede ac¨¢?¨D

Una chica que reparte una tarjeta de un laboratorio de an¨¢lisis contesta:

¨DEs una carrera de tacones¨D.

¨DAy, no te puedo creer¨D.

Y se marcha. Hay que verlo, para creerlo. Un segundo despu¨¦s, aparece Chul¨ªn con unos tacones. Chul¨ªn es Jos¨¦ Moriano, un vallecano regordete, con nariz aguile?a empapado con gotitas de sudor por brazos y sien.

¨DTengo un 47 de pie. Me ha costado encontrar los tacones¨D.

Chul¨ªn, de 27 a?os, cree que puede ganar ¨Den su carrera ha quedado el ¨²ltimo¡ª y dice que es su primera vez. Siempre hay una primera vez para taconear¡­ en Madrid. ?l, con un ba?ador de estos estrechos fosforitos que si uno se lo pone pasa desapercibido por una playa nudista, trabaja en una empresa de carga y descarga. Dice que ha estado practicando esta semana en el garaje de su amigo Samu. Unas zancadas por aqu¨ª y por all¨¢. Con tiempo y todo: ¡°Hago los 100 metros con tacones en dos minutos¡±. Los suyos, dicho sea, son rosas. De 12 cent¨ªmetros. Se dice pronto, se corre lento.

La carrera de tacones empez¨® como empiezan las grandes citas. Con un y si¡­ El ide¨®logo es Ricardo Murias, de 54 a?os, propietario de la tienda XXXMadrid ¨D¡°No pongas XX, que es porno. Es como si pones el corte en vez de El Corte Ingl¨¦s¡±¨D. Lo divertido, cuenta, son los minutos previos, cuando los participantes empiezan a acicalarse. En la puerta est¨¢ Torrija Az¨²car, divina, y una de las ¨¢rbitras de la carrera, con su peluca de rizos rubios, sus labios rojos carnosos y su vestido de lentejuelas: ¡°Me encargo de que no haya trampas¡±.

¡ª?Cu¨¢nto tienen que medir los tacones?¨D.

¨DSiete cent¨ªmetros¨D.

¨D?Se pueden atar con cinta americana?¨D.

¨DCreo que s¨ª¨D.

Como en las grandes finales, los ¨¢rbitros fallan. De la nada aparece otra ¨¢rbitra, tambi¨¦n andaluza y de nombre Raquelita Torbellino. Responde a Torrija Az¨²car.

¨DNi?a, son 10 cent¨ªmetros de tac¨®n, no siete¨D.

El tama?o, obviamente, importa. La cantidad de periodistas y medios de comunicaci¨®n es gigantesca. De Reuters a canales locales, pasando por la agencia de noticias francesa AFP. Todos los participantes pasan por sus c¨¢maras, elegantes, presumidas, guapos, guapas. Todos buscan los 350 euros de premio. De Brasil ha venido Luciana Negrini, de 33 a?os. ¡°Soltera, de izquierdas, quiero sumarme a la lucha contra la intolerancia¡±. Es la m¨¢s lista, se ha tra¨ªdo como coderas y rodilleras un papel de burbujas.

Al fin, todo listo. La carrera comienza con retraso. Los 30 portales de la calle est¨¢n rodeados de gente por todos lados, como si fuera la meta de una etapa del Tour de Francia. V¨ªtores, c¨¢nticos. Las ¨¢rbitras dan el paso:

¨DPreparados, listos, ya¨D.

Un chaval delgad¨ªsimo corre como un guepardo y se adelanta al resto. No tiene rival. Tiene un piercing enorme que se adentra por los dos agujeros de la nariz. A mitad de una de las carreras, un vecino de un segundo tira un cubo de agua a los corredores. Hace calor, pero no contaban con semejante charco. Chumina Power, presentadora y drag-queen, no se anda con historias desde el escenario:

¨DNo tires agua, eh. Subimos todas al piso y te lo hundimos, puta¨D.

No hubo m¨¢s agua en las carreras restantes. ¡°Quiero ver una rotura de tobillo, morbo, morbo¡±. Quiz¨¢ un esguince s¨ª que hubo. Tambi¨¦n una ca¨ªda. Llega la final. El chaval que parec¨ªa una gacela se lleva el bot¨ªn. Los veteranos cuentan que tambi¨¦n fue el ¨²ltimo ganador antes de la pandemia. Los perdedores, como el gran Chul¨ªn, se llevan a casa una bolsa con la estampa del Satisfyer. Pero sin ¨¦l, claro.

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