Aqu¨ª no hay c¨®lcedra
La artista Teresa Lanceta entreteje la vida de nobles medievales con mujeres contempor¨¢neas e invita al espectador a reconsiderar su relaci¨®n con la historia
Tenemos Retiro, Casa Campo, Ateneo, mil cines, mil teatros y mil museos; pero, vaya, vaya, aqu¨ª no hay c¨®lcedra. ??C¨®lcedra!? Bueno, en puridad, s¨ª hay. Yo tengo varias en casa, dos de ellas hechas a ganchillo por mi t¨ªa Juana. C¨®lcedra, como explica la RAE en su Diccionario, es una palabra en desuso para decir colcha. La que no est¨¢ aqu¨ª, en Madrid, es la c¨®lcedra con la que fue enterrado Alfonso VIII en el monasterio de las Huelgas (Burgos) y esto nos lo recuerda Teresa Lanceta en la galer¨ªa 1 Mira Madrid con la exposici¨®n La c¨®lcedra al filo del alba.
Porque la capital no tendr¨¢ ni playa, ni c¨®lcedras medievales, ni monasterios del siglo XII, y est¨¢ bien que sea as¨ª. No es el centro del universo, por mucho que la presidenta de la Comunidad lo crea, y el madridcentrismo agote hasta a los m¨¢s gatos. Siempre es bueno salir a conocer mundo. Pero s¨ª tiene galer¨ªas (y muchas, en esta semana no se puede pasar sin honrar a la mecenas y galerista reci¨¦n fallecida Helga de Alvear) capaces de mostrar propuestas interesantes como la de la premio Nacional de Artes Pl¨¢sticas 2023 en la que entreteje la vida de nobles medievales con mujeres contempor¨¢neas. Y lo borda. ¡°Qu¨¦ har¨¦ con el miedo¡±, dice un verso de Alejandra Pizarnik, pregunta/reflexi¨®n que Lanceta borda sobre tela mientras piensa en Leonor de Guzm¨¢n, amante de Alfonso XI con tr¨¢gico final. Tiempo de coser, tiempo de pensar, medita la artista. Su obra apela a la calma, a la observaci¨®n, al detalle, a la investigaci¨®n, al tiempo, al tomarse tiempo, al llegar a la urdimbre y no quedarse en el hilv¨¢n provisional.
Lanceta lleva tejiendo desde los setenta. Es la gran impulsora del arte textil en Espa?a. Es su forma de vida, sus obras materializan ese hilo que une la artesan¨ªa con el arte. El estudio y la creaci¨®n la han llevado a conocer y relacionarse con tejedoras (s¨ª, la mayor¨ªa son mujeres) y tradiciones multiculturales. Su trabajo no existir¨ªa sin el de las dem¨¢s. As¨ª, en La c¨®lcedra al filo del alba ¨Dcontinuaci¨®n de El sue?o de la c¨®lcedra, que se pudo ver el a?o pasado en el Patio Herreriano, en Valladolid¨D est¨¢ presente y trenzado lo isl¨¢mico, lo cristiano y lo jud¨ªo, no puede ser de otra forma si habla y reinterpreta la Castilla del siglo XII y XIII. La mezcla de culturas que siempre ha existido, que siempre ha habido quien lo ha querido impedir, pero es irrefrenable, por mucho que se batalle para hacerlo.
En la batalla de las Navas de Tolosa se detiene Lanceta, esta le da la primera puntada para representar el pend¨®n que consigui¨® Alfonso VIII, important¨ªsimo tejido almohade que tambi¨¦n se conserva en el Museo de Telas Medievales del monasterio de las Huelgas. ?D¨®nde quiere llegar la artista? A la representaci¨®n sin edulcorar de las guerras, desde Alfonso X y sus Cantigas, hasta la actualidad no se muestra la realidad del horror del campo de batalla: sangre, muertos y cuerpos desmembrados por doquier. Ella quiere recordar ese terror y ese dolor, sin estridencias pla?ideras, como es ella, pero ah¨ª est¨¢.
Y han tejido y cosido siempre las mujeres, cu¨¢l Pen¨¦lope esperando a que Odiseo volviera de la guerra. Pero, ?qui¨¦n cose ahora? Tambi¨¦n enhebra estos pensamientos la obra de Lanceta, siempre tan reivindicativa de lo comunitario, de lo femenino. Ya no se remiendan calcetines (ni nada), las t¨ªas y las abuelas que hacen colchas van desapareciendo. Yo quiero un ganchillo para arreglar alg¨²n punto salido de alg¨²n jersey, no s¨¦ si robarlo del costurero de mi madre o de mi abuela o comprarlo, pero ?d¨®nde? ?En un bazar? Es la primera vez que verbalizo esta necesidad, pero por arte de magia ¨Do de algoritmo¨D, el martes me sali¨® en Twitter (llamadlo X si quer¨¦is) una publicaci¨®n de ganchillos. Ojal¨¢ me lo hubiera ofrecido Teresa y no Elon. M¨¢s hilos de Lanceta y menos de Musk.