Ucranias acogidas en Madrid, dif¨ªcil tener un trabajo y encontrar piso: ¡°Nadie quiere alquilar a una refugiada¡±
Encontrar un empleo relacionado con sus estudios y buscar un hogar en la capital tras huir de la guerra de Ucrania se complica para las mujeres refugiadas
Han transcurrido 169 d¨ªas desde que Rusia comenz¨® la invasi¨®n de Ucrania. La palma de la mano de Natalia Mazur, de 39 a?os, natural de Kiev, est¨¢ repleta de callos. Es la huella que le est¨¢n dejando sus dos primeros meses de trabajo como limpiadora en una residencia de ancianos en el distrito madrile?o de Moncloa-Aravaca. Antes de verse obligada a huir de su pa¨ªs con su hija Diana, de 12 a?os, era enfermera. Tard¨® 13 d¨ªas hasta llegar a Madrid el 7 de marzo. Despu¨¦s de seis meses alojadas en un hotel para refugiados cerca del aeropuerto en Barajas, Natalia quiere buscar otro empleo. Rehacer su vida no es f¨¢cil, como tampoco lo ha sido encontrar un nuevo hogar. La oleada de solidaridad por traer refugiados a Espa?a ya ces¨®. Llegaron miles. ?Y ahora? Ahora llega la verdadera segunda parte: dificultades para encontrar un trabajo acorde a sus competencias y, en Madrid sobre todo, encontrar una vivienda.
En ese punto, la realidad est¨¢ siendo m¨¢s dura. Las inmobiliarias no quieren refugiadas como clientes, denuncian las ONG. ¡°Nadie quiere alquilar a la gente que est¨¢ aqu¨ª de refugiado porque piensan que cuando se les acabe la ayuda del ministerio dejar¨¢n de pagar y no podr¨¢n echarles. Y entonces no alquilan¡±, explica Anna Nohovska, de Women In Tech.
Al igual que Mazur, 20.384 refugiados ucranios est¨¢n bajo la protecci¨®n temporal ¡ªque les permite residir y trabajar en Espa?a¡ª en la Comunidad de Madrid. Y una cuarta parte (65% mujeres y 38% ni?os) han necesitado acogida estatal, seg¨²n datos del Ministerio de Inclusi¨®n y Migraciones. La primera fase de acogida, que les garantiza un lugar donde dormir, es de seis meses. Una vez en la segunda fase (preparaci¨®n de la autonom¨ªa), finaliza su estancia, aunque pueden seguir requiriendo ayudas econ¨®micas. El proceso completo dura 18 meses. Pero, muchas han decidido buscar un trabajo para poder tener sus propios recursos cuanto antes.
¡°Intentamos y queremos ser independientes¡±, dice la ucrania Oleksandra Iolop (32 a?os, Zaporiyia), que lleva cuatro semanas buscando piso en Madrid. De momento, no trabaja, pero espera firmar un contrato de cinco horas al d¨ªa como vendedora de ropa. En Ucrania ten¨ªa su propio negocio: un atelier. ¡°Te¨®ricamente todo es posible. Pr¨¢cticamente, no¡±, sentencia. Iolop lleg¨® en marzo a Espa?a con su hijo, de cinco a?os, y su madre, de 54. A pesar de tener ¡°una garant¨ªa de pago del ministerio que incluye el dep¨®sito, el servicio de la agencia y tres meses de alquiler¡±, dice no estar teniendo suerte para encontrar un piso para tres personas en la capital. ¡°Exigen condiciones muy duras para formalizar los contratos¡±, lamenta. Env¨ªa correos electr¨®nicos, pero no consigue respuesta.
La refugiada desea pasar a la segunda etapa del programa y asentarse aqu¨ª, pero el proceso se complica. ¡°Espa?a nos da mucha ayuda y mucho apoyo. Pero las agencias no quieren cooperar con nosotros. Les resulta m¨¢s f¨¢cil alquilar a espa?oles o a gente que tenga un buen contrato de trabajo a largo plazo¡±, lamenta. Natalia Bochan, de la Asociaci¨®n Voluntarios por Ucrania, explica el problema: ¡°La mayor¨ªa no tiene tres n¨®minas. O no tienen trabajo o acaban de empezar¡±. Lo que le ocurre a los ucranios ahora es lo que llevan sufriendo los refugiados de otras nacionalidades desde hace a?os.
De las ucranios en Madrid, el 52,7% tiene estudios superiores. Entre las principales profesiones, seg¨²n el nivel de estudios completados est¨¢n las siguientes: profesores (7,3%), economistas (6,2%), sanitarios (5,9%), ingenieros (4,2%), y abogados (3%). ¡°Se han inscrito en nuestros servicios de empleo 2.022 personas, de las cuales 321 se encuentran ya trabajando¡±, anunciaba en julio el consejero de Presidencia de la CAM, Enrique L¨®pez, durante el acto de la firma del convenio de colaboraci¨®n con la Fundaci¨®n CEOE y CEIM (Confederaciones de Organizaciones Empresariales) para ¡°promover la empleabilidad del colectivo¡±.
?Qu¨¦ recursos ofrece la CAM? ¡°Se les garantiza el acceso a educaci¨®n, sanidad, servicios de empleo, y acceso al transporte p¨²blico. Para ello, se les facilita una tarjeta de transporte p¨²blico gratuita durante un mes¡±, se?ala un portavoz de la Consejer¨ªa de Presidencia. A lo que desde la de Asuntos Sociales a?aden que en seis meses han puesto a disposici¨®n tres albergues juveniles, en los que ahora hay 240 personas, y m¨®dulos vac¨ªos en dos residencias de mayores como centros de acogida (109).
Pero el proceso es m¨¢s lento y complicado de lo que informan los pol¨ªticos. De las 50 solicitudes de trabajo que llegaron a Todos con Ucrania, solo nueve han encontrado un empleo en la capital. Una portavoz de la iniciativa explica que la mayor¨ªa son mujeres con formaci¨®n cualificada, ¡°pero no hablan espa?ol, e ingl¨¦s a duras penas. Por eso est¨¢n en puestos donde la comunicaci¨®n no es esencial¡±. Los trabajos disponibles suelen ser de limpiadoras en residencias y hoteles, reponedoras en almacenes o empleadas en empresas de tecnolog¨ªa de la informaci¨®n. A Natalia Mazur le toc¨® ser limpiadora en una residencia.
A pesar de sentirse afortunada por haber encontrado ese trabajo, Mazur cuenta que no fue f¨¢cil: ¡°Sin conocimiento del idioma y con diplomas ucranianos no tenemos muchas opciones de trabajo¡±. El idioma ha sido la principal barrera para dedicarse a lo que llevaba haciendo durante 15 a?os como enfermera. Los documentos necesarios para homologar su t¨ªtulo en Espa?a deb¨ªan ir acompa?ados de una traducci¨®n oficial al castellano. ¡°Estamos sudando tinta porque tienen que estar traducidos por un traductor jurado o por la Embajada o Consulado¡± dice Ana Espejo, responsable de Formaci¨®n de la organizaci¨®n, ¡°y nos estamos encontrando con que estas traducciones rondan los 500 euros por persona. Algo que es imposible para estos refugiados¡±. ¡°Adem¨¢s¡±, explica, ¡°para las profesiones reguladas, como m¨¦dico o profesor, tienen que acreditar la competencia ling¨¹¨ªstica necesaria para el ejercicio en Espa?a. Para el caso de maestros, tienen que acreditar un nivel B2 o C1, expedido por el Instituto Cervantes o la Escuela Oficial de Idiomas¡±.
Natalia Mazur entiende ¡°un poquito¡± de espa?ol. Sin embargo, no es capaz de mantener una conversaci¨®n. Su hermana, Valeria Osadcha, de 29 a?os, que vivi¨® tres a?os en Espa?a antes de convertirse en refugiada, hace de traductora durante la charla. La mujer hab¨ªa trabajado seis a?os atendiendo a pacientes con c¨¢ncer y otros nueve a ni?os en pediatr¨ªa.
Al llegar a Madrid, realiz¨® un curso gratuito para sacarse el certificado de limpiadora. Ahora se encarga de fregar y barrer 60 habitaciones, el vest¨ªbulo y los ba?os del edificio. Son 40 horas semanales, por las que cobra 900 euros. ¡°Es un trabajo muy duro. Nunca hab¨ªa trabajado tan duro f¨ªsicamente. Al final del d¨ªa, me duele todo el cuerpo y cuando llego al hotel, caigo en la cama por el cansancio¡±, cuenta Natalia, que para llegar al trabajo tiene que coger dos autobuses y un metro. Dos horas de ida y otras dos de vuelta, de lunes a viernes.
Cuando regresa a la habitaci¨®n se reencuentra con su hija, Diana, de 12 a?os. La madre ense?a una fotograf¨ªa de la peque?a, que con unas gafas de pasta negras y sin perder la sonrisa, sostiene un pincel con el que pinta de colores un lienzo. ¡°?A qu¨¦ edad puede estar una ni?a sola en casa?¡±, se pregunta, ir¨®nica, la madre. Conciliar el cuidado de su hija es dif¨ªcil con sus condiciones laborales. Para Anna Nohovska, de la organizaci¨®n Women In Tech, es la pescadilla que se muerde la cola: ¡°Son mam¨¢s con ni?os muy peque?os que no tienen con qui¨¦n dejarles¡±.
Como le pasa a otra refugiada, que tambi¨¦n se llama Natalia, de 39 a?os, que huy¨® de la guerra con su hija de seis a?os desde Kiev y se aloja en el centro para refugiados en Pozuelo de Alarc¨®n. La madre explica que est¨¢ buscando trabajo, pero sin suerte hasta ahora. ¡°Claro que es dif¨ªcil, necesitas saber mejor el espa?ol y tienes que dejar a tu hija. Estoy buscando de todo y estoy considerando todas las opciones¡±, cuenta la ucrania, que estudi¨® Econom¨ªa. En Ucrania trabajaba ¡°para una empresa que es representante oficial de las marcas mundiales como DG Balmain, Yves Saint Laurent, Ralph Lauren y Montblanc¡±. Ahora busca empleo para poder encontrar un piso, pero la cosa se complica por los precios de los alquileres en Madrid: ¡°Estoy buscando una familia anfitriona porque no tengo dinero para alquilar un apartamento¡±.
Dos d¨ªas antes de tener que abandonar el hotel, por tener un empleo para ser aut¨®noma, Natalia Mazur ha encontrado un piso de 850 euros al mes en Las Rozas, con dos habitaciones y sin amueblar, donde vivir¨¢ con su hija y su hermana Valeria, que encontr¨® un trabajo en una tienda de ropa y con quien compartir¨¢ los gastos de la vivienda. Ha sido imposible conseguirlo a trav¨¦s de una agencia porque les cierran las puertas: ¡°Nos dec¨ªan que ya estaba reservado. El due?o del piso es un amigo de unos espa?oles que conocemos. Es de lo m¨¢s barato que hemos encontrado en Madrid¡±.
Suscr¨ªbete aqu¨ª a nuestra newsletter diaria sobre Madrid.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.